Los pueblos de españa marchan unidos por la dignidad
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"En 2014 nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, una situación límite, de emergencia social, que nos convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos". Así arranca el manifiesto de las Marchas de la Dignidad, que claman contra un contexto aciago para la mayoría social española a la que conminan a gritar con una sola voz.
A principios del pasado mes de marzo cientos de personas de distintos pueblos y ciudades de la periferia española comenzaron a caminar en dirección a Madrid. Parados, jubilados, estudiantes, gente que hizo coincidir sus vacaciones con los días previos al 22 de marzo, iniciaron una serie de peregrinaciones simultáneas que iban juntándose y sumándose unas a otras a medida que se iban encontrando en el trayecto. La meta era el citado día 22 en la capital, pero la aspiración colectiva era que ese día mutase en línea de salida hacia la consecución de un objetivo: la dignidad, arrebatada por la corrupción y las políticas antisociales de austeridad. Para ello, cuatro premisas de partida: "no al pago de la deuda; ni un recorte más; fuera los gobiernos de la Troika; pan, trabajo y techo para todos y todas".
Razones microeconómicas
Las mentes que funcionan en términos macroeconómicos quizá se rían de las aspiraciones inocentes de los participantes en las Marchas de la Dignidad. ¡No se puede ser tan naíf! Las deudas se pagan; tras la pleamar del despilfarro llega la bajamar, que sí, es la que ahoga con sus recortes y la austeridad requerida; la globalización es un proceso socioeconómico ineluctable y la Troika es un estadio inicial del mismo; pan, techo y trabajo como elementos con los que porqué no comerciar y especular…
Ahora bien, en términos microeconómicos, domésticos, de calle, de comedor social, que se lo expliquen, por ejemplo, a Cristina. Ella es una mujer de edad avanzada, vecina del madrileño barrio de Carabanchel que el 22 de marzo observaba sentada en una parada de bus a los manifestantes venidos de toda España. Cristina, en lugar de caminar con el gentío, participaba sentada por problemas de salud: "tengo que enchufar a la corriente eléctrica un mascarilla para el oxígeno. Si la conecto las horas que me mandan, que son 16, entonces no puedo comer, porque tengo que pagar un recibo de luz tan alto que no me llega, y por eso no puedo hacer las tres comidas", lamentaba mientras veía pasar la manifestación. "No porque seamos viejas somos tontas", decía con dignidad. "¿Sabes por qué en España estamos tan mal?", preguntaba y respondía en seguida: "porque tenemos muchos ladrones. Están en la cárcel unos pocos pero los tienen que meter a todos, se han llevado el dinero y nos han dejado sin nada. Pero igual que te lo digo yo, te lo dice todo el mundo". Esa es la razón de la oposición al pago de la deuda y los recortes. Ese dinero que ahora se está recortando y que hay que devolver no lo ha despilfarrado Cristina, lo ha dilapidado la misma casta político-económica que impone esas recetas de carestía, la que está sumiendo a Grecia en la miseria, y España va detrás.
En referencia a los que llevaban días caminando llevando este mensaje por las tierras de España –las grandes, las solas desiertas llanuras del galope de Alberti-, Cristina dijo algo subrayable: "no piden para ellos solos, piden para el pueblo". Efectivamente, los que caminaron durante días desde Alicante, Murcia, Sevilla, Extremadura, Aragón y Cataluña, desde el País Vasco y las distintas regiones de la cornisa cantábrica, desde todas partes de España, por todos los sitios que pisaban hacían suyas las reivindicaciones locales. En Castilla-La Mancha, la columna de caminantes procedente del litoral mediterráneo absorbió a varios activistas locales contra el fracking planificado en las tierras del Quijote.
Todas las mareas se funden en una
Pero ésta del fracking era tan solo una de las luchas locales que conformaban las marchas. También podían encontrarse en el recorrido los trabajadores de las minas de Asturias y León, jornaleros de los campos de Andalucía y Extremadura, la Marea Blanca del personal sanitario y la Verde de los docentes, los luchadores por la dignidad del sector de la discapacidad, los activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que altruistamente tratan de evitar que gente sin recursos se quede en la calle y hasta la Marea Granate de los exiliados económicos, de los jóvenes que buscan en otros países un futuro que se les niega en España. Todos estos colectivos y muchos más conformaron el pasado marzo una de las manifestaciones más multitudinarias de los últimos tiempos. Se habla de la asistencia de 2 millones de personas (frente a la inverosímil cifra de 50.000 dada por las autoridades). Varios activistas pulsados ese día comentaban que el evento del 22M era un segundo paso que ha tenido la misma magnitud que el primero: el 15M y las plazas españolas tomadas tres años antes al grito de Democracia Real Ya.
El día 22 por la noche, al concluir la manifestación conjunta, hubo enfrentamientos entre la Policía y un grupo de manifestantes, hechos aprovechados por la casta dirigente para criminalizar las protestas imputando a cientos de miles el comportamiento vandálico de no más de un centenar. Unos 25 detenidos entre cientos de miles de manifestantes y 65 heridos entre policías y activistas tras unos disturbios envueltos en una posterior controversia por el irregular opertivo policial. Sin embargo, y a pesar de ello, el primer paso de la administración fue el de anunciar desproporcionadas sanciones pecuniarias contra los organizadores del evento. Tiren piedras o no, todos son antisistema y merecen ser reprimidos.
Pero la lucha por la conquista (o reconquista en este caso) de derechos básicos se ve espoleada por cualquier forma de represión y censura. Arcadio, activista murciano, lo articuló de este modo: "en una protesta en un banco, una señora me recriminó que los que protestábamos allí después éramos los mismos que quemábamos contenedores. Yo le dije que tenía un problema de conciencia, ya que le preocupaba más ver fuego en un contenedor que a alguien buscando comida en él". Los Def Con Dos cantaban con satírica amargura que "es preferible la injusticia al desorden". ¿Lo es?
Todos los contenidos fueron recogidos por el colectivo Periodistas 22M, al que pertenece el autor del reportaje.