Magyd Cherfi: "Si eres negro, nadie te contrata"
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Ònia CamprubíHacer resonar las palabras 'identidad' y 'nacional' en un concierto, es una melodía 'déjà-vu' que aborrece al francés Magyd Cherfi, cantante comprometido. Entrevista
A sus 43 años, el cantante de Toulouse que sigue su carrera en solitario después de una larga y vivaz colaboración con el grupo Zebda, ha aprendido a controlar su rabia. Aún así, cada día aporta su lote de contestaciones: discriminación positiva, polémica del velo, integración… En cuanto la gira de más de dos meses acabó, el tolosano quiso presentarse en Cébazat (en Puy-de-Dôme, el centro de Francia) con motivo del festival Semáphore en chanson. Es ahí donde los babelianos de Clermont-Ferrand tuvieron ocasión de reunirse con él.
Las letras de tus canciones son siempre muy comprometidas. Respecto a los problemas actuales de integración, barrios marginales, inmigración… ¿Cuál es tu posición?
En ese sentido, soy un niño mimado. En la actualidad, y desde que tengo uso de razón, siempre ha habido un árabe, un negro, un inmigrante, un simpapeles, un condenado. No tengo el problema de la 'página en blanco'. Y ahora nos imponen un debate sobre la identidad nacional. Podría hacer canciones soltando el rollo pero me da vergüenza.
¿Para ti, la cuestión de la identidad nacional no se tendría ni que abordar? ¿Rechazas participar en el debate?
Espero no participar, sobre todo en el debate promovido por Eric Besson (ministro de Inmigración e Identidad Nacional en Francia). 'Identidad' y 'Nacional' es una colusión que no llego a entender. Cuando veo que hay gente que intenta responder a la pregunta y, especialmente cuando quienes sostienen el debate son personas como Fadela Amara, Rachida Dati o Rama Yade (los miembros del gobierno francés provenientes de la inmigración), pierdo toda la esperanza en la idea de fraternidad.
Están instaurando una raza blanca, estableciendo una identidad blanca que no dice su nombre. Y funciona. La gente dice “Ah, sí. Es un debate interesante". No hay que menospreciar lo que uno siente, este aversión a la raza blanca que nos proponen. Como cuando el ministro del Interior, Brice Hortefeux dijo: “Cuando hay uno no pasa nada, el problema es cuando son muchos”, hablando de árabes [en un vídeo publicado por Le Monde y que creó polémica en Francia a mediados de septiembre 2009]
Ahora, a mis 47 años, estoy mucho más calmado. Antes tenía ganas de coger un fusil, una piedra, una honda y decir: “Me da igual disparar. Estoy harto”. Porque siempre hay un ministro o un presidente que dice el “hay demasiados”, “sois demasiados”, “hay que integrarse”. Ahora ya no estoy enfadado. Ahora me digo que no son los inmigrantes los que tienen un problema, son los franceses blancos que tienen miedo de los árabes, de los negros y del Islam. ¡Somos franceses y punto! Toda esa gente es francesa. Son diferentes puesto que en cada uno de ellos hay una porción de cultura que viene de otra parte. En los Estados Unidos, un negro de no importa qué origen es, ante todo, un americano. En Francia, un negro es un inmigrante, hijo de inmigrante de segunda o tercera generación, un simpapeles y, sólo después, un francés.
Según tu opinión, ¿el debate del burca trata sobre la liberación de la mujer o sobre el problema que los franceses tienen con el Islam?
Sobre los dos. Intelectualmente estoy en contra del velo pero también me digo que si las mujeres lo llevan es que nosotros (el Estado) las hemos abandonado. Después de haber visto mujeres que, tanto en Francia como en un pueblucho llevan el velo, he entendido un poco mejor el porqué. Hay una cosa que se llama República o Estado de derecho que no las protege. Como tienen miedo en sus propias familias y en sus ciudades; buscan armas que no le son dadas por esa pseudo-república, y sus derechos y deberes. Es el pez que se muerde la cola.
¿Eres completamente pesimista sobre la idea de la integración?
A corto plazo, sí. Ineludiblemente soy optimista a largo plazo porque tarde o temprano tendremos que aprender a llevarnos bien. Para los árabes, los negros, hacen falta reglas de paridad. Si no, de aquí 50 años no habrá ni dos negros en la Asamblea Nacional. Siempre pueden salir con: “Sí, pero no es lo mismo". La desigualdad ya existe porque ya estamos desfavorecidos y sin embargo, con un poco de “desfavorecido” y un poco de “favorecido” el resultado sería la igualdad. Yo admito ser el favorecido de la historia. Muchos Blacks y Beurs (árabes) están en contra. También hay debate sobre esto.
Entonces, ¿estás a favor de la discriminación positiva como en los Estados Unidos ?
Mal que me pese, sí. No creo que sea una buena opción, pero es todo lo que nos queda. Hemos hecho muchos discursos sobre la integración, la igualdad, la unidad y la fraternidad pero nada funciona. Cuando eres negro, nadie te contrata.
Hoy es 9 de noviembre, el aniversario de la caída del muro de Berlín. ¿Tienes un recuerdo especial de ese día?
Creo que en ese momento estaba de gira. Sentí felicidad, como una frontera que explota, como una familia que se reúne, pero nunca comprendí la dimensión política. En ese momento no sabía lo que significaba. No sabía que era el fin del comunismo, del bloque soviético.
Este aniversario también marca el comienzo de una nueva era europea. ¿Cuál es tu visión sobre Europa?
Racionalmente soy poco europeo porque yo creo que no existimos ni en un país. Me cuesta proyectarme en una dimensión europea si siento que no somos tratados como franceses en nuestro país. ¿Cómo creer en Europa si ni la fraternidad funciona?
Translated from Magyd Cherfi: «Une identité blanche qui ne dit pas son nom»