Los tontos nunca mueren
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celia garcía gómezBertrand Russel se quejaba ya hace tiempo de esto:“es un mal del mundo el que los tontos siempre estén tan seguros y los inteligentes duden tanto”.
En Alemania, vieja patria de poetas y pensadores, se echa mano de los primeros descubrimientos humanos. Así, del bobo que se considera muy listo se dice que no se haga ilusiones, pues “no ha descubierto la rueda de nuevo” (der hat das Rad nicht neu erfunden). En la península Ibérica nos continuamos movimiendo en la línea del tiempo, aquí se dice que el medio tonto “no ha inventado la pólvora”.
El inocentón polaco esconde su ignorancia detrás de los grandes hechos: el que demuestra una clara ausencia espiritual tampoco “habría podido descubrir América” (Ameryki nie odkry).
Los franceses por su parte interpretan la tontería más bien como algo intemporal: “Los hilos con los que se corta la mantquella”, que seguro que el tontorrón no ha inventado (Il n'a pas inventé le fil à couper le beurre). De manera opcional, quizás debido a las afirmaciones poco templadas de su interlocutor se puede indicar que “no ha inventado el agua tibia” (Il n’a pas inventé l’eau tiède).
En Inglaterra la conversación adquiere un sabor picante, a la hora de referirse a la falta de sutileza. Los comentarios obtusos del engreído anglosajón le han llevado a que se le designe como “una herramienta que en estos momentos no es la más afilada de la caja” (He’s not the sharpest tool in the box).
Los tontos nunca mueren, y menos las expresiones que les desenmascaran.
Translated from Dummbrot auf Entdeckungstour