Lo que las imágenes de una tragedia desvelan sobre nosotros
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Belén Burgos HernándezDependiendo de la experiencia vital de cada uno, que una tragedia se produzca en tierras del tercer mundo, en Oriente Medio o en Occidente no tiene la misma repercusión. El punto de vista y la perpectiva adoptada no son los mismos ante ciertos acontecimientos. La elección de difundirlos o no también puede formar parte de una decisión muy estratégica.
Sangre coagulada que inunda una cuneta; un montón de cuerpos que yacen sobre baldosas frías, en lo que parece ser un pasillo de una universidad. Es la imagen de la masacre de 148 estudiantes perpetrada en el campus de Garissa, en Kenia, el pasado 2 de abril. La imagen ha circulado por las redes sociales y en la prensa. El ataque fue reivindicado por Al-Shabab, un movimiento yihadista islámico de Somalia.
La ley del muerto kilométrico
¿Habríamos visto imágenes similares de los cuerpos de los dibujantes de Charlie Hebdo, asesinados por los hermanos Kouachi el 8 de enero de 2015? ¿Hemos visto imágenes del tiroteo que tuvo lugar, unos días más tarde, en Copenhague? Si nos remontamos en el tiempo, recordamos las imágenes del tiroteo que tuvo lugar en una escuela infantil de Newton en Estados Unidos a finales de 2012 y que causó 28 muertos, entre ellos 20 niños. ¿Habríamos podido soportarlas? ¿Por qué nos resulta más fácil ver -o a los medios de comunicación más fácil mostrárnoslas- las imágenes de keniatas, somalíes, chadianos o centroafricanos asesinados que las de europeos o estadounidenses?
Porque la ley de la proximidad -o "ley del muerto kilométrico"- nos obliga a ello. En periodismo, es un concepto que hace que seamos más sensibles a un asesinato cometido al final de nuestra calle que a una explosión que hubiera causado cientos de muertos en alguna parte del otro extremo del planeta (en Siria, por ejemplo). Los atentados de los días 8, 9 y 10 de enero en París causaron 20 muertos, 3 de ellos terroristas. Al mismo tiempo, el 10 de enero en Nigeria, Boko Haram arrasaba 16 localidades, provocando 2.000 muertos y la huida de 20.000 supervivientes. La "peor masacre" del grupo terrorista, según Amnistía Internacional. En aquel momento, una simple búsqueda de imágenes en Google os habría proporcionado una enorme cantidad de osarios desde todos los ángulos.
Se quiera o no, muchos se hacen una pregunta en este sentido: ¿Tiene más valor la piel de un occidental que la de un habitante del tercer mundo? Para el sociólogo experto en medios de comunicación, Jean-Marie Charron, la pregunta es legítima. El accidente intencionado del avión de la compañía Germanwings ha dejado 148 muertos mientras que en Garissa se contabilizaron 149 estudiantes asesinados. El accidente aéreo se produjo en territorio de la quinta potencia mundial. No así la masacre de Boko Haram en Nigeria, y ¡mala suerte! en el caso de la de Kenia.
Según Jean-Marie Charron, en ese momento interviene el aspecto cultural: "Desde un punto de vista geográfico, el continente africano está más próximo a Europa y, sin embargo, somos más sensibles a las tragedias que ocurren en Estados Unidos. Es la dimensión cultural norteamericana la que predomina.
Nos proyectamos e identificamos más con las víctimas estadounidenses que con las africanas. La complejidad de los sistemas socioculturales, de tribus, de castas y la falta de divulgación por parte de expertos y periodistas impide la identificación del público con un fenómeno o un suceso que ocurra en África. Es lo mismo que pasa en Irak, en Mali y en Libia con los sistemas de milicias, las imágenes de Epinal [una visión tradicionalista y naíf de las cosas que se decanta únicamente por su lado bueno] e incluso colonialistas de la información".
Por lo que respecta a Nigeria y a la República Centroafricana, la dificultad de los periodistas y de las ONG's para trabajar in situ, hace que las redacciones sean reacias a enviar corresponsales. Respecto al norte de Nigeria, Reporteros Sin Fronteras califica incluso el territorio de "agujero negro de la información". Realmente, los únicos testigos de los actos violentos de Boko Haram, o de Al-Shabab en Somalia, son las propias víctimas.
Mostrar o no mostrar las imágenes: Una elección objeto de debate
Los Shebabs (Somalia) se han fijado como objetivo a los estudiantes, la élite y el futuro del país. Un símbolo tan importante y preciado como el que tocaron los hermanos Kouachi al atacar Charlie Hebdo. La cuestión es saber por qué las imágenes de ramos de flores y de recogimiento son suficientes para salvaguardar la dignidad de las víctimas de una tragedia en occidente mientras que las de montones de cuerpos y fosas comunes se publican con frecuencia cuando se trata de África.
He recogido a continuación una entrevista de Élise Lucet (presentadora del informativo de la 13:00 de la televisión France 2 y de un programa de investigacion), emitida en la cadena France 5 el pasado 18 de enero. En ella se habla sobre una conversación telefónica con el que fue el primero en llegar al lugar del atentado de Charlie Hebdo. El periodista fue incapaz de grabar la escena del crimen porque estaba horrorizado. Élise Lucet insistía y el cámara se esforzaba para explicarle: "Élise, [silencio], es una matanza". En ese momento, la periodista comprende que es un atentado. Si su colega no ha podido grabar es porque el horror le ha podido y porque ese horror aquí es excepcional e inédito, puesto que ocurre en París.
Élise Lucet se pregunta sobre la necesidad de enseñar las imágenes de la muerte de Coulibaly.
Esta conversación entre periodistas ilustra perfectamente el concepto de "muerto kilométrico", donde nuestros límites no son los mismos dependiendo de que la tragedia ocurra ante nuestros ojos o en la otra punta del planeta. Hay que saber que en Francia está prohibido publicar una foto, difundir imágenes de vídeo o ilustrar mediante dibujos una escena de un crimen. La misma problemática sobre si mostrar o no la ejecución de Amedy Coulibaly (cómplice de los hermanos Kouachi) en el supermercado Kosher, en directo, se planteó al tercer día del atentado de Charlie Hebdo.
El grupo terrorista Estado Islámico (DAESH, por sus siglas en árabe) entendió que, mostrando la ejecución de James Folley, el impacto emocional en el mundo occidental sería muy fuerte. Puesto que mostrar o no las imágenes es una decisión estratégica militar, Jean-Marie Charron explica: "Desde la guerra del Golfo, la decisión de no enseñar los cuerpos de víctimas civiles contribuye a mostrar la eficacia de una intervención militar. La llegada de los drones a los contingentes militares estadounidenses ha dado lugar al concepto de “ataques selectivos”. Mostrar la ejecución de un ciudadano estadounidense por parte del Estado Islámico desvela las decisiones políticas y las debilidades tácticas de una gran potencia mundial". Los dos casos particulares responden a la decisión de informar simplemente de la tragedia y mostrarla, respectivamente.
Translated from Ce que les images de guerre disent de nous