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Manduria, la puerta de Túnez a Europa
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Carla ManzanasMiles de tunecinos esperan su turno en Manduria. En un campamento organizado por el gobierno italiano, sueñan con cruzar la frontera gracias al permiso de residencia temporal que les prometió el gobierno italiano. Ahora, la decisión de Francia de bloquear trenes desde el país vecino complica algo más las cosas. Testimonio gráfico de días difíciles para quienes esperan tiempos mejores.
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Carretera Nacional Manduria-Oria, Taranto, 31 de marzo de 2011
El campamento organizado por el gobierno italiano en Manduria, próxima a Taranto, ha acogido a cerca de 2.300 inmigrantes en las últimas semanas, en su mayoría tunecinos. Desembarcaron en la isla de Lampedusa, al sur de Sicilia, donde los primeros días de abril la situación fue incontrolable: 6.000 inmigrantes llegaron a una isla de 5.000 ciudadanos. A día de hoy, muchos siguen allí listos para partir gracias al permiso de residencia temporal.
Foto © Giulio Farella
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Estación de Taranto, 1 de abril de 2011.
A los inmigrantes tunecinos se les permite salir del centro, se les envía hasta Taranto con el tren Oria-Taranto y allí se les recoge y controla en la plaza frente a la estación. Más de la mitad consiguen esconderse y esperar el tren nocturno hacia Roma, con el que escapar (los que tengan billete) y convertirse oficialmente en clandestinos.
Foto © Giulio Farella
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Estación de Taranto, 1 de abril de 2011.
A los aproximadamente 30 sin billete se les hace bajar del tren y se les lleva a un nuevo campo en la provincia de Potenza. Otros pasaran la noche y el día siguiente en los alrededores de la estación de Taranto, esperando los trenes que se dirigen hacia el norte. Sólo los grupos de voluntarios les han ofrecido agua, comida e información. La mayoría no saben ni dónde están.
Foto © Giulio Farella
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2 de abril de 2011
Los manifestantes llegados desde todos los rincones de la Puglia (región italiana) se presentan a las puertas del centro de Manduria para controlar la situación y hablar con los inmigrantes. La policía antidisturbios intenta bloquear la entrada con detenciones. La situación provoca que los inmigrantes se sumen a la protesta. Empiezan los primeros golpes hasta conseguir la apertura de las puertas.
Foto © Giulio Farella
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2 de abril de 2011
Un chico dice haber sido golpeado por la policía montada que patrulla la zona. Se encuentra mal. Los compañeros lo protegen rodeándolo hasta que llega el servicio médico. El doctor (y alcalde de Taranto) que le examina no encuentra heridas evidentes, pero sí claros signos de malnutrición.
Foto © Giulio Farella
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2 de abril de 2011
La protesta se une al grito de “¡libertad!” en todas las lenguas y dialectos posibles. Los inmigrantes reciben ropa, tabaco, consejos para la defensa de sus derechos y para conseguir sus permisos. Se dice que en el centro se les golpea, que están desnutridos y, sobre todo, que se les engaña en relación a los permisos de residencia. Alguien se aleja a través de los prados hasta la estación más cercana. “Bonne chance!”. Todavía, casi nadie sabe dónde se encuentra.
Foto © Giulio Farella
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3 de abril de 2011
Hay dos cosas que de verdad asustan a los inmigrantes: las obras en los nuevos centros y la visita de Berlusconi a Túnez para cerrar un acuerdo de repatriación. Por la tarde surgen otras reivindicaciones sobre los permisos: demasiadas palabras de humo y pocos mediadores culturales en el campamento.
Foto © Giulio Farella
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3 de abril de 2011
La mayoría se organiza y permanece en asamblea en frente del campo. Gritan “¡Asilo! ¡Asilo!” y deciden dormir a la intemperie sin cenar: no son ni mantas ni comida lo que quieren de Italia, si no la Libertad.
Foto © Giulio Farella
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4 de abril de 2011, por la tarde
Como era previsible, empiezan a ser evidentes algunas dinámicas internas en el campo. La división entre la gente de las 'occidentalizadas' ciudades del norte y aquellos que vienen del sur, por ejemplo. Muchos se aíslan en pequeños grupos, sin compartir espacio ni comida con el resto. Afortunadamente muchos otros continúan unidos.
Foto © Giulio Farella
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4 de abril de 2011, por la tarde.
La situación parece muy tranquila. La zona exterior del centro todavía está llena de colchones. Por lo que dicen, las condiciones han mejorado: hoy han podido ducharse y la comida es mejor. Las preguntas más frecuentes son acerca de Berlusconi en Túnez. Sobre el tema reciben noticias de casa. “Todavía no se ha decidido nada”. Se tranquilizan.
Foto © Giulio Farella
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Oria, 6 de abril de 2011, por la tarde
Día feliz. Oria está llena de tunecinos. Los hay que toman un café; otros toman el sol, juegan con la pelota, pasean o hacen la compra. Mi amigo Mouez me hace de guía por el centro histórico, ya lo conoce como la palma de su mano. La ciudadanía se ha mostrado acogedora y abierta, a diferencia de la de Manduria según cuentan, donde ha habido episodios poco agradables de intolerancia e intimidación. Todos esperan el permiso pacientemente. Alguno se ha escapado durante los últimos días pero ha vuelto. Algunos amigos de Manduria traen un ordenador portátil para conectarse a Internet: empiezan las visitas a Facebook y nos enseñan los vídeos de la revolución. Mañana, finalmente, esperan poder celebrar la adjudicación de los permisos.
Foto © Giulio Farella
Translated from Manduria: inferno e ritorno. Da clandestini a liberi cittadini.