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La PAC, ¿una excepción francesa?

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Junto con los presupuestos, el asunto agrícola divide a Europa. Negándose a toda reforma de la PAC, Francia mina la cohesión europea en el plano de las negociaciones comerciales en la OMC.

Una bestia negra. En el transcurso de los años, la PAC se ha convertido en la pesadilla de Europa y de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Creada en 1957 y puesta en marcha en 1962 para aumentar la productividad, estabilizar los mercados y asegurar unos beneficios mínimos a los agricultores de los seis Estados fundadores (Francia, Alemania, Italia y el Benelux), la política agrícola común (PAC) aparece hoy obsoleta, onerosa y enemiga del comercio justo. Sin embargo, Francia, bien surtida en materia de subsidios, campa por sus respetos y exige el mantenimiento del marco presupuestario y de las ayudas acordadas a sus agricultores hasta 2013

La PAC: ¿política europea o franco-francesa?

Francia es el principal beneficiario de la PAC. En 2004, recibió alrededor de 9.418 millones de euros, casi una cuarta parte de un gasto agrícola comunitario que representa a su vez entre el 40% y el 42% del presupuesto de la UE. Las divergencias entre la Comisión europea y Francia, un país con fuerte tradición campesina, surgieron ya a mediados de los sesenta cuando el presidente De Gaulle rehusó la entrada de Gran Bretaña en la CEE, temiendo precisamente un cuestionamiento de los intereses agrícolas franceses.

Desde entonces, París no ha cesado de oponerse a las tentativas de reforma de la PAC para proteger a sus agricultores. Si al principio de la Segunda Guerra Mundial, el 45% de los franceses vivían en municipios rurales (de menos de 2.000 habitantes), en 2001 la agricultura ya sólo representa el 4,1% de los empleos del país galo. Asimismo, según el instituto francés de estadística INSEE, el número de explotaciones agrícolas en Francia disminuye desde 1988 a un ritmo del 3,6% anual. En estas condiciones, el motivo de la obstinación francesa por conservar la PAC, en su versión de posguerra, es inidentificable. Sobre todo, sabiendo que según la ONG Oxfam, el 60% de las ayudas europeas van a parar al 15% más rico de entre los agricultores.

Francia es en la actualidad el primer exportador europeo de productos agroalimentarios y de lobbys (y segundo mundial), entre los que se encuentra la Fédération Nationale des Syndicats d’Exploitants Agricoles (FNSEA) y las Cámaras agrícolas regionales, que saben utilizar este argumento para presionar al poder político. Los representantes corporativos son, además, muy activos y están muy implicados en la gestión pública de los asuntos agrícolas. La solidez del vínculo entre Estado y campesinos se concreta en la figura de un gran número de comisiones y de instancias nacionales y locales. Un sistema de cogestión amenazado hoy por la UE y la OMC.

Pulso entre Francia y la UE

Hoy por hoy, Francia le reprocha a Bruselas las concesiones “exorbitantes” consentidas en la reforma de la PAC. El comisario de comercio exterior de la UE, Peter Mandelson propuso durante las negociaciones comerciales de la OMC previas a la recuperación del ciclo de Doha, una disminución sustancial de las ayudas comunitarias a los agricultores. Abreviando: en octubre pasado, la Comisión Europea anunció una bajada de las subvenciones del orden del 70% y otra de los aranceles aduaneros del 46%. El enfado de París se tradujo en la acusación a Mandelson de sobrepasar sus competencias. Si bien los 25 han acordado al final la no renegociación de la PAC en el marco de los acuerdos de la OMC, será Peter Mandelson quien acuda a Hong Kong a la futura cumbre ministerial de esta semana para discutir con los socios comerciales de la UE las subvenciones y las tarifas agrícolas.

¿Usará Francia su derecho de veto? Las recientes declaraciones del ministro francés de asuntos exteriores, Philippe Douste-Blazy, anticipan esta posibilidad, al afirmar “la determinación de Francia” de rechazar todo acuerdo en la OMC “que cuestione la PAC”, esperando “concesiones por parte de (sus) socios internacionales”.

Descrédito europeo

Peter Mandelson ha sido acusado por París de jugar al liberalismo de Tony Blair, aplicando sin disimulo los preceptos del New Labour para negociar en la OMC: invertir en futuro (como los servicios) y abandonar las políticas del pasado (las subvenciones agrícolas). Francia, una vez más, habla en nombre propio, sin preocuparse de las repercusiones a nivel europeo. ¿Estará viviendo un repliegue nacional? Tras la crisis Bolkestein, el fiasco constitucional europeo y el desacuerdo presupuestario 2007-2013, Europa encaja un nuevo golpe.

Una cosa es segura: París da muestra de un proteccionismo encarnizado y detestable frente a las dificultades de los países del sur para colocar sus productos en los mercados de los países más desarrollados. La agricultura, quizás represente menos del 10% del comercio internacional, pero constituye la esencia de los ingresos de los países menos desarrollados y que reúnen al 80% de los campesinos del mundo. El empecinamiento francés contribuye a convertir el asunto agrícola en la escena de confrontación Norte-Sur. Esperemos que se satisfaga con el fracaso de la reunión ministerial de la OMC en Hong Kong predicho ya por Peter Mandelson en persona.

Translated from La politique agricole commune, une exception française ?