Los chicos del puerto
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“Los chicos del puerto”, la tercera película de Alberto Morais, no consigue conectar con el público.
Es poco creíble, insulsa y no transmite ese sentido profundo de la “importancia del viaje” que parece haber querido su director.
Ficha técnica
Año: 2013
Guión: Alberto Morais e Ignacio Gutiérrez-Solana
Duración: 78'
País: España
Director: Alberto Morais
Música: Xema Fuertes
Fotografía: Bet Rourich
Reparto: Omar Krim Alapont, Blanca Bautista Díaz, Mikel Sarasa Huici, José Luis de Madariaga, Ricardo Herrero, Pepa Juan
Productora: Olivo Films
El viaje como aprendizaje es uno de los temas recurrentes, y más hermosos, de la literatura y del
cine. Es un buen tema del que se puede sacar mucho provecho. Sin embargo, pese a intentarlo, “Los
chicos del puerto” no lo consigue. La historia no conecta con el público, los personajes carecen de
la profundidad que uno espera y visualmente es una película más.
Miguel, acompañado de sus amigos Lola y Guillermo, decide emprender una misión que su abuelo,
encerrado en casa, no puede: llevar una guerrera al entierro de un antiguo compañero. A partir de
ahí, los tres amigos deambulan solos por Valencia sin que ningún adulto repare en ellos.
La idea no es mala, pero el espectador no consigue empatizar con los protagonistas. Apenas sabe
nada de ellos, de lo que piensan o de las cosas con que sueñan. Cuesta entender las motivaciones
profundas de los personajes y encontrarle un sentido a lo que les ocurre.
“Los chicos del puerto” no resulta creíble, no convence de que los personajes puedan verse en esas
situaciones como si alrededor no los viera nadie. En definitiva, la idea original es buena, pero la
película no está a la altura de lo que pretende.
Antonia Ceballos