La pérdida de libros
Published on
Por By Therese Sampietro // Traducido por Xabier Ojer y Bárbara Bécares Una de las películas que se proyectó en el Festival de cine de Sarajevo este año contaba cómo se ha rehabilitado la Biblioteca Nacional, sin embargo hay muchas más historias sobre libros de Sarajevo, algunas incluso más tristes.
El premio del público al mejor documental en el 17º festival de Cine de Sarajevo fue a parar a Sam Hobkinson por la “El amor a los libros, una historia de Sarajevo”. El documental contiene entrevistas, imágenes originales y escenas dramáticas de cómo se logró salvar de la pérdida más de 10,000 manuscritos de la colección Gazi Husrev Beg durante el asedio a Sarajevo en tiempos de la guerra.
Gazi Husrev Beg fue un legislador bosnio de la primera mitad del siglo XVI y uno de los grandes benefactores de Sarajevo en la época. Fundó el edificio de la mezquita que lleva su nombre y aportó muchas otras construcciones. Fue por aquel entonces cuando una aportación suya sirvió para fundar una biblioteca que con el tiempo fue ampliándose a base de libros y manuscritos de otras épocas hasta convertirse lograr una gran magnitud.
En 1992, con las fuerzas nacionalistas serbias rodeando la ciudad, Mustafa Jahić estaba preocupado por el devenir de la biblioteca que él dirigía. Decidió mover algunos de los libros más importantes a un lugar más seguro y lejos del fuego cruzado. Pero en tiempos de guerra esa no era una tarea sencilla. Junto a un guarda de seguridad, una señora de la limpieza y pocos más, fueron llevando los libros de una localización a otra arriesgando sus vidas cada vez que realizaban un porte. Al final, tanto ellos como los libros lograron sobrevivir.
Lo más alucinante de la historia tiene que ver con un escrito en particular: una historia de Bosnia escrita en turco en el Siglo XIX por Salin Hadžihuseinović-Muvvekkit. Poco antes del inicio de las hostilidades el profesor Lamija Hadžiosmanović tomó prestados cuatro volúmenes y se los llevó a casa para comenzar a traducirlos al bosnio. Sin embargo, en la primavera de 1992 fue forzado abandonar su casa y sólo pudo llevar consigo algunas pertenencias. Los tomos del manuscrito se quedaron en su apartamento del barrio de Grbavica donde vivía y esa zona de la ciudad cayó en manos del ejército serbio.
Cuatro años después, en 1996 Hadžiosmanović pudo regresar a casa. El apartamento había sido utilizado por las fuerzas de ocupación serbias durante el asedio a la ciudad y lo dejaron vacío. Caminando sobre su destartalada casa se detuvo un momento y se sentó al lado de una pila de objetos esparcidos. Tomó un plato egipcio y justo descubrió bajo él se encontraban los cuatro tomos de la historia escrita por Hadžihuseinović-Muvvekkit. Ni un guión de Hollywood hubiera inventado un final semejante para esta obra.
Y así termina esta historia, pero unos cientos de metros más allí de la biblioteca Gazi Husrev Beg library, oculta tras andamios y plásticos de obra, hay otro edificio con una particular historia algo más triste.
Vijecnica o Ayuntamiento, se construyó en 1896, siendo uno de los edificios fundacionales de las nuevas autoridades del Imperio austro-húngaro. Diseñado en estilo pseudo-árabe pero, de alguna manera, similar al estilo de Austria, el edificio sirvió como sede del gobierno de la ciudad durante la primera mitad del siglo XX. Después de la Segunda Guerra Mundial, el edificio se convirtió en el hogar de las bibliotecas nacional y las universitarias.
En la noche del 24 de agosto 1992 los disparos de las colinas que rodean Sarajevo prendieron Vijecnica de fuego. La baja presión del agua hizo imposible apagar las llamas, por lo que tanto bomberos como ciudadanos trataron de salvar los libros que pudieron. A pesar de que consiguieron rescatar unos 100.000 libros del edificio en llamas, casi 2 millones de publicaciones - el noventa por ciento de archivos de la biblioteca- se perdieron, entre ellos más de 150.000 manuscritos y libros excepcionales.
La destrucción de Vijecnica no era más que otra guerra. En toda Bosnia, los libros se fueron convirtiendo en el objetivo de los ejércitos nacionalistas. En Sarajevo, 15.000 manuscritos del Instituto Oriental fueron destruidos, junto con 50.000 libros de la Biblioteca del Seminario Teológico Franciscano. El escenario se repitió en otras ciudades de Bosnia.
La destrucción de estas bibliotecas fue un claro intento de borrar la realidad de la historia de Bosnia. Las mentiras que apoyaban los planes nacionalistas no podían mostrarse como verdades mientras hubiera tantas pruebas de la existencia de una gran cantidad de grupos étnicos conviviendo en Bosnia, de su patrimonio y de su larga historia como un estado soberano e independiente. En la medida que los libros existen sigue existiendo la verdad.
Sin embargo, la Biblioteca Nacional fue atacada tanto por su forma-una fusión de diseños europeos y orientales- como por lo que había dentro. A diferencia de otros edificios famosos en Sarajevo, Vijecnica no se asociaba con ningún grupo o religión. Lo que realmente representaba era la mezcla única que es Bosnia y aunque antes algunos consideraban que era un edificio de mal gusto, ahora todo el mundo está de acuerdo en que debe ser reconstruido.
Ahora, diecisiete años después, la restauración sigue siendo lenta. Algunos creen que lo que ha pasado fue porque el edificio representa a todos los habitantes de Sarajevo, y no sólo a un grupo, por lo que no es prioridad en ninguna lista para su restauración. A pesar de que se asegura de que está avanzando, de que ya tiene un nuevo techo y de que cada vez hay más gobiernos que han ofrecido donaciones, la restauración sigue pareciendo lenta. El andamiaje parece permanente y el interior, vacío, sólo se ha limpiado y hecho lo suficientemente seguro como para permitir el acceso en algunas exhibiciones especiales y conciertos. En el interior, uno se siente abrumado por la magnitud de la pérdida. Tal como es, aún hoy Vijecnica parece representar la situación de Bosnia. Dañada por la guerra, su futuro sigue siendo incierto. Las buenas intenciones se han expresado y el dinero se ha donado, pero no se ha hecho mucho. Está claro que no puede ser lo que era, pero nadie parece saber cómo seguir hacia delante.
Incluso cuando el edificio esté restaurado, es poco probable que vuelva a albergar una biblioteca. Mientras que la mayoría de los libros nunca podrán ser sustituidos.