Los destellos del arco iris: incertidumbre para la gente LGBT en Rumanía
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Cristina Lizarbe RuizLos derechos LGBT están lejos de ser universales dentro de la Unión Europea. En países como Rumanía, este tema puede encender acalorados debates y sumir en la confusión las vidas de la gente de a pie. Opinión.
En 2013, Adrian Coman y su pareja americana Robert Clabourn “Clai” Hamiltion decidieron darse el "sí, quiero" en Bruselas. Decidieron mudarse a Rumanía, el país natal de Adrian, con la esperanza de llevar una tranquila vida familiar. Desgraciadamente, Rumanía es menos comprensiva con el estatus legal de la pareja. El 20 de julio, después de dos años de lucha contra el sistema legal rumano, la pareja se enteró de que tendrán que esperar hasta septiembre para saber si su estatus como matrimonio será aceptado de forma oficial en Rumanía.
Ser gay en la Rumanía de hoy en día
Adrian y Clai son solamente una de las muchas parejas LGBT que luchan para ser aceptadas en la Rumanía de 2016. Resulta difícil y descorazonador entender cómo un país que actualmente forma parte la UE, que está inmerso en una espiral económica y tecnológica en ascenso, es aún incapaz de comprender la necesidad de reconocer a algunos de sus ciudadanos los derechos más básicos defendidos por la mayoría del resto de países de la UE. Como muchos otros países del este, a Rumanía le resulta complicado tener en cuenta todas las implicaciones del Artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos.
En mayo de 2016, 3 millones de rumanos firmaron una petición lanzada por un grupo de ONGs denominadas de forma colectiva "la Coalición de la Familia". La petición solicitaba un cambio en la redacción del Artículo 48 de la Constitución de Rumanía, de “Una familia se crea mediante un matrimonio consensuado entre los esposos” a “Una familia se crea mediante un matrimonio consensuado entre un hombre y una mujer.”
Obviamente, esto supuso una limitación de la amplitud de miras moral promovida en otros países occidentales, e hizo equivalentes el Código Civil de Rumanía (el Artículo 259 en particular) y la Constitución en detrimento de la comunidad LGBT; y es que también hubiera sido “legalmente justificable” adaptar el Código Civil a la Constitución.
Puntos de vista conservadores enfrentados a los derechos humanos
Los legisladores y los políticos que apoyan los valores morales tradicionales de Rumanía han cuestionado, entre otras cosas, la ética de la crianza de un niño por padres LGBT: la abogada Teodora Ionescu ha dicho que "No es posible que un niño pueda ser criado por dos madres o dos padres". A pesar de estar respaldadas por 3 millones de firmas, estas palabras fueron fácilmente desmontadas por los defensores del matrimonio gay. De hecho, los estudios llevados a cabo tanto en Europa como en EEUU han concluido que en los países donde las parejas del mismo sexo han estado adoptando niños durante años, no existe evidencia de que esos niños tiendan más hacia la homosexualidad que aquellos criados por parejas heterosexuales.
Algunos, detractores del matrimonio gay, sostienen que la Iglesia Ortodoxa de Rumanía jamás apoyará las uniones de personas del mismo sexo, ya que socavan principios bíblicos fundamentales. Otros, sin embargo, como la periodista Miruna Munteanu, defienden que “Tiene que haber una distinción clara entre la institución espiritual y clerical del matrimonio – nadie está pidiéndole a la Iglesia que cambie sus maneras.”
La retórica divisiva como “Los gays de verdad son los que han nacido así... El resto es pura propaganda” (de Mircea Badea, el presentador del late-night de la televisión rumana) y las recientes palabras por parte del gobierno de Rumanía que estipuló que “[Permitir] el matrimonio gay sería una devaluación de la importancia de la institución del matrimonio [y] la gente de Rumanía no está preparada para un cambio de este tipo” se añade a la sensación de inquietud que muchos Millennials tienen ante esta situación.
¿Y ahora qué?
Lamentablemente, en un irónico giro de los acontecimientos, el mismo día que Clai y Adrian descubrieron que su batalla legal aún no había acabado el Parlamento de Rumanía declaró que la definición legal de “familia” en el Artículo 48 de la Constitución cumplía los requisitos para ser revisada. La comunidad LGBT recibió su decisión con una profunda decepción, y sus simpatizantes rogaron a los parlamentarios que no olvidaran que la gente de a pie se verá obligada a llevarse la peor parte en sus futuras decisiones. En una entrevista con VICE Rumanía, Adrian hizo un descorazonador retrato de la realidad que afrontan Clai y él en este momento: “Sea cual sea la decisión en septiembre, no cambiará lo que somos o cómo nos amamos el uno al otro. Pero si mañana Clai ingresa en un hospital de aquí, ¿qué es lo que va a ser? Un simple extranjero; un extraño con un pasaporte extranjero.”
La realidad es que, independientemente de la decisión del Parlamento, no parece que la mentalidad rumana vaya a cambiar a corto plazo. Desde la infancia, a los jóvenes rumanos se les inculca una especie de miedo hacia cualquier cosa que sea distinta o que no encaje dentro de las normas sociales establecidas; un resultado de la sombra alargada proyectada por el antiguo régimen comunista, además de la fuerte influencia de la Iglesia Ortodoxa (de entre las denominaciones cristianas más conservadoras).
Este giro hacia una mayor discriminación solamente generará más agitación en el mundo. En vez de ello, deberíamos esforzarnos para tratar a todas las ideas por igual, incluso aquellas que no entendemos. A veces romper barreras conduce a un nuevo y mejor comienzo.
Translated from Rainbow sparks: Uncertainty for LGBT people in Romania