La vida después de la adhesión
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mercedes acostaTras el optimismo provocado por la adhesión a la UE, la desilusión ha surgido en los nuevos Estados miembro. La vida diaria les está deparando algunas sorpresas no muy agradables.
Entre la República Checa y Eslovaquia prevalece una relación especial basada en una larga historia común. Con anterioridad a la adhesión bastaba un documento de identidad (el DNI era suficiente, no siendo el pasaporte necesario) para visitar a los amigos y familiares a ambos lados de la frontera(frontera que nadie consideraba una verdadera barrera), mientras que los estudiantes eran tratados en ambos países como nativos recíprocamente. Sin embargo, tras la adhesión a la UE, el carácter de estas fronteras se ha visto modificado de forma radical. La libertad de movimiento ahora se limita a la posibilidad de cruzar la frontera en sólo algunos puntos determinados.
La bendición de los formularios E-111
Hasta el 1 de mayo de 2004 la atención sanitaria en ambos países era posible siempre y cuando se presentara la tarjeta de la Seguridad Social del país de origen. El importe de los servicios era calculado directamente entre el médico y el seguro médico del paciente. Después del grandioso 1 de mayo las medidas burocráticas de la “familia europea” se aplican también a la antigua Checoslovaquia. La tarjeta de la Seguridad Social ya no es suficiente; la adhesión a Bruselas viene acompañada de tapadillo del formulario E-111. A escala europea la posibilidad de un seguro médico de cobertura europea es sin lugar a dudas una buena idea, pero para la República Checa y Eslovaquia esta medida sólo supone papeleo adicional. Rellenar formularios como el E-111 implica una pérdida de tiempo, sobre todo cuando dicho procedimiento ha de repetirse cada seis meses.
Tecnocracia surrealista
El panorama es aún peor si tenemos que visitar las oficinas de inmigración. Hasta el año pasado, el proceso a seguir por un eslovaco para registrase en Praga implicaba una visita relativamente breve de unas dos horas a una céntrica comisaría de Policía bien conectada por metro. Rellenabas un formulario de tan sólo una carilla y un mes más tarde recibías la confirmación. Sin embargo, la situación ahora es bien distinta: surrealistas directivas tecnocráticas emanadas desde el mismísimo corazón de la UE aseguran inimaginables momentos de diversión para todos los extranjeros que tengan la buena intención de querer registrarse por si mismos. El Registro por completo ha sido trasladado a las afueras de Praga y las colas son tan largas que a veces ni siquiera se llega a acceder al edificio. Después de rellenar un formulario hasta cierto punto inteligible compuesto por un cuadernillo de seis páginas, cuando uno piensa que por fin ha llegado su turno, no se puede cantar victoria, pues resulta que la fotografía de carné no cumple con la normativa europea. La ingenua esperanza de que todo se solucionará en cuestión de minutos se desvanece rápidamente: en primer lugar, uno debe volver a presentarse en las dependencias 60 días después para recoger la confirmación del formulario y, después de hacer la misma cola por segunda vez, quizás llegue su turno. Pero, ¿qué pasa si después de todo esto a los burócratas de Bruselas se les ocurre otra nueva idea genial?
Ilusión de libertad
El entusiasmo inicial por la entrada en la Unión reinante entre la comunidad estudiantil se ha ido desvaneciendo en parte debido al gran recorte que ha sufrido el numero de becas del que venían beneficiandose los estudiantes de los países excomunistas. La explicación tan convincente que se nos da es la siguiente: las condiciones de vida en los países de la Unión son altos así que las ayudas sociales financiadas por los Estados miembro ahora se destinan a los estudiantes de los países extra comunitarios del Sureste Europeo. Esta política no admite contraargumentación. Al fin y al cabo los políticos siempre nos han estado diciendo que debemos dar a quien más lo necesite. Con el optimismo, la educación occidentalizada y las habilidades idiomáticas a las que esas ayudas conducen, los países del sudeste serán los protagonistas de la próxima y significativa ampliación de la Unión.
Aunque quizás, lo peor de todo es que la Libertad de movimiento de los trabajadores, ese dulce panal con el se engatusó a las pequeñas abejas del bloque del Este, no es tal “libertad” puesto que los apicultores occidentales han anunciado un cierre temporal de sus colmenas para las abejitas de la nueva Europa. Otra bofetada en al cara de los estudiantes, puesto que ya no podrán mejorar su situación financiera trabajando los veranos en los países más veteranos de la Unión.
¿Hay algo que falla en este gran engranaje europeo? Una cosa es segura, el milagro económico del pasado 1 de mayo no se produjo. ¿Acaso fuimos víctimas de una sucia jugarreta o es que simplemente estamos viendo la realidad sin nuestras lentes de color de rosa?
Translated from Das Leben nach dem Betritt