Los planes de relanzamiento económico siembran la zizaña en Europa
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El ambiente navideño prosigue para las economías que esperan de los Estados algún que otro regalo para sus bolsillos. Reducción de impuestos, adelantos en las pensiones, inversiones: los planes europeos se multiplican. También las tensiones entre los Estados miembro poniendo en riesgo la unidad presentada para salvar la banca. ¿Los planes de relanzamiento so el remedio a la crisis?
Después de tocar las finanzas, la crisis ha llegado a la economía real. Automóvil, banca, consumo directo: son muchos los sectores económicos tocados. Los despidos se disparan, los centros de trabajo echan el cierre, los intercambios internacionales disminuyen por primera vez desde 1945, las divisas fluctúan como locas y todo va de mal en peor. Para atenuarlos efectos de la crisis y preparar la recuperación, los Estados lanzan vastos programas.
¿Por qué? Primero, para liquidar las existencias y aliviar a las empresas que están hasta el cuello por falta de liquidez. Luego, lanzando nuevos proyectos para favorecer la inversión y darle un empujón a las industrias siniestradas. Por último, y más importante, para evitar que la recesión provoque revueltas sociales. La crisis llega cuando las desigualdades salariales alcanzan cotas nunca vistas y la juventud, ya de por sí en precario, se siente lacerada. Ningún país quiere que le suceda lo que a Grecia en los últimos meses.
¡Los franceses que tiren primero!
Cada país tiene sus propias preocupaciones. Grecia, España y el Reino Unido son los más tocados, y han adoptado planes muy ambiciosos que alcanzan hasta el 5,5% del Producto Interior Bruto. Sobre todo distribuyendo los créditos sobre los que reposaba su crecimiento. Francia, que echa en falta inversiones de capital, espera recuperar el terreno perdido. Los demás países avanzan con planes similares basados en la inversión y el consumo interno.
Sólo Alemania y Holanda se oponen a tanto gasto. Son también los únicos países con excedentes comerciales en Europa y, paradójicamente, los únicos que podrían financiar los planes de relanzamiento. Alemania no quiere pagar la factura de los demás una vez más. Como país exportador, tiene mucho más que ganar con los planes de relanzamiento de sus países clientes y apenas avanza en sus medidas anti crisis.
Lo que sucede es que las medidas anti crisis de un país se diluyen al transmitirse de inmediato a los países vecinos que no han tomado medidas, de ahí que hace 16 años se adoptaran los famosos criterios de Maastricht que obligan a una cierta ortodoxia presupuestaria a los Estados de la Unión para que no haga cada uno por su lado una cosa distinta de los demás.
La leonera europea
Cada país tiene la tentación de actuar por su cuenta, de alejarse de las reglas comunes y de entrar en una espiral negativa. Y es que los planes aprovechan antes que nada a quien no los lanza, mientras que el crecimiento de la deuda pública penaliza al valor del Euro y a los países con cuentas bien gestionadas y poca deuda. Algunos países podrían verse tentado por la idea de salirse de la zona Euro para llevar a cabo políticas presupuestarias más audaces. La Presidencia semestral checa de la UE ha hecho mucho por encontrar un compromiso y decidir quién pagará esta crisis. Si no lo logran, la crisis se convertirá en institucional.
El autor: Franck Lirzin
Fotos: Economist (clementpetit2/flickr), "C'est la crise" (alter1fo/flickr)