Los Blogueros tunecinos: 'No la llaméis revolución 2.0'
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Carme Laguarda RipollEn 2011 el mundo loaba la “revolución 2.0” tunecina. Si los blogueros eran los héroes, internet era su arma. Hoy, tres años más tarde, después de amenazas “online” y del regreso de los partidos tradicionales, los medios de comunicación sociales se erigen como un instrumento de doble filo incluso para los que habían sido retratados como la vanguardia del pueblo. ¿Larga vida a los blogueros?
Cuando me encuentro con Lina Ben Mhenni en el Gran Café du Theatre, en la avenida Bourguiba, todavía le falta el aliento. Mientras se sienta, con un gesto con la mano invita a su guardaespaldas a alejarse. Acaba de llegar de la universidad en la que da clases. Empiezo a hablar, pero ella mira hacia otro lado, más allá de la gran avenida, donde cientos de personas pasan, donde un ejambre de taxis recorre la calle. Tres años antes, en 2001, en esta avenida se materializó la “cyber-revolución” tunecina, la primera de la historia. Lina, a pesar de ser una de las bolgueras más conocidas del país, la considera un mito: “la gente moría en la calle, no online”, afirma – parece molesta de tener que seguir explicándolo. La alambrada que recorre parte de la calle confiere un peso particular a sus palabras.
A Tunisian Girl
En 2011 Lina es invitada a la televisión francesa. Tariq Ramadan, un conocido intelectual árabe, la acusa a ella y a los blogueros de no ser portavoces del pueblo y de haber sido financiada por instituciones estadounidenses. “Personalmente no conozco a nadie que haya cobrado por abrir un blog. ¿Dinero para qué? ¿Cuánto cuesta crear un blog?”, afirma tajante cuando le pregunto por el programa. Su historia personal es digna del mejor Tarantino: en 2007, con un portátil “comprado en un Carrefour cualquiera”, creó su primer blog, A tunisian girl. En principio, “un blog sobre asuntos fútiles”, admite sin reparos. Después, llega la censura de Ben Alì y la fama por su nominación al Nobel de la paz. Es entonces cuando Lina se convierte en uno de los rostros más importantes de la “revolución”.
Hoy, con un dictador menos y una Costitución más, vive bajo la constante protección de la policía. “Antes de la revolución estuve en prisión, pero al menos tenía un poco de espacio. Ahora sufro campañas de difamación y amenazas de muerte por Facebook: no viviría sin la protección de la policía”, asegura – sarcasmo y resignación se mezclan en una mirada dirigida a su guardaespaldas. ¿Cómo puede ser? ¿No eran los blogueros la vanguardia querida del pueblo alzado? ¿Y no era Internet el arma afilada de las jóvenes generaciones? “Blogs, medios sociales, internet: de instrumentos se han conviertido en un arma de doble filo por el propósito de la revolución”, admite Lina antes de sentenciar: “Hace 3 años, creía que todos querían mejorar nuestro país, pero era una idealista”. La lluvia cae sobre Túnez, a 15ºC escasos: el tiempo, a imagen y semejanza de la quebrantada cyber comunidad que describe Lina, se estrella contra el sentido común occidental.
EL CAMPO DE BATALLA
En relación a la población nacional total, Túnez es el primer país de África y del mundo en número de perfiles activos en Facebook. En 2001, el 50% de los usuarios de internet tenían una cuenta en Facebook. Actualmente, los secuaces de Zuckeberg son 3’4 millones y los números confirman que los medios sociales han calado hondo en Túnez (ver gráfico). Tal vez también por eso, en 2013, AbdelKarim (37) decidió fundar Social media club de Túnez. ¿Su objetivo? Hacer entender a los jóvenes la utilidad política de estas plataformas (el 60% de los usuarios de Facebook tiene entre 24 y 34 años). Él es de Zaghouan (a 50 km al sur de la capital) donde, hasta 2011, hacer política significaba “aplaudir al funcionario de turno, de visita en representación de Ben Alì”. Vive en Túnez desde 2002 y, además del árabe y el francés, entiende el italiano: la antena de su casa captaba el canal italiano Rai1. Me lo encuentro con Henda (30). Ella es del barrio de Ariana, en la periferia norte de la capital. Ambos se definen como blogueros –mientras imparten una clase sobre las radios en internet en el semisótano de la Agencia Tunecina por Internet (ATI), un edificio blanco de dos plantas que se encuentra en la avenida Jugurtha. Diez personas asisten al curso. El sol se cuela entre los barrotes de la ventana que da al patio.
Tras las ventanas, las sombras de las palmeras se alargan sobre el asfalto. AbdelKarim pone sobre la mesa su portátil, recubierto de pegatinas. El restaurante està casi desierto. “¿Los blogueros? Son como protones libres: cada uno va por su cuenta”, asegura – con el reflejo del escritorio en la pupila. “Ennahda en cambio está reclutando jóvenes para monitorear los medios sociales y llevar a cabo una campaña política en línea: todo se ha convertido en un campo de batalla”, confiesa. Hoy parece que las redes sociales, con Facebook a la cabeza, representen el Lejano Oeste político donde confluyen islamistas, comunistas y anarquistas. Cuando pregunto por el papel de los blogueros durante la revolución, es Henda quien me responde, sin pelos en la lengua: “Los blogueros han tenido un papel limitado en el curso del levantamiento– es raro oirles hablar de 'revolución'". Según ella, “ha habido un interés general, respaldado por los medios, de esconder el rol activo de otros movimientos sociales tunecinos: grupos organizados, no siempre pacíficos, y que no están satisfechos con lo que se ha conseguido”. ¿Uno de ellos? Takriz. Sin embargo, también este movimiento figura como un cyber think tank y según su página de Facebook estaría incluso clausurado.
Toda revolución necesita un rostro
¿Cuál ha sido entonces el verdadero papel de los blogueros? “Toda revolución necesita un rostro”, confiesa cínicamente Henda. Cuando le pregunto a AbdelKarim su opinión sobre las insinuaciones de Tariq Ramadan, por la ventana vemos un coche escoltado por la policía pasando como un rayo; lo sigue con la mirada esbozando una sonrisa ambigua. Después, al momento de responder, parece que se le forma un nudo en la garganta: “5 famosos blogueros tunecinos disfrutaron de una formación por parte de un think thank americano – un segundo de silencio antes de continuar – pero, ¿quién no lo habría hecho? ¡Por cazar a Ben Alì estábamos dispuestos a firmar un pacto con el diablo!”. Dificil llevarle la contraria si pensamos que ya hace 10 años, mucho antes de que el concepto de “bloguero” se impregnara de connotaciones políticas, el régimen “adiestraba a gente para vigilar por internet y para responder en los foros”, cuenta Henda. Eran tiempos en los que internet era solo una caja de resonancia de los asuntos privados. Después, todo cambió: la política de internet, la revolución 2.0 y el nuevo gobierno. No obstante, hablando con estos jóvenes activistas se podría decir prácticamente lo contrario. En cierto sentido es como si Ben Alì estuviese “muerto”, también lo estuviese la “revolución”, y los blogueros no se sientieran demasiado bien por ello.
Translated from I blogger di Tunisi: "Non chiamatela rivoluzione 2.0"