Locura e incertidumbre: cuatro escenarios tras las elecciones en Francia
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Llevamos dos años escuchando todo tipo de previsiones y análisis sobre el futuro de Europa y el rumbo que tomará un mundo que, torpemente, avanza a trompicones sobre una cuerda floja. Las páginas de los medios se llenan de análisis en un momento en el que la previsión es un ejercicio a medio camino entre el acto de fe y el deporte de alto riesgo.
"Trump no va a ganar. De hecho, Estados Unidos podría estar a punto de vivir un renacimiento liberal", escribió el analista político y columnista en The Guardian Michael Cohen. Cohen argumentaba que cada vez resultaba más complicado que los propios republicanos apoyaran a Trump, porque este había cambiado su estrategia: de atacar a extranjeros, había pasado a atacar a ciudadanos norteamericanos, algo que, evidentemente, no hace ninguna gracia al conservadurismo norteamericano. Meses después todos sabemos qué ha ocurrido.
A pocas semanas del referéndum sobre el Brexit, el columnista del Daily Mail Dan Hodges se mostró muy claro sobre el futuro británico en la Unión Europea: "El problema actual de la política británica ya no es si el Brexit puede ganar, sino cómo eligen perder. Siendo más específicos, si eligen hacerlo con elegancia y honor o de una forma que termine por destruirles como políticos, desgarre a los conservadores y ponga al gobierno británico al borde del colapso".
La evolución política en estos últimos tiempos nos ha demostrado que la realidad suele superar a la ficción… y a la previsión. Por estos motivos, y para curarnos de espanto, proponemos una serie de escenarios alternativos de cara a las inminentes elecciones francesas. Que no se diga que no os avisamos.
¿Por qué Marine Le Pen no va a ganar?
El consejero delegado de la consultora Avisa Partners Jacques Lafitte esgrime en Politico una serie de razones lógicas por las cuales resulta difícil pensar que la lideresa del Frente Nacional pueda convertirse en la futura presidenta de la República Francesa. No obstante, la política moderna si en algo se apoya es en la irracionalidad, en tomar las decisiones con el estómago, porque la cabeza ya nos ha jugado malas pasadas. Esto nos hace pensar que en nuestro escenario alternativo Le Pen sería la gran beneficiada del descontento.
Concretamente del de Manuel Valls que, a última hora y sorpresivamente, decide apoyar a la candidata ultraconservadora. Azorado por su derrota en las primarias socialistas frente a Benoît Hamon y ofuscado por el éxito creciente de Emmanuel Macron, Valls decide concentrar todos sus esfuerzos en echar por tierra sus opciones de victoria y la opción de victoria más clara no es otra que Le Pen. Una vez asentada en el Elíseo, la primera decisión de esta es expulsar del país a todas aquellas personas cuyos padres, abuelos y bisabuelos no sean totalmente franceses. Paradójicamente, uno de los damnificados de esta decisión es el propio Valls, con sangre española.
¿Por qué François Fillon puede ganar?
Etienne Dujardin reflexiona en Le Figaro sobre la que sería una de las sorpresas de estas elecciones. Presenta esta posibilidad argumentando que, a diferencia de la extrema derecha de Le Pen, Fillon podría construir un discurso más tibio que ilusione a la derecha moderada: seguridad, innovación, apoyo a las pymes serían algunos de los pilares de su política. Sin embargo, uno de los principales motivos por los cuales resulta tan complicado que Fillon pueda ganar las elecciones es porque sobre él se ciernen negros nubarrones cargados corrupción.
Su mujer, Penélope Fillon, está siendo investigada por supuestos empleos ficticios. En otras palabras, cobrar por un trabajo que no ha realizado. Una de las claves para tener éxito en política es ser capaz de convertir tus debilidades en fortalezas y eso es lo que ha impulsado a Fillon: ofrecer el mismo tipo de contrato mágico a todos aquellos que lo voten. La sombra de la corrupción siempre es fea, pero uno siempre es menos crítico cuando él es el beneficiado.
Martin Schulz y Emmanuel Macron podrían salvar Europa
Editor del Financial Times, Wolfgang Münchau pega un doble salto mortal y se arriesga a escribir sobre la influencia que podría tener la victoria de un determinado candidato no solo en las elecciones francesas, sino también en las alemanas. El autor habla de una política de acuerdos, de puntos de encuentro e integradora. Cierto es que en esta acrobacia tiene una red que amortigüe una posible caída: su planteamiento es conservador, no habla de milagros ni tampoco sentencia cómo será el futuro próximo. Pero en esa hipotética Europa no podemos evitar dejar correr la imaginación y pensar que sería lo más parecido a una reposición de los Teletubbies: diversión, felicidad, alegría y una profunda amistad.
Todos podríamos disfrutar de una vida en comunidad jugando al aire libre en un interminable día soleado. El problema es que esta trama podría verse abocada a un triste final. A los sectores ultraconservadores no les gusta nada los Teletubbies. En Polonia la defensora del menor, Ewa Sowinska, hasta se planteó investigar la posible homosexualidad de Tinky Winky. ¿Una Europa así daría alas al populismo? Visto así, este escenario tampoco se alejaría demasiado de la previsión de la escritora Virgine Despentes, que considera que una victoria de Marcon conseguirá que la extrema derecha se fortalezca aún más.
Yo seré una de las primeras sorpresas de la primera vuelta
En esta ocasión no hablamos de la previsión de un experto externo a la campaña, es el análisis de un propio candidato. ¿Hablamos de Mélenchon y su meteórico ascenso? No, quien ha pronunciado estas palabras no es otro que François Asselineau. Este veterano político, euroescéptico y próximo a la extrema derecha considera que él mismo será una de las revelaciones en estos comicios, tal y como declara a La Voix du Nord. Las encuestas no parecen estar de su lado. Hacerse con un uno por cierto de los votos sería una previsión bastante optimista.
Si la sorpresa no viene de mano de los resultados, ¿cómo será? Qué nervios, quizá se guarde un as bajo la manga. Es posible que quiera dar un giro a su imagen e impresionar a propios y extraños. ¿Nuestra apuesta? que el próximo 23 de abril acudirá a su colegio electoral cubierto por una enorme pero, a la vez, sutil bandera rusa. Lo que lleve puesto debajo lo dejamos a vuestra imaginación, aunque él ya nos ha dado una pista del tamaño de la bandera: