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La política y los estudiantes marroquíes en Francia: una cuestión incómoda

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Pablo Ángel

SociedadEuromed ReporterEuromed Reporter - París

Oumaïma Rachdi estudia periodismo en Casablanca. En el marco del proyecto Euromed Reporter, viajó a París para investigar sobre la participación política de los jóvenes marroquíes en Francia. Sorprendida por la incomodidad que reinaba alrededor de esta cuestión, así como por la falta cruel de respuestas, nos explica aquí las razones por las que no llegó a escribir su reportaje. 

Ca­fé­ba­bel: ¿Por qué ele­gis­te es­tu­diar el tema de la par­ti­ci­pa­ción po­lí­ti­ca de los jó­ve­nes ma­rro­quíes en Fran­cia?

Oumaïma Ra­ch­di: Que­ría saber si los ma­rro­quíes aprehen­dían la po­lí­ti­ca en ge­ne­ral como un tabú.  Si pen­sa­ban como en Ma­rrue­cos; que la es­fe­ra po­lí­ti­ca era un pa­tri­mo­nio re­ser­va­do para una parte afi­lia­da. En mi país, para la gente nor­mal, la po­lí­ti­ca es un tema prohi­bi­do. Ella re­fle­ja muy de cerca a la fa­mi­lia real ma­rro­quí, que es el ver­da­de­ro tabú del país hoy día. Es muy raro ver a los jó­ve­nes ha­blar de po­lí­ti­ca en Ma­rrue­cos. En el curso de los úl­ti­mos años, hemos asis­ti­do a ten­ta­ti­vas ais­la­das en el curso de las cua­les cier­tos jó­ve­nes de mi edad tra­ta­ron de crear mo­vi­mien­tos po­lí­ti­cos al­ter­na­ti­vos. Fue el mo­vi­mien­to del 20 de fe­bre­ro (que co­rres­pon­de al 20 de fe­bre­ro de 2011, N. del A.) que ra­pi­da­men­te fue in­ter­cep­ta­do por las fuer­zas del orden y el poder de los par­ti­dos tra­di­cio­na­les. En Ca­sa­blan­ca, el pa­sa­do 6 de abril mu­chos jó­ve­nes fue­ron a pri­sión  por or­ga­ni­zar una mar­cha pre­via­men­te au­to­ri­za­da y de forma pa­cí­fi­ca.

Ca­fé­ba­bel: ¿Has ob­ser­va­do la misma mo­de­ra­ción de cara a la po­lí­ti­ca de los ma­rro­quíes en Fran­cia?

Ou­maïma Ra­chdi: En­con­tré exác­ta­men­te el mismo dis­cur­so ma­rro­quí y ará­bi­go, según el cual la po­lí­ti­ca es un tabú. Las per­so­nas a las que me en­con­tré en Fran­cia me di­jeron que la po­lí­ti­ca no les con­cer­nía. Me sor­pren­dí  al es­cu­char, pa­la­bra por pa­la­bra, que todas las fra­ses aca­ba­ban con un "viva el Rey". Sin em­bar­go, la gente con la que hablé es joven, tra­ba­jan o es­tu­dian en Fran­cia desde hace tiem­po y de­be­rían estar afec­ta­das por la po­lí­ti­ca del país en el que están ins­ta­la­das. Son in­ge­nie­ros, ad­mi­nis­tra­do­res de em­pre­sas, es­tu­dian­tes de eco­no­mía, de me­di­ci­na... La ma­yo­ría de los que me han res­pon­di­do po­seen la na­cio­na­li­dad fran­ce­sa pero sim­ple­men­te desean dis­fru­tar del de­re­cho a votar. No se com­pro­me­ten.

Ca­fé­ba­bel: ¿Sabes por qué?

Ou­maïma Ra­chdi: Yo pien­so que es una cues­tión de edu­ca­ción. En Ma­rrue­cos, de ge­ne­ra­ción en ge­ne­ra­ción nos dicen que la po­lí­ti­ca es pe­li­gro­sa. El que se in­tere­sa por eso está ju­gan­do con el fuego del poder. Du­ran­te este tiem­po, un mi­nis­tro fran­cés na­ci­do en Ma­rrue­cos y una ex­mi­nis­tra de pa­dres in­mi­gran­tes ma­rro­quíes tie­nen el pri­vi­le­gio de ocu­par por pri­me­ra vez una fun­ción so­be­ra­na en un go­bierno en Fran­cia (son res­pec­ti­va­men­te, Najat Va­llaut-Bel­ka­cem y Ra­chi­da Dati, N.​del A.). Es una lás­ti­ma.

Ca­fé­ba­bel: ¿Qué es lo que vie­nen a bus­car los es­tu­dian­tes ma­rro­quíes en Fran­cia?

Ou­maïma Ra­chdi: En Ma­rrue­cos, los di­plo­ma­dos fran­ce­ses son muy re­co­no­ci­dos. Si tie­nes un di­plo­ma de una ins­ti­tu­ción fran­ce­sa, es más fácil que en­cuen­tres un tra­ba­jo cuan­do re­gre­ses a casa. Los es­tu­dian­tes in­mi­gran­tes jó­ve­nes vie­nen prin­ci­pal­men­te para en­ri­que­cer­se de una ex­pe­rien­cia que luego les per­mi­ta desa­rro­llar cosas en sus sec­to­res -por lo ge­ne­ral en los cam­pos de la in­ge­nie­ría, la eco­no­mía o la me­di­ci­na- y, ¡so­bre­to­do en sus pai­ses! La gente con las que me he cru­za­do me han dicho cla­ra­men­te que ellos quie­ren re­gre­sar algún día a Ma­rrue­cos. El sen­ti­mien­to de ser un "in­mi­gran­te eterno" vuel­ve a me­nu­do. El deseo de cam­biar las cosas tam­bién. Pero ahora, una vez más, este deseo de cam­bio no se tra­du­ce en el te­rreno po­lí­ti­co, se queda lo­ca­li­za­do al do­mi­nio de la ac­ti­vi­dad que co­rres­pon­da.  Por úl­ti­mo, en la cues­tión de saber por­qué los es­tu­dian­tes ma­rro­quíes vie­nen a Fran­cia antes que a otros paí­ses, pien­so que para ellos el len­gua­je fa­ci­li­ta las cosas y, ¡las re­la­cio­nes di­plo­má­ti­cas tam­bién! (risas).

ESTE AR­TÍCU­LO FORMA PARTE DE UN NÚ­ME­RO ES­PE­CIAL DE­DI­CA­DO A PARÍS, REA­LI­ZA­DO EN EL PRO­YEC­TO "EU­RO­MED RE­POR­TER", INI­CIA­DO POR CA­FÉ­BA­BEL EN COOPE­RA­CIÓN CON SEARCH FOR COM­MON GROUND Y LA FUN­DA­CIÓN ANNA LINDH.

Translated from Le malaise politique des étudiants marocains de France