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Manifestaciones contra el aborto: ¿Vuelta al conservadurismo español?

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Default profile picture María Lomeña

Sociedad

El 7 de marzo de 2010, la víspera del Día Internacional de la Mujer, miles de españoles (10.000 según la empresa Lynce, 600.000 según los organizadores) emprendieron una “marcha por la vida” por las calles madrileñas para manifestarse contra la ley del aborto que el 24 de febrero adoptó el gobierno socialista de José Luis Rodriguez Zapatero.

Punto de vista francés de una ley que hace correr ríos de tinta

Todo comenzó en 2004, cuando José Luis Rodríguez Zapatero incluyó dentro de sus promesas de campaña electoral la legislación sobre el aborto. En aquellos momentos, la ley en vigor penalizaba con la cárcel a los médicos que realizaban esta práctica y a las mujeres que abortaban. Sólo en tres supuestos era legal: violación, peligro para la salud física y psíquica de la madre o anomalía del feto. En 2008, durante el segundo mandato de Zapatero, esta propuesta se hace más real en la voz de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y casi un año y medio más tarde, el 24 de febrero de 2010, el Senado aprueba una ley que legaliza el aborto libre y gratuito hasta las 14 semanas de gestación.

Muy criticada y abucheada, aún queda mucho para que haya unanimidad tanto en la sociedad como en la clase política ante esta ley. ¿Lo más delicado del asunto? La autorización que se les da las jóvenes de 16 años para que aborten sin el consentimiento de sus padres. La oposición lo condena, la Iglesia lo acusa y los ciudadanos protestan y se manifiestan: En marzo de 2009, 500.000 personas se reunieron en Madrid (10.000 según la policía), en octubre de 2009 hubo 1,2 millones de manifestantes (250.000 según la policía) y, finalmente, el pasado 7 de marzo volvían a ser miles (10.000 según la empresa Lynce, quien realizó la medición a petición de la agencia de noticias EFE; 600.000 según los organizadores) los que invadían las calles madrileñas al son de “Vida sí, aborto no”.

A mil leguas de los estereotipos españoles

Convencido de que los detractores de la ley no podían ser más que los ultra católicos del Opus Dei, decidí buscar alguna explicación entre mis amigos españoles. Un gran descubrimiento: aunque no todos pertenezcan al Opus Dei, alguno de ellos se opone a la ley del aborto. Además, según un sondeo que se realizó Siga Dos para El Mundo en enero pasado, un 48% de los jóvenes españoles se pronunciaría a favor de la ley frente a un 43% que estaría contra. Y es que la realidad española poco tiene que ver con las películas de Almodóvar en las que las monjas trafican con droga y las calles madrileñas están llenas de travestis con plataformas. “Oye, que se murió en 1975. ¡Y no hace más de 30 años que en España hay democracia!”, me recuerda Magdalena. Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, la Iglesia nunca ha dejado de tener un papel importante en la política española. De hecho, a menudo se critica al PP por las relaciones privilegiadas que mantiene con la Iglesia Católica. Y los más exaltados incluso consideran que el PP no es ni más ni menos que la figura política de este ente.

Los antiabortistas jugan con la analogía del genocidio (photo: ©FabioCherubini)Al día siguiente de la votación definitiva de la ley en el Parlamento, la Conferencia Episcopal Española declaró, por ejemplo, que excomulgaría a todos los diputados que hubiesen votado a favor de la ley. Pero esta omnipresencia va más allá y la sociedad española parece estar aún bien ligada a sus raíces católicas. En España por ejemplo, el simple matrimonio religioso basta para unir legalmente a dos personas y hay crucifijos en los colegios públicos. Según dice mi amiga Pilar: “En España a nadie le choca ver a dos hombres besarse en la calle o adoptar hijos. Sin embargo, sí choca que tu hija se acueste con alguien con quien no está casada”.

Un claro avance social

Si esta ley representa, en mi opinión, un avance social indudable, la sociedad española no esta preparada para ir más allá. Vemos que la mayor crítica que se le hacía a ese proyecto de ley no es tanto el principio de aborto libre, sino el aborto de menores. Este punto ha sido modificado y la nueva ley exige que los padres estén al menos a corriente de la situación. Los que están a favor responderán a ello que si una niña de 16 puede casarse, ¿por qué no podría decidir abortar? Pienso que el rechazo del aborto libre es la negación de algo evidente: en 2007, 112.000 mujeres abortaron en España y el 95% de los casos bajo el supuesto de posibles problemas psicológicos de la madre. Esta ley no hace más que legalizar una realidad haciéndola así más democrática y, asimismo, abre el debate acerca de la educación sexual de los adolescentes. Al contrario de lo que pretenden los detractores, el aborto nunca será una alternativa a la anticoncepción. No creo que esta ley provoque el aumento del número de abortos, sin embargo más prevención y educación ayudarían a romper el tabú que existe en torno a la sexualidad y ayudarían a impedir embarazos no deseados.

Fotos: HazteOir.org/Flickr;  ©FabioCherubini/Flickr

Translated from Blocage espagnol sur l'avortement : un regain de conservatisme ?