La perspectiva británica e irlandesa sobre “ser europeo”
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Alejandro Borjas¿Existen realmente tensiones entre los ciudadanos de Europa o solo entre los políticos ansiosos de echar la culpa a algún vecino?
La prensa europea satírica se ha beneficiado enormemente de las medidas de Merkozy, el término acuñado en honor a los líderes de Alemania y Francia: Ángela Merkel y Nicolas Sarkozy, que están encabezando los esfuerzos económicos para gestionar la crisis del euro. Los medios europeos, atrapados en el lodo, han perdido de vista el hecho de que debe haber un punto inteligente detrás de toda la sátira. Diferentes medios a lo largo de Europa parecen decididos a difundir la idea de que cualquier plan económico no es más que un complot euro-federalista para anular la soberanía nacional; la prensa británica e irlandesa son especialmente notables por su escepticismo hacia la UE y hacia los líderes de la Europa continental.
Gran Bretaña: solo está en Europa para quejarse
En la Europa angloparlante, las actitudes hacia nuestros vecinos continentales son bastante mixtas. Gran Bretaña tiene una cultura atrincherada en el euroescepticismo, perpetuado por un tabloide dominante de la prensa escrita. Los británicos están entusiasmados con disfrutar de los beneficios de la membresía en la UE, como el libre tránsito (se estima que un millón de británicos reside en España). Sin embargo, se resisten generalmente a cualquier medida que pueda suponer una violación de su soberanía. Mediante un considerable grado de desinformación aplicado por la prensa, esta etiqueta se aplica a la mayoría de las leyes y mandatos de la UE. La Unión Europea, incluyendo a los burócratas, instituciones y líderes nacionales, se ha convertido en un chivo expiatorio que los políticos británicos utilizan para culpar diversos conflictos. Muchos críticos sociales han señalado que el gobierno británico parece estar tratando de convencer al público británico de que todo estaría bien, económicamente hablando, si no fuera por la crisis de la eurozona. La opinión pública británica está entonces resentida con los irresponsables griegos y los condescendientes alemanes, una victoria para el gobierno conservador que se apoya en cabeceras que publican medias verdades para “probar” la teoría de que Europa tiene la culpa.
Irlanda, no te queremos aquí, pero sería un insulto si te vas
En Irlanda, los medios de comunicación tienen una actitud menos anti-europea pero, como nación, existe un sentimiento de resentimiento hacia nuestros vecinos europeos como, si de alguna manera, el hecho de haber perdido nuestro estatus de economía creciente (que sirvió de ejemplo) con nuestro endeudamiento imprudente y un gasto excesivo fuera culpa de Europa. Como nación antiguamente colonizada, hay un alto grado persistente de escepticismo hacia todo lo impuesto desde "el exterior". El rescate de la UE y el FMI entra en esa categoría. En Irlanda, se acumularon gran cantidad de sentimientos negativos hacia algunos de sus vecinos europeos antes de la crisis financiera. Al ser una pequeña nación isleña, acostumbrada a siglos de emigración, la sorpresa llegó cuando Irlanda se convirtió en un destino para los migrantes. La falta de experiencia en el terreno del multiculturalismo, combinado con un rápido influjo de inmigrantes de Europa del Este de 2004 en adelante, causó algunos problemas sociales. El racismo predominaba y, aunque muchos inmigrantes encontraron trabajo y se lograron integrar, otros, sin duda, fueron explotados.
A medida que la economía irlandesa se desaceleró, la mayoría de los inmigrantes de Europa del Este volvieron a sus países de origen. La típica “envidia” irlandesa levantó entonces su fea cabeza. Comentarios despectivos acerca de beneficiarse de los buenos tiempos y abandonar el barco eran abundantes entre los taburetes de los bares. Sin embargo, el resentimiento también se elevó hacia los migrantes que permanecieron en el país, ocupando puestos de trabajo que eran “legítimamente” irlandeses.
Habiendo dicho esto
Por supuesto que los medios no son los únicos culpables. Hay muchos que piensan que, de hecho, la prensa británica e irlandesa no reflejan la extendida resistencia a la Unión Europea (claramente, estas personas jamás han leído The Daily Mail, por poner un ejemplo de su cobertura sobre la Unión Europea). “El público británico está más lejos del euroescepticismo que la prensa”, asegura Robert Oulds, director del influyente Grupo Bruges. La conclusión es que en Gran Bretaña e Irlanda nos gusta ser parte de Europa. Nos gustan nuestras escapadas de fines de semana a Viena o Budapest y nuestras vacaciones de verano en la Provenza o Alicante. Nos gusta comprar alcohol y cigarrillos baratos en Polonia y los hombres aprecian la llegada de guapas eslavas a nuestras costas. Estamos al tanto que nuestras diferencias como ciudadanos europeos son mayormente superficiales. Nos gusta ser parte de Europa y, aunque realmente no entendamos por qué os besáis unos a otros en vez de daros la mano como gente normal, nos gustáis.
Foto: (cc) Birdyphage/ Nicolas Loiseau/ flickr
Translated from British and Irish perspective on 'being European'