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¿Los norteamericanos vienen de Marte...

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... y los europeos de Venus? Desde hace unos meses anda esta pregunta latente en el aire. Si por un lado, las relaciones transatlánticas siempre han sido tensas, ahora se multiplican las manzanas de la discordia.

"Europa ha tenido un sueño. JFK (¡John Forbes Kerry!) es elegido presidente de los Estados Unidos y, como por arte de magia, Europa vuelve a encontrarse frente a ‘la América que le gusta’". Esta opinión de un internauta francés ilustra bien el sentimiento que hoy reina en Europa. De modo generalizado, los europeos tienen muy puestas sus miradas en las próximas elecciones presidenciales norteamericanas. Todas las esperanzas se concentran en torno al candidato demócrata. Un candidato que sabe ubicar Europa en un mapa; aún más, que habla francés y chapurrea el alemán; que ha cruzado ya el charco muchas veces, teniendo familia en Europa; y, por encima de todo, que no es Bush.

El final de los palmeros de Bush

Desde que Bush junior tomó las riendas de la Casa Blanca, en enero de 2001, nada ha funcionado bien. Al principio, sus pequeños patinazos e incoherencias nos hicieron sonreír a todos –"¡Mientras que uno lee Le Monde (Kerry), el otro no lee nada de nada!". Hoy por hoy, sólo surgen conflictos de intereses y conflictos a secas. Según Thierry de Montbrial, director general del Instituto Francés para las Relaciones Internacionales (IFRI), "las relaciones transatlánticas padecen desde hace años múltiples contenciosos comerciales y políticos". Uno de los temas más caldeados es el del medio ambiente, habiéndose negado los EE.UU. a ratificar el protocolo de Kioto (acuerdo que plantea la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero), "siendo además la economía que más contamina el planeta", nos recuerda el investigador. Otro asunto por el que no se puede pasar por alto es el del conflicto israelo-palestino. O el de la pena de muerte, vigente aún en numerosos estados norteamericanos. Todo ello con la guerra de Irak de fondo. En esta ocasión, a ojos de los europeos, el unilateralismo de la administración Bush alcanza su paroxismo, y por ello claman al cielo ante lo que consideran una falta de respeto a las organizaciones internacionales y un desprecio claro hacia Europa –simbolizado por la expresión "vieja Europa" lanzada por Donald Rumsfeld refiriéndose a Alemania y a Francia-.

De hecho, John Kerry ha denunciado abiertamente la política exterior de la Casa Blanca por ser "la más arrogante, necia y unilateral". Kerry afirma creer en el “multilateralismo”, "particularmente en relación con Europa". ¿Debemos por ello tenerlo por un salvador para Europa? Para muchos analistas, los actuales contenciosos no pueden ser imputados sino a la coyuntura. Divergen hasta las culturas políticas: judeo-cristianismo frente a laicidad; culto de la libertad individual, del capitalismo con sus self-made men frente a igualdad y socialismo.

¿Desprecio o indiferencia?

La ONU es a menudo considerada por los republicanos estadounidenses como una organización pro-europea y corrupta. Pero no sería justo hablar de anti-europeismo generalizado. Para empezar, los EE.UU. se hallan más divididos que nunca, "cerca de la guerra civil", según el periodista conservador Dennis Prager. Y esto por muchos motivos. Dentro del país, algunos aprecian a los europeos más que otros. Se los encuentra sobretodo entre los demócratas. Junto con John Kerry, estos últimos anteponen casi siempre una postura conciliadora, comprensiva y positiva de Europa y de la ONU, frente a la visión de los republicanos, más desconfiados, independientes y en negativo.

Es más, no todos los europeos tienen la misma fama. Los ingleses son considerados siempre un caso aparte… Y "los franceses también" asegura este republicano de California, "¡a pesar de que a veces juguemos al ratón y al gato!". Pero no sucede así para todo el mundo, si atendemos a lo dicho por Timothy Garton Ash, editorialista y especialista en relaciones internacionales. Según sus palabras, los Franceses son siempre el tonto preferido de los chistes en la costa este.

Muchos otros analistas parecen querer decir que a los americanos no les importamos prácticamente nada. Unos, porque no nos conocen, otros, porque no somos importantes, ya sea en términos de tamaño, de fuerza militar, o de relevancia política. Europa no es «ni un aliado ni un rival en potencia".

Hagan una prueba, para terminar: acudan al buscador Google y marquen la expresión –en inglés, para que los resultados sean comparables– "anti-Americanism in Europe". Comprueben que alrededor de 66 100 páginas aparecen en referencia. En cambio, marcando los términos "anti-Europeanism in America" no encontrarán más de 1 660 páginas. ¡A buen entendedor...!

Translated from Les Américains viennent-ils de Mars...