Le Bloc Identitaire: la nueva extrema derecha francesa
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Yasmina Guye SanchoDurante las elecciones regionales francesas del 14 y del 21 de marzo de 2010, fue imposible no oír el discurso de los militantes de la Asamblea Identitaire Francesa y no porque este movimiento que se autoproclama defensor de la civilización de “los europeos de pura cepa” triunfara en las urnas, sino porque todos los partidos de extrema derecha han retomado su discurso anti-islamista
“Padecieron la inmigración y, desde entonces, viven en reservas”. Por muy rara que parezca esta comparación, los miembros del Bloc Identitaire asimilan su combate al de los indios americanos en los tiempos de la conquista del Oeste de lo que hoy es Estados Unidos. La formación, que nació en 2003, lucha por proteger su identidad: regional, nacional y europea. Así pues, para Fabrice Robert, el presidente del grupo del jabalí (este animal es su símbolo) y antiguo miembro de l’Unité Radical, disuelta por la justicia en 2002, “la identidad es ante todo lo que diferencia a un pueblo del otro o como decía el General de Gaulle: Somos un pueblo europeo de raza blanca, cultura grecolatina y religión cristiana”. Para André-Yves Beck, portavoz de Jacques Bompard (alcalde de Orange y líder de la Ligue du Sud, partido que obtuvo el 2,69% de los votos en las elecciones regionales en la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur) esta forma de posicionares implica el rechazo de aquellos que no comparten este “destino común”.
Un partido anti-islamista
Las elecciones representan un punto importante para los identitarios. Según Frabrice Robert, el objetivo del bloque es el de implantar localmente una red de miembros electos para arraigar así su peso político como lo ha hecho la Lega Nord. Si bien ahora sus resultados electorales son mínimos, la formación ha dejado su huella con sus numerosos golpes mediáticos. Así, el primero de marzo transformaron el eslogan del día sin inmigrantes, “24 horas sin nosotros”, en “24 horas sin ellos, ¿y porque no todo un año?”. El punto clave de la campaña es el miedo a la islamización del país y al mestizaje cultural. Se trata de dos temas que han sido ampliamente retomados por el conjunto de los partidos de extrema derecha, incluido el Front Nacional. Aún así, los “europeos de pura cepa” denuncian la actitud de Jean-Marie Le Pen, pues consideran que no es lo suficientemente intransigente frente a la inmigración. Lacónicamente, André-Yves Beck comenta que los cinco pilares del Islam son incompatibles con la forma de vivir francesa. Así pues, estos europeos “de pura cepa” consideran que la llegada de una cultura extra-europea y magrebí es una fatalidad impuesta. Los militantes se movilizan por lo tanto para defender la supremacía de los ‘machos blancos’ de la misma forma que lo hicieron en 2009 contra la política de contratación de la empresa Areva. En aquella época, su grito de guerra era: “Los nuestros antes que los otros”.
“Racismo culturalista”
Jean Yves Camus, politólogo del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), engloba este discurso en un “racismo culturalista”; un discurso que ha podido prosperar en una Europa insegura, enferma económicamente, asustada por la globalización y por el declive en la importancia de Europa que esta globalización podría provocar (¿o que ya ha provocado hace mucho tiempo?). Para los identitarios, Europa es ante todo una civilización, una historia común. Por eso rechazan la construcción tecnocrática de la Unión y desean una Europa federal, compuesta por naciones y provincias históricas. Para facilitar la concepción de este proyecto, los distintos movimientos europeos se están planteando la posibilidad de crear una escuela de ejecutivos identitarios (una propuesta respaldada por el Bloc Identitaire, la Lega Nord y el Vlaams Belang flamenco).
En Francia, el Bloc aún se está estructurando. Se trata de un partido compuesto por antiguas figuras del Front Nacional, del Mouvement Nacional Républicain de Bruno Mégret y del Mouvement Pour la France de Philippe de Villiers que quieren, ante todo, deshacerse de las etiquetas del pasado, llegando incluso a despistar al hablar de sus ideales políticos. Richard Roudier, cabeza de lista de la Ligue du Midi (que en las pasadas elecciones obtuvo un 0,71% de los votos en el Languedoc Rousillon) comentaba que no son ni de derechas ni de izquierdas. Son ecologistas, regionalistas y anticapitalistas a la vez. “Luchamos para no convertirnos en homos economicus”, sostiene Françoise, una naturópata militante de la Ligue du Midi. Sin embargo, no han emprendido ningún combate revolucionario frente a los peligros de una “uniformización” provocados por los gigantes de la industria agroalimentaria. De hecho, si el 8 de marzo estuvieron en el restaurante Quick de Villeurbanne, en la región de Rhône-Alpes, fue sobre todo para manifestarse en contra de la oferta de menús halal y para defender sus convicciones anti-musulmanas. “El Estado ya no cumple con su deber de proteger a los ciudadanos, nosotros no nos contentamos con discursos, pasamos a la acción”, exclama Bruno Vendoire, responsable de la comunicación del Bloc Identitaire.
Los militantes se pasan al 2.0
En el terreno “los franceses orgullosos de sus raíces” organizan patrullas ciudadanas en los trenes regionales, en los institutos e incluso en el centro de las ciudades. “Tienen que saber que es nuestro país”, exclama François, un joven militante de 19 años que estudia derecho en Montpellier y que está convencido por un discurso que alía la teoría y la práctica. Los jóvenes son una diana prioritaria para el Bloc, que busca captarlos en la red con blogs, cuentas Twitter y en Facebook. Además, sus representantes han invertido en una puntera aplicación: la agencia Novopress, un medio de comunicación con muchísimas referencias en Google que publica cada día unos quince comunicados de prensa para contribuir, dicen, a la “reinformación” de los ciudadanos.
“Los jóvenes son los primeros en enfrentarse a la realidad de la delincuencia debido al chantaje y a la violencia presentes en las escuelas”, comenta Philippe Vardon, cofundador del Bloc y presidente de la liga regional NissaRebela. El también cantante del grupo de hard rock Fraction sostiene un discurso radical y sin tabús. Sus afirmaciones le han costado muy caro: en octubre de 2008, el Tribunal de Apelación de Aix En Provence le condenó a una multa de 16.000 euros por distribuir panfletos en los que aludía al velo y a las violaciones (“Ni veladas, ni violadas”) cerca de un instituto. Se trata de provocaciones ideológicas al borde de la ilegalidad que han logrado que se hable de ellas.
Translated from Le Bloc Identitaire : la nouvelle droite populiste française