La marea azul que ha venido para quedarse
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Con sus llamativos sombreros azules, son fáciles de reconocer. Pasean por las instituciones europeas como si hubieran nacido para estar ahí. Anoche se sintieron orgullosos de ver sus nombres proyectados en el edificio del Consejo de Europa en el espectáculo luminoso que ha diseñado el colectivo artístico Ososphère. Son los jóvenes escogidos para participar en el Foro Mundial de la Democracia.
Con sus llamativos sombreros azules, son fáciles de reconocer. Pasean por las instituciones europeas como si hubieran nacido para estar ahí. Anoche se sintieron muy orgullosos de ver sus nombres proyectados en el edificio del Consejo de Europa en el espectáculo luminoso que ha diseñado el colectivo artístico Ososphère. Son los jóvenes escogidos por esta organización internacional para representar en la tercera edición del Foro Mundial de la Democracia, que se inauguró ayer en Estrasburgo, a toda una generación de esperanzas rotas por la crisis o los conflictos que azotan sus países. Son activos socialmente, dominan las nuevas tecnologías, no les gusta el mundo en el que viven y han venido para quedarse.
"No somos el futuro, somos el presente", clamaba enfadado esta mañana Vinicius, un joven periodista brasileño. No quieren seguir esperando. "Dentro de 20 años da igual que estemos ahí sentados", opinaba Mariya, una joven ucraniana a la que la situación por la que atraviesa su país no ha podido robarle la sonrisa, "ya no seremos jóvenes", concluía. Azer Hazret, del Azerbaijan Press Council, lo resumía a la perfección esta mañana en una pregunta durante la mesa redonda titulada: "¿Responsabilizar a los jóvenes para un cambio democrático?": "¿Cuántos de entre ustedes estarían dispuestos a apartarse para dejar paso a los jóvenes?" El aplauso unánime de esa marea azul que no está dispuesta a estar callada nunca más lo dice todo.
Esos jóvenes que sufren a diario los efectos de una democracia "agonal", en lucha, tal y como la ha calificado Chantal Mouffe, del Departamento de Relaciones Internacionales en la Universidad de Westminster, en una intervención magistral en la que ha abogado por crear sinergias con los movimientos sociales y por dotar a los jóvenes de un proyecto con el que puedan sentirse identificados.
Ellos van a contarles a todos esos políticos profesionales, tan alejados de la realidad y tan responsables de ella, que ya tienen ese proyecto. Durante meses han estado debatiendo sobre cuál es la democracia que quieren y han preparado cuatro prototipos con los elementos que no pueden faltar: gobernanza, una economía centrada en los seres humanos, respeto por el medio ambiente, igualdad real de oportunidades y un largo etcétera.
¿Puede la juventud revitalizar la democracia? Se pregunta esta tercera edición del Foro Mundial de la democracia. Ellos no lo dudan: ¡claro que pueden! Y quieren.