La UE, ¿un club cristiano?
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eduardo s. garcésLa Unión Europea, siendo secular, es esencialmente una asociación de países de herencia cristiana. ¿Podría la admisión de Turquía, con un gran porcentaje de población musulmana, ser un reflejo más claro de la actual situación demográfica en Unión?
El 6 de octubre, la Comisión nos informará si Turquía está preparada para comenzar las negociaciones sobre su acceso o no. ¿Está Turquía en condiciones de entrar en la Unión? Sobre el papel, Bruselas tan sólo estaría admitiendo otra democracia secular más. Pero la inclusión de setenta nuevos millones de ciudadanos, de los cuales el 98% son musulmanes, a buen seguro conllevaría cambios significativos en el dinamismo religioso de la UE . ¿Podría suponer la entrada de un voto “oficialmente” musulmán en la Unión mayor tolerancia y una mejor comprensión de la fe musulmana en lo que tradicionalmente ha sido una unión cristiana?
Una Unión Cristiana
Religión e integración europea siempre han estado inexorablemente ligadas. Muchos de los padres fundadores de las Comunidades Europeas, como Adenauer y De Gasperi, eran devotos católicos. Durante la segunda guerra mundial, el primero buscó refugio en un monasterio, mientras que el segundo, persuadido por Mussolini, se trasladó a El Vaticano, donde trabajó como bibliotecario hasta la liberación. De hecho, se podría argumentar que el concepto de supranacionalidad -la prevalencia de una autoridad central sobre los intereses individuales nacionales- en la que se basa el modelo europeo, es análogo a la estructura de la Iglesia católica.
El tema de la Cristiandad y la Unión sigue latente hoy en día y lo podemos comprobar con las presiones que Gisard D’Estaing’ hizo para que se hiciera referencia explícita a la fe cristiana en el proyecto de Constitución Europea.
Por tanto, se podría sugerir que la inclusión de Turquía, un Estado de mayoría musulmana, supondría una ofensa a los pilares culturales sobre los que se ha construido la Unión. Lo cierto es que esta tesis no se sustenta sobre si misma. Turquía, lejos de ser una república islámica (como por ejemplo Irán), es una democracia desde la creación de la República turca allá por 1923. Tanto París como Viena podrán alegar inconsistencias culturales para hacer ver a Ankara como no apta para acceder a la Unión, pero algunos hechos recientemente acontecidos sugieren que la "vieja" Europa y Turquía están más cerca de lo que se cree. Un ejemplo de esto lo encontramos en la decisión sobre el caso Leyla Sahin contra Turquía, adoptada por la Corte Europea de Derechos Humanos (sentencia 44744/98), donde se respaldaba el derecho de Turquía a prohibir el uso del velo islámico en sus universidades y demás instituciones académicas. Una decisión muy similar a la reciente legislación aprobada en Francia que prohíbe los símbolos religiosos en los centros escolares públicos). Seguramente, esto afectará positivamente a la eventual entrada turca en la Unión y demuestra que incluso cuando se manejan asuntos con una gran carga religiosa, un Estado tradicionalmente cristiano y otro tradicionalmente musulmán, tan a menudo vistos como la antítesis el uno del otro, pueden tener puntos de vista políticos compatibles.
Una voz musulmana en la Unión Europea
Quizás el beneficio que prevalezca con la ampliación a Turquía sea que se dé cabida tanto a una voz como a la identidad musulmana en la Unión. A lo largo del último medio siglo, el final de la era colonialista y las migraciones económicas a Occidente han dejado una huella significativa en el mosaico étnico y religioso de los ciudadanos de la Unión. Aun así, los dirigentes que legislan y recientemente también determinan las posiciones que adopta la Unión todavía son predominantemente tomadas por hombres de origen blanco y cristiano. La retórica emanada de Bruselas enfatiza constantemente sobre la importancia que tienen los ciudadanos en la Unión, pero órganos como el consejo de Ministros aún distan mucho de ser representativos del multiculturalismo reinante en la Unión.
El Acceso como forma de abrir camino
Probablemente, el mayor beneficio que aporte el acceso de una nación predominantemente musulmana a la Unión seria el reto que supondría contra la ola de islamofobia generada por los ataques terroristas de hace tres años en los EE UU, y retrataría al islam como una religión pacífica, ayudaría a mostrar los aspectos positivos de la cultura islámica y a aislar los movimientos extremistas que persiguen destruir la Democracia. Los prejuicios son hijos de la ignorancia, así que una Unión que incluya a Turquía sería un excelente primer paso para destruir los tópicos preconcebidos que aún mantienen muchos. La Unión Europea también parece preocuparse por consolidar su influencia a nivel mundial, por ejemplo en temas como el conflicto árabe-israelí. Es muy probable que unos planes propuestos por una organización que acogiera explícitamente tanto la cultura como la religión musulmana, tuvieran mayor peso moral. Un mayor reconocimiento de la población musulmana de Europa también favorecería la integración de futuros miembros como Bulgaria o Rumania, con un mayor porcentaje de población musulmana que cualquiera de los actuales 25.
A pesar de que el acceso de Turquía a la unión pueda conllevar años y dependa de que Ankara cumpla los criterios de Copenague, no hay duda de que una Unión que incluya a Turquía beneficiaria a toda Europa, puesto que simbolizaría el multiculturalismo de la actual Unión, reflejando además cómo las nuevas generaciones han alterado su faceta religiosa. Más aún, aumentaría la comprensión y la tolerancia hacia el islam en Europa y a crear un mecanismo político dentro de la Unión que fuera mejor reflejo de las culturas que la constituyen.
Publicado el 4 de octubre de 2004 en nuestro dossier Turquía: ¿Negociar o no?
Translated from EU, a Christian club?