Las grandes lacras del fracasado modelo económico español
Published on
Es hora de una revisión autocrítica y de afrontar reformas estructurales en una España autocomplaciente
La grave crisis que padece el sistema financiero internacional, con súbitas caídas en todas las bolsas y un ambiente de pesimismo generalizado, muestra a las claras la debilidad del modelo económico de crecimiento español, toda vez que todas las alarmas se han encendido y los indicadores macroeconómicos comienzan a revelar lo endeble que resulta su estructura económica. Un duro test para la economía española que ha tenido un adverso y rápido impacto en el empleo, el cierre de numerosas empresas y una caída en los precios del mercado inmobiliario.
Cero en competitividad e investigación
En España se trabaja poco, mal y con poca eficacia, por no hablar del estado vacacional permanente en que vive el país. Según el índice global de competitividad,publicado hace poco la revista The Economist, España ocupa el puesto 30 en competitividad, muy por detrás de países como Irlanda, China, Taiwán, Israel, Estonia, Malasia, Chile, India y Corea del Sur. Casi todos los países de la Unión Europea le superan en competitividad, lo cual es lógico si tenemos en cuenta que los trabajadores españoles pasan más tiempo de vacaciones que trabajando propiamente dicho: entre días de asueto oficialmente aceptados, fines de semana, puentes, navidades y vacaciones de verano, en España no se pega ni golpe.
El asunto de la creatividad comercial y la investigación en tecnología ocupa otro aspecto que merece la pena destacar, pues en este índice, citando la misma fuente, España no aparece ni en los primeros 24 puestos, entre los que destacan países como Taiwán, Islandia, Holanda, Singapur, Austria, Eslovenia e incluso Grecia. Por ejemplo, pese a sus pretensiones por estar en el grupo de los grandes países ricos del mundo, España ocupa el puesto número 13 en patentes registradas y en el índice de tecnología de la información y comunicaciones, ni siquiera aparece entre los 24 primeros países.
Ineficacia y déficit público
En lo que respecta al índice de libertad económica, España ocupa un lugar nada destacado, situándose en el puesto 27, por detrás, de nuevo, de la mayor parte de los países de la UE y de países en teoría menos desarrollados, como Chile, Estonia, Chipre, Lituania, Taiwán e incluso Trinidad y Tobago. Ya hace años, el Banco Mundial señalaba que en España es casi imposible crear una empresa –lo cual es absolutamente cierto, porque implica un papeleo y una burocracia casi soviética- y así se pone de manifiesto en el último informe de esta institución, donde, en un análisis de 178 economías, España se sitúa en el puesto 38 en cuanto al grado de facilidad para llevar a cabo negocios, pero se pierde en el 118 por lo que respecta a la apertura y puesta en marcha de un negocio.
El Estado derrochón e infuncional gasta más de lo que recauda. Apelando de nuevo a los indicadores económicos publicados este año por The Economist, España es el segundo país en deuda pública, tan solo superado por los Estados Unidos, aunque es el primero de la UE en derrochar los impuestos de sus ciudadanos. Por no hablar del pésimo funcionamiento de su administración pública y de su escaso grado de operatividad para hacer frente a los nuevos retos y desafíos de la sociedad global.
Sí está en los primeros puestos de los indicadores económicos en cuanto a costes laborales, donde se sitúa en el lugar número 18, superada tan solo por las economías más ricas y dinámicas del mundo. Sus costes son, por ejemplo, similares a los de Estados Unidos, Irlanda y Japón, pero su renta es casi la mitad que la norteamericana y sensiblemente inferior a la japonesa. Es decir, produce menos y peor pero casi al mismo precio. Es necesaria una profunda reforma laboral, en el sentido de hacer más productiva y menos costosa su mano de obra.
Escasa proyección exterior de la economía española
Al empresario español le cuesta hacer las maletas, invertir fuera de casa, hablar otras lenguas e implementar sus negocios y ventas en el exterior. De su entorno más inmediato, la UE, los Estados Unidos y los países más desarrollados del mundo, España es uno de los países que menos exporta, muy por detrás de Italia, Francia, Alemania, Japón, Estados Unidos y Canadá (que, por cierto, tiene una población mucho menor que la española).
Así las cosas, y huyendo de la fácil complacencia que se respira en determinados ámbitos de la península, sería necesaria una revaluación de la economía española en términos generales y huir de los manidos tópicos triunfalistas que a veces exhiben sus dirigentes políticos y económicos. Sin la necesaria autocrítica es imposible superar situaciones de crisis y dar respuestas a los evidentes problemas que presenta su marco económico desde una perspectiva objetiva, racional y exenta de pasiones patrias. A los españoles les toca elegir.