Las culturas de Europa en el mundo: un año oscuro para Francia
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Francisco Chica GarcíaLos valores, las actitudes, los modos de vida… Los países europeos exportan su cultura y su lengua por el mundo para hacerles dialogar. Cafebabel.com dedicará una serie de reportajes a esta 'diplomacia' cultural. Primera etapa: La red francesa que se estrella en el extranjero
¿Cuál es el rumbo que seguirá la armada cultural francesa formada por 148 institutos y centros culturales y por más de mil alianzas francesas por todo el mundo? La red cultural francesa debe colocarse en el centro de la 'francosfera' para encontrar una nueva inspiración. Y sin embargo… la bajada general de los créditos públicos para la financiación de la acción cultural exterior alcanzará el 30% en algunos puestos diplomáticos y se establecerá en un 20% de media en toda la red cultural este año. Este es el veredicto inapelable de la ley de finanzas de 2009 para la red cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE). Además de la dificultad recurrente ligada a la falta de medios públicos, la Red se enfrenta a una serie de problemas de fondos cuya urgente resolución crearía las condiciones posibles para su modernización. Se necesita del compromiso público del Estado para relanzar la acción cultural al ámbito internacional. Y no les resultaría caro a los franceses financiar este relanzamiento, la red cultural hace tiempo que está cofinanciada por recursos privados.
Un problema de gobierno
Reescribir la hoja de ruta de esta red, cambiar su razón de ser institucional, sería también una manera de salir de la crisis actual por lo alto. Una nueva dirección llamada 'de la mundialización' se está colocando en el seno del MAE. Esta deberá guiar la acción cultural exterior del Estado francés. Pero en esta nueva organización ministerial, la acción cultural parece ahora un apéndice menor, puesto que la mundialización está más enfocada hacia una perspectiva económica.
Falta de visibilidad
La red cultural francesa no es bien identificada por los franceses de la metrópolis. Muchos piensan que depende del Ministerio de Cultura y que tiene funciones equivalentes. Algunos de los políticos nacionales elegidos, a excepción de algunos senadores franceses del extranjero, se ocupan de cuestiones relativas a la acción cultural exterior francesa. A falta de una visión política mayor para replantearse sus misiones, la red cultural se encuentra frente a una profunda encrucijada.
Una identidad particular no siempre bien vista, la de Quai d’Orsay
El personal que trabaja en la red cultural no está formado por diplomáticos. El sistema de reclutamiento privilegiado consiste en la llamada a “especialistas” venidos de diferentes campos profesionales (personalidades del mundo del arte, profesores, estudiosos de la cultura). Esta 'diversidad' en el reclutamiento es una de las identidades de esta red. La coexistencia con el mundo, más clásico en su gestión, de diplomáticos de carrera no es siempre evidente. Numerosos embajadores y responsables del MAE temen las tentativas de autonomización de la red, miedo de ver cómo se les escapa una 'diplomacia de influencia cultural' que es uno de los pilares de la acción internacional francesa.
Una pequeña revolución financiera lograda
Sin embargo, una cosa es cierta, los medios públicos necesarios para relanzar esta red serían modestos: en estos momentos, el coste global de la red es inferior al presupuesto para el funcionamiento de la Biblioteca Mitterrand o de la Ópera Bastilla. A pesar de todos los problemas de fondos no resueltos, la red ha llevado con éxito una pequeña revolución silenciosa en el dominio financiero: la de ver crecer la parte de las fuentes privadas en su financiación. Los institutos culturales de Europa están a día de hoy autofinanciados en más de un 50% por el mecenazgo de la empresa, la cofinanciación con instituciones culturales locales y los ingresos por la venta de cursos de francés. Relanzar la red cultural, por lo tanto, no les saldría caro a los franceses.
Hacia un mundo mestizo
Para reformar útilmente esta red, habría que, en primer lugar, darle una hoja de ruta clara y que fije el rumbo hacia una mundialización alternativa y generosa, acompañando 'el comienzo del mundo' nuevo, esta modernidad mestiza que evoca Jean-Claude Guillebaud en su reciente obra. Por el momento, la acción cultural exterior no es más que uno de los pilares de la acción diplomática del Estado que declina su estrategia de influencia ante las élites culturales locales a riesgo de dar la impresión de ser un club cerrado, de una élite francófona que vive dentro de una burbuja. En lugar de poner la cultura al servicio de la diplomacia, pues es hoy el poder blando o soft power, ¿no es hora ya de colocar a la diplomacia al servicio de una cultura francófona abierta y a través de una lengua francesa renovada por los aportes de los escritores y locutores de antigua colonias francesas o de los franceses del DOM-TOM (Departamento de Ultramar)?
Translated from Les cultures d’Europe dans le monde : une année noire pour la France