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Los mercados turcos esperan a Europa

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Default profile picture sven prange

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La situación económica de Turquía ya no supone un impedimento para su ingreso en la Unión. A pesar de la pobreza en el este de Anatolia, la realidad económica turca es mejor que la de algunos de los otros candidatos a ingresar en la Unión

Una primera aproximación a la economía turca puede causarnos una doble impresión: esta potencia media situada en el limite entre Europa y Asía está fracturada en dos como ninguna otra parte de Europa lo está. En la parte occidental podemos encontrar vibrantes ciudades comparables con Madrid, Lisboa, Atenas o Dublin. El otro lado, la parte de Turquía que se extiende al este, nos trae reminiscencias de Estados como Siria o Líbano.

Los datos estadísticos son bastante satisfactorios, tras la pesadilla vivida en 2001, los herederos de Atatürk han conseguido reconducir sus mercados a la senda del progreso. Tasas de crecimiento de de hasta un 10% son datos con los que los ministros de economía europeos tan sólo pueden soñar, mientras que en Turquía vienen siendo realidad desde 2002. Aunque debemos admitir que ese crecimiento se sustenta sobre pies de barro, puesto que vino dado por la devaluación de la Lira, lo que a juicio de algunos economistas, es un peaje demasiado alto. Para un país donde casi el 40% de la población, ya sea directa o indirectamente, depende de la agricultura, es normal que el crecimiento tenga ciertos límites.

Mejor que Rumania

Turquía no debe temer las comparaciones con alguno de los nuevos miembros o aspirantes a serlo. En Rumania, casi la mitad de sus habitantes aún viven en un medio rural, comparado con cerca del 25% que lo hace en Turquía (Rumania entrará en la Unión en 2007). Además, la renta per capita de Turquía para este año asciende a 3.750$, mientras que la de Rumania apenas llega a 2.290$. Aún así, esto no ha generado ningún debate sobre la idoneidad del antiguo imperio de Ceaucescu para acceder a la Unión.

Tampoco lo ha generado el hecho de que ni en Rumania ni en Bulgaria, la economía de mercado pueda describirse como en “pleno funcionamiento”. Siguiendo los criterios de Copenhague que debe cumplir antes de la adhesión, la economía de mercado, es un requisito sine quan non para acceder a este selecto club Europeo. Y en este aspecto no cabe la menor duda sobre la situación turca: “Turquía ya es una economía de mercado”, ese fue el veredicto claro y meridiano del gobierno alemán sobre el tema. Los grandes hombres de negocios Europeos adoptan posiciones bastante permisivas cuando se trata de la entrada de Turquía en la UE. En palabras de Arend Oetker -vicepresidente de la Unión Federal de Industrias Alemana (Bundesverbandes der Deutschen Industrie)-, “los mercados europeos se beneficiarían de la entrada de Turquía en la UE, puesto que Turquía es una economía en expansión con un gran potencial estratégico”.

Turquía ya está económicamente integrada con Europa, y sus lazos económicos con Alemania son más fuertes que los de Alemania con los países bálticos o con Chipre. Tanto es así que Turquía lleva siendo cliente de Airbus desde hace muchos años, hay empresas francesas con fuerte presencia en el sector de las telecomunicaciones y la empresa mixta alemana Siemens está colaborando a desarrollar un gran proyecto energético.

Ni un Euro de los contribuyentes Europeos

El temor a que la Turquía rural succione miles de millones en ayudas estructurales de Bruselas, es bastante infundado, al menos mientras la política agraria y sobre infraestructuras de la UE permanezcan tal y como ahora. El único problema radica en que lo más probable es que cambien, puesto que está claro que la UE no puede permitirse financiar la última ampliación con los medios de los que ahora dispone. Es por esto que la antiguas regulaciones sobre ayudas estructurales y agrarias ya no se aplican ni tan siquiera a los miembros más recientes. El “baúl del tesoro” europeo que suponen estos fondos tiene los días contados, está claro que los Estados miembro no tienen ánimo de redistribuir tanto dinero como tradicionalmente han venido haciendo.

Además, Anatolia no va a necesitar esos miles de millones de los contribuyentes Europeos, puesto que Turquía va en la dirección adecuada para poder hacer frente a ese gasto por si misma.

El notable crecimiento económico del año pasado ayudara a mitigar las impactantes disparidades que sufre el país y supondrá un nuevo empujón sobre las negociaciones de acceso. Se espera que la inversión directa extranjera crezca a un ritmo del 3-4% de su producto nacional bruto al año tan pronto como se abran las negociaciones sobre su acceso. Se supone que las rondas de negociación durarán al menos una década, pero a la vez, también supondrán una mejora de las relaciones con la Europa meridional.

No se trata de ignorar los problemas económicos turcos, pero lo cierto es que si los comparamos con los de Rumania o Bulgaria, difícilmente se sostienen como argumento en contra de la admisión de Turquía en la UE. Turquía no sólo pertenece económicamente a Europa, también es parte de ella desde hace mucho tiempo.

Publicado el 4 de octubre de 2004 en nuestro dossier Turquía: ¿Negociar o no?

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