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La mafia albano-kosovar, el 'cablegate' y otros casos de ceguera

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SociedadPolítica

Tras dos años de investigación, el Consejo de Europa acusa al primer ministro kosovar de dirigir una red internacional de tráfico de órganos, armas y heroína, con la complicidad silenciosa de los países europeos. Ésta y otras revelaciones (como el reciente 'cablegate') parecen dispuestas a hundir la confianza general en la política. Pequeña teoría sobre el escepticismo.

En el mundo de las sensaciones políticas (sin distinción entre izquierda y derecha) podemos distinguir dos grupos: el de los confiados y el de los escépticos. Los primeros reconocen que hay políticos preocupados por defender principios y gestionar con eficacia; el otro bando sólo ve mentiras descaradas y (especialmente) sobres llenos de billetes.

Una guerra invisible de muchos frentes

Eslóganes como "Hope" o "Yes we can", junto al uso masivo de la red, ya no faltan en los manuales políticosDe vez en cuando los confiados (autodenominados optimistas) toman la delantera: cuando apareció Obama, por ejemplo; un tipo brillante, tranquilo e inspirador alcanzaba la cima prometiendo un montón de cosas sensatas. Era mitad blanco y mitad negro, antiguo trabajador social, escritor... Y llegaba en uno de esos momentos clave (en medio de una crisis mundial y con dos guerras abiertas) donde todo puede cambiar en poco tiempo. Su empuje era tal que casi todos los medios se llenaron de frases como "Ola de esperanza”, “Comienza una nueva era”, “Obama, año 1”...

Pero los escépticos (autodenominados realistas) recuperaron el aliento: escuchándoles hablar, parecían exigir un Che Guevara en la Casa Blanca; decían que Obama era más de lo mismo y que no haría nada (corporaciones, lobbies, partidismo) aunque quisiera. Los escépticos del ala dura, o sea los cínicos, incluso se disgustan cuando ocurre algo bueno: ¿Subida salarial? Para apaciguar a los trabajadores. ¿Ayudas a las familias pobres? Populismo. ¿Libertad de expresión? Autovacunación del sistema. Para ellos no hay acontecimiento que no tenga un origen maquiavélico.

Esta guerra de ánimos es muy delicada: cuando uno de los dos campos gana demasiado terreno, puede cambiar gobiernos, hundir partidos, generar disturbios.

Últimamente los confiados arrastran la mirada por el suelo. WikiLeaks ha desvelado (o probado) que las embajadas no son lugares apacibles que velan por sus ciudadanos, sino prolongaciones puras del poder más descarnado. Por eso ahora los escépticos se golpean el pecho: ¿Espionaje? ¿Presiones a jueces y empresas? ¿Planes de guerra? ¡Yo ya lo sabía! A la mayoría les encanta decir que saben “cómo funciona el mundo”.

Las cloacas de Kosovo

No tiene práctica fingiendo sonrisas: aprieta demasiado los dientesA primera vista, Hashim Thaci da una buena imagen de líder político: es alto, saludable y de mandíbula marcada, y aún encima gobierna Kosovo, un país pequeño con ese toque romántico de joven sufridor enfrentado a Serbia, que por el contrario rezuma una seriedad temible. Thaci, además, está licenciado en Historia y durante los años noventa dirigió una “guerrilla” contra el tirano Milosevic. En resumen: los confiados tienen aquí material para fortalecer sus ideas.

Esta misma semana (días después de que Thaci fuese reelegido primer ministro bajo sospecha de fraude electoral) el Consejo de Europa ha publicado un informe que coloca a Hashim Thaci como padrino de una red internacional de tráfico de órganos, armas y heroína. Bajo su autoridad, los prisioneros de guerra serbios habrían sido ejecutados de un tiro en la cabeza minutos antes de ser tumbados en la mesa de operaciones. El negocio manda. Según el documento, los “guerrilleros” aprovecharon la guerra para matar a todos sus competidores y quedarse con el mercado. Y la OTAN no sólo lo sabía (como denuncian desde hace mucho algunos medios minoritarios), sino que les apoyó como opción menos mala para tener un aliado estable en la región. Quizás la clásica frase de un secretario de Estado norteamericano sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza (“Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”) se repitió por los pasillos europeos.

¿Piensa mal y acertarás?

Este caso en el sudeste de Europa recuerda a muchos otros: la cobarde política británica hacia Hitler (hasta que llegó Winston Churchill), la ceguera europea frente a los crímenes del estalinismo, la impunidad de las dictaduras que desangraron América Latina con el respaldo directo de Washington, y una lista interminable de realidades semi-ocultas que pocos tuvieron la valentía de denunciar.

Posiblemente sea fácil zanjar esta guerra universal en la forma de entender la política, y reconocer de una vez que la diferencia entre un pesimista y un optimista, es que el pesimista está bien informado.

(Nota: Hashim Thaciniega las acusacionesy promete hacer lo posible para limpiar su imagen y la de Kosovo).

Foto: (cc) Portada: Truthout.org; pegatina de Obama: (cc) hlkljgk (cc) Thaci y DSK: International Monetary Fund; todas cortesía de Flickr