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Lecciones de cálculo

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La cumbre en Bruselas de los días 16 y 17 de junio se ha saldado sin acuerdo presupuestario. Y todo a pesar del esfuerzo del fontanero polaco. ¿Cómo hemos llegado a este punto?

Jueves 16, son las cuatro de la tarde en el castillo de Meise, a unos kilómetros de Bruselas. Junto a otros Jefes de Estado y de Gobierno de derechas en el gran sarao organizado por el Partido Popular Europeo (PPE – derecha), el Canciller austriaco Wolfgang Schüssel se suelta la melena a propósito de la Constitución: “No me gusta la palabra pausa, pareciera que nos queremos tumbar a la bartola”. A lo que luego añadió: “Yo estoy a favor de una fase de actividad en la que bajemos a la calle a explicar porqué esta Constitución es buena”. Echamos un vistazo a sus pantalones: el canciller calza zapatos de deporte.

Concesiones y gestos de cara a la galería

Al día siguiente hacia las 17.00h, nos encontramos en el hotel de Jacques Chirac. “Cosa rara”, apunta Béatrice Gurrey en el relato que hace de la escena en Le Monde, el Presidente francés ha convocado a la prensa para darle, off the record, algunas precisiones acerca de las concesiones francesas para lograr un acuerdo sobre el presupuesto europeo. París está dispuesto a una contribución presupuestaria cercana al 1,06% de su PIB, y a contentarse con la simple congelación del cheque británico (que hasta ahora ha aumentado cada año).

Y es que tras los entrantes digeridos con facilidad la víspera -sobre la Constitución-, el Consejo se ha lanzado el viernes por la mañana sobre el plato fuerte: la negociación de un acuerdo sobre las perspectivas financieras de 2007-2013 para la UE. Aunque estas negociaciones se adelanten al calendario previsto, desde el 29 de mayo nos machacan con que un acuerdo lanzaría una señal de fortaleza: lo mejor que podría suceder para “que Europa avance”. En resumen, todo lo necesario para que nos temamos otra Niza, un acuerdo forzado sobre unos compromisos malos. Mucha mano tendida y mucho gesto por parte de Chirac, sin duda para que nadie se percate de que las propuestas son ralas, muy ralas en contenido.

Chirac exige, en contrapartida a los “esfuerzos” franceses, que no se toquen las ayudas directas percibidas por los agricultores de su país. “Es absurdo”, defiende, “el calificar la Política Agrícola Común (PAC) de arcaica”. No sería “civilizado”, a su entender, el cuestionamiento de un acuerdo firmado [en alusión al acuerdo arrancado en 2002 que sacraliza la PAC hasta 2012]. Se despacha, pues, con todo un upercut contra Blair y un montón de teletipos minutos más tarde anunciando que Francia estaría dispuesta a nuevas concesiones. Ahora Chirac ya puede bajar a la calle a darle la mano a todo el mundo; el mensaje ha calado.

Vergüenza

Intratable, parapetado en sus posiciones y apoyado por holandeses y suecos, Blair no quiere saber nada del asunto. Rechaza la última propuesta de la presidencia diciendo que es “peor que la precedente”. El fracaso es evidente y el golpe aturde a todo el mundo. Reuters anuncia el final de la cumbre a las 11.00h. Todos se dirigen hacia las salas en las que los jefes de cada delegación darán su conferencia de prensa. La noticia se propaga pronto como un reguero de pólvora, de portavoz a periodista, de móvil a móvil.

A propuesta de Polonia, los diez nuevos Estados miembro anunciaron su disposición a renunciar a una parte de las subvenciones europeas que les habían sido afectadas en el presupuesto, para permitir un acuerdo durante esa noche. “Le pregunté al Consejo: bueno, si lo que se trata es de dinero…, ¿cuánto queréis?”, explicaba el Primer ministro polaco Marek Belka. Uno a uno, los diez nuevos miembros expresaron su resignación.

Pero la audiencia cree estar soñando: ¡menuda lección europeísta de los recién llegados a los de siempre! A la luz de las concesiones hechas por los diez, cada uno de los quince tendrá que tragarse sus cálculos y sus orgullos nacionales; no podrán quedarse sin decir nada.

A pesar de la “vergüenza” que siente, Jean Claude Junker, Presidente del Consejo y Primer ministro luxemburgués, constata si embargo que los quince en su conjunto no han comprendido el mensaje. Nadie reabre las negociaciones. Así, durante una hora escasa, el electrochoque polaco sacó del coma al Consejo e hizo comprender a algunos que no todos los polacos son fontaneros. Pero nada hubiera sido suficiente esa noche.

calzar zapatos de deporte

El fracaso en el acuerdo sobre las perspectivas financieras no es de ningún modo otra crisis institucional. Un acuerdo tomado tan rápido hubiera sido un símbolo, es cierto, que no hubiera estado a salvo de renegociaciones tardías. Pero por encima de los símbolos, el proyecto europeo necesita ser explicado de nuevo a cada uno, desde el jefe de Estado al ganadero, desde los británicos a los italianos. Y si Wolfgang Schüssel así lo quiere, muchos de sus vecinos estarían dispuestos también a calzar zapatos de deporte para hacer pedagogía; toda ayuda será bienvenida. Hay mucho trabajo por delante.

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