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La unión europea de Puggy

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Cultura

Un inglés, un francés y un sueco se conocen en Bruselas, empiezan a tocar juntos y deciden montar un grupo. Aunque la historia empiece como un anuncio del Parlamento Europeo, o quizá como un chiste cargado de tópicos, el pop-rock ecléctico de Puggy se anticipa como una de las revelaciones del panorama europeo, con unas canciones que fluyen de lo íntimo a lo bailable.

En el número 90 del boulevard Saint Germain, escenario de incontables protestas estudiantiles durante el mayo del 68, se encuentra la cafetería Loulou. Si bien en este bistrot de aires americanos, emplazado en el corazón del V distrito parisino, no se intuye ningún rastro de reivindicaciones pasadas, aquel que quiera regalarse un almuerzo contundente habrá encontrado su lugar en el mundo. Nosotros, en cambio, no tenemos tiempo para entretenernos con placeres gastronómicos. En la sala privada del restaurante, al final de unas escaleras de madera que se sumergen en el suelo del local, esperan los tres miembros que forman las filas de Puggy, una de las promesas del panorama independiente europeo.

Hay ciertos signos sintomáticos que delatan cuando un grupo goza ya de cierta envergadura. Por ejemplo, cuando las entrevistas dejan de ser un encuentro íntimo y familiar, donde largos tragos de conversación pueden dilatar el encuentro mientras el interés y el cansancio lo permitan, para convertirse en citas estrictamente programadas, con un horario seguido a rajatabla y un desfile de periodistas entrando y saliendo del lugar. Este es el caso de Matthew, Romain y Ziggy. Inglés, francés y sueco residentes en Bélgica. Tras haber conquistado por completo salas, público y crítica en su país de partida (ya que no podemos hablar de origen, al menos en términos de nacionalidad), el trío está a punto de empezar la presentación por todo el territorio francés de "To win the world" (Mercury/Universal), el tercero de sus trabajos. 

El suyo es un buen ejemplo de alianza internacional. No al estilo de los grandes tratados, sinó más bien a través de una sólida unión artística, efectiva por encima de las fronteras de la vieja Europa. Una historia que empezó, como suele decirse, cuando sus respectivas familias decidieron establecerse en la capital belga. "Bruselas es una ciudad donde gente de todas partes se encuentra, una ciudad con mucho movimiento", dice Romain, intentando justificar el azar que les llevó a tropezar. La capital de la política europea y sus pequeñas salas de conciertos sirvieron para que estos tres jóvenes, que desde bien temprano habían sido conscientes de su vocación, empezaran a tocar juntos en las sesiones que allí se celebraban. "Hace diez años había una verdadera escena de Jam Session en los cafés de la ciudad, con gente que venía incluso desde Estados Unidos para tocar blues", añade el bajista de la banda.

Fue en ese ambiente de improvisación y virtuosismo musical donde se empezó a fraguar la complicidad que hoy en día muestran en los conciertos. Por eso Matthew, el cantante del grupo, no duda al afirmar que "la musicalidad del grupo se formó durante aquellos años". "Nosotros venimos de ahí. De tocar juntos por el mero hecho de que amamos la música. Luego pensamos que podíamos formar el grupo, pero antes ya habíamos compartido grandes momentos sobre los escenarios de estos bares", declara el miembro inglés de Puggy. "Todo lo demás, lo que está más allá de la música, es secundario", sentencia sin vacilar, como si jurase amor eterno a los acordes de su guitarra acústica.

Lo cierto es que sus canciones son una muestra de buen gusto en cuanto a las melodías, piedra angular de su música, y de variedad de influencias en lo que se refiere al sonido. Las pistas de "To win the world" son un viaje rítmico que nos lleva desde el folk íntimo de "Everyone learns to forget", por ejemplo, al pop bailable de su single, homónimo al disco (podéis ver el videoclip más adelante). Esta demostración de eclecticismo no es fruto de la casualidad, sino que llega de manera "natural a la vez que intencionada". "Me gusta cuando alguien dice que nuestra música es difícil de clasificar, ya que estoy en contra de las etiquetas", insiste Matthew. "Delimitar categorías y reglas supone el fin del arte. La música es un viaje emocional que requiere libertad", añade. Sus influencias van desde los Beatles (de los que han heredado la armonía vocal que caracteriza su música) hasta Queen, pasando por multitud de géneros, como el jazz o incluso el metal, de los que beben sin complejos. Para reafirmarse en su manera de entender la creatividad, de nutrirse, nos cuentan una anécdota que vivieron cuando fueron teloneros en la gira europea de un grupo de fama internacional. "Mike, el guitarrista de Incubus, nos recomendó que escucháramos a Lionel Richie. Suena raro ¿verdad? Pues fue él quien nos dijo que lo escuháramos, que era genial ¿Alguien podía imaginarse una recomendación así?", comentan entre risas.

"La melodía es lo primero", confiesa Matthew. No sorprende la declaración si se tiene en cuenta que sus canciones son piezas pegadizas pensadas para enganchar al público, sin descuidar la calidad intrumental. "Hacen falta elementos que te hagan establecer una comunión con el público durante los directos. Las melodías pop son uno de ellos", secunda el bajista francés. Es evidente que estos elementos están bien presentes en sus actuaciones, si se tiene en cuenta el éxito que tienen entre el público que las presencia. "Solemos captar al público a través de nuestros conciertos. Tenemos que reconocer que en directo hacemos más ruido", confiesan.

Empezaron en 2004 y desde entonces no han parado. Afortunadamente, Puggy todavía no ha cruzado esa delgada línia en la que la humildad se desvanece como si nunca antes hubiera existido. Por eso cuando les preguntas si tienen un plan para ganar el mundo ("To win the world") responden que pronto tocarán en Brasil, con ilusión en los ojos. Por eso no dudan a la hora de recomendar otros grupos belgas, todavía desconocidos lejos de sus fronteras, como "Goose" o "School is cool". Por eso miden con cautela sus ambiciones, conscientes de la dificultad de mantenerse en lo alto y de la fragilidad del éxito. "Vamos poco a poco, seguimos como siempre. Queremos tocar en todos los lugares posibles para tener una buena base de seguidores. Somos muy conscientes de lo que somos y de dónde vamos", sentencia Romain. No hay duda de que la base ya la tienen. Lo demás es cuestión de trabajo y paciencia.