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Luciana Littizzetto: Los españoles son los hombres más sexis

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Cultura

Escritora costumbrista, actriz y “saltimbanqui de la televisión” italiana. Una turinesa irreverrente de 43 años ha convertido su ironía en oficio.Y con éxito.

Aterrizó en el mundo del cabaret tras nueve años como profesora de música, y desde entonces crispa a sus auditores participando en el más variado tipo de transmisiones televisivas y radiofónicas. Hija de un lechero, graduada como profesora de piano y licenciada en Letras, Luciana Littizzetto es una machietta, una figura del espectáculo televisivo italiano; además, es autora de una serie de libros de existosa venta: La princesa de la habichuela, Sola como un tallo de apio y, en 2006, Revirginización, el último grito de la cirugía plástica para volver a ser “pura”: “Unos pocos minutos y voilà, se vuelve a ser pura e inmaculada como en la Primera Comunión. Algo así como cuando se quiere vender el automóvil y se altera el cuentakilómetros para hacerlo parecer nuevo”, escribe. Habla de todo, dando lo mejor de sí cuando describe los más divertidos aspectos de la vida cotidiana: desde el veterano problema de los calzoncillos masculinos “¿Boxer o slip?” hasta los de la soltera que busca el amor desesperadamente. Pero tampoco omite a los políticos, desde Prodi hasta Berlusconi, pasando por el Cardenal Camilo Ruini a quién llama amistosamente “Eminens” (en lugar de Eminencia”), sentada con las piernas cruzadas ante el escritorio de Fabio Fazio en el programa de la RAI “Qué tiempo que hace” (ver vídeo)

¿Cuándo se dio cuenta de que sus ironías podían convertirse en un trabajo?

No fue un único indicio, una especie de “llamarada en el camino de Damasco”, pero existía cierto anticipo. Ya de pequeña me gustaba mucho leer y escuchar radio. Me hubiera gustado ser una de esas actrices que leían las radionovelas. En esa época no estaba aún de moda tener televisor y siempre escuchábamos la radio. Y cuando debía quedarme en casa a causa de mis eternos problemas con las amígdalas, escuchaba todo aquello y me decía: “Cuando sea grande quiero ser actriz”. Me gustaba mucho recitar, pero sólo jugando con mis compañeros de clase, y mi maestra (de puro buena) me solía dar alguna oportunidad. Hubiera podido ir a una escuela de declamación, pero mi familia sólo me permitió estudiar piano. Cuando terminé el conservatorio me inscribí en una escuela de teatro y desde entonces con absoluta determinación y mucha convicción, me inicié.

Es usted un volcán en permanente actividad. Siembre con la chanza en ristre, pero ¿qué es lo que le divierte de verdad?

Me divierten mucho las reuniones familiares. En especial las de mis tías recluidas en un mundo para mí todavía un poco incomprensible. Tengo una familia que incluye tanto personas serias como descarriadas. Hay un médico, una maestra, un empleado que en sus “perfectas” existencias terminan revelándose al final como un poco medio locos. Ellos han sido y seguirán siendo mi fuente de inspiración. A menudo, la comicidad se encuentra alrededor de una mesa y alli nacen mis historias y mis personajes.

¿Qué aspectos de la vida le provocan más enfado?

Me fastidia mucho la intolerancia, la falta de consideración por parte de los seres humanos entre sí. No comprendo a la gente que se enoja cuando conduce, cuando espera en una cola, en correos, cuando veo que alguien lanza espumarajos de rabia por tonterías. Eso es lo que encuentro verdaderamente mortificante para el ser humano. Me fastidian también los tacaños, los que se encierran en su mundo y no se brindan jamás. Y también ¡la pretensión de los hombres de tener siempre razón! En la vida se puede llegar a un punto en que se admita que no se tiene razón. Aprender a reconocer los propios límites y saber pedir disculpas o tener simplemente el coraje de admitirlo cuando uno se equivoca.

¿Cuáles son las cualidades básicas que debe reunir un buen cómico?

Tener talento, saber cuándo es necesario quitarse la máscara y cuando ponérsela. Un cómico brillante no lo es las 24 horas del día. Además es respetuoso cuando está en el ámbito de los otros. Cada uno tiene sus tiempos, sus espacios intocables. Un cómico debe saber siempre renovarse y no debe limitarse a imitar lo que hacen los demás. Pero también es un problema de carácter. No basta tener talento. Es necesario ser obstinado, terco y no arrojar la esponja ante las primeras dificultades. Para una mujer no es fácil desempeñar este oficio y por lo tanto es necesario ser constante y decidida y estas son cualidades del carácter que no están vinculadas a la perfección escénica.

¿Si tuvieras que cambiar de ciudad y establecerte en el extranjero, dónde preferirías vivir?

En Lisboa. Porque nunca he estado allí y me gustan los libros de Fernando Pessoa. Me parece un lugar un poco melancólico en el que podría encontrar mi propia estatura. Es una idea que me gusta. Tal vez sea por eso por lo que no he ido nunca ni tengo tampoco el deseo de hacerlo. Prefiero guardar ese sueño en mi corazón, pues si descubriera que no es como la imagino, me sentiría mal. Y entonces elegiría una ciudad española.

Usted hace muchos chistes sobre sexo y hombres, ¿qué hombres considera más sexis en Europa?

Creo que son precisamente los españoles. Porque son cabezas locas, un poco como nosotros los italianos. Son un poco artistas, abiertos, cálidos y me gustan porque son directos aman las fiestas y el gozar la vida.

Mira el vídeo con Luciana Littizzetto

Translated from Luciana Littizzetto: «Sono gli spagnoli gli uomini più arrapanti»