La juventud húngara se manifiesta por sus derechos y su futuro
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Ever TolarovicEl sábado 5 de junio, miles de manifestantes se movilizaron por las calles de Budapest para protestar contra el gran proyecto de construcción del campus chino de la Universidad Fudan, en el sur de la capital húngara. Diez días después, los jóvenes se manifiestan contra un proyecto de ley que conecta la pedofilia con la homosexualidad.
«¡Aquí hay un verdadero problema de vivienda, necesitamos alojamiento, no un súper campus elitista!». Abel (20 años), como otros tantos estudiantes, fue a manifestarse en contra del proyecto de construcción de un nuevo campus en Budapest. De hecho, una institución china de Shanghái, la Universidad Fudan, prevé abrir un enorme campus en Hungría hacia 2025.
El acuerdo entre los gobiernos húngaro y chino fue revelado a principios de año, pero la crisis sanitaria impidió las manifestaciones. Aprovechando el fin del confinamiento, la oposición salió de inmediato a las calles para protestar contra lo que hoy se conoce como «el caso Fudan». Contrariamente a lo que esperaba despertar el gobierno trayendo una universidad de primer nivel (Fudan figura entre las 50 mejores a nivel mundial), los estudiantes húngaros no recibieron la noticia con entusiasmo.
«No conozco a ningún estudiante que esté contento con la noticia. Se sabe que muchos jóvenes ni siquiera pueden ir a la universidad por el precio del alojamiento; por lo tanto, de ahí a pagar el precio de la matrícula de Fudan… No es algo que esté entre las prioridades de nadie», declara Zsofi (18 años). Que la cuestión del alojamiento esté tan presente en el discurso de los manifestantes se debe a que ese mega campus ocupará el lugar que tenía asignado un antiguo proyecto: la construcción de una verdadera «ciudad universitaria» en el sur de la ciudad. En lugar de los miles de alojamientos para estudiantes que estaban previstos, solo habrá un puñado, ya que el campus de Fudan va a ocupar el terreno destinado inicialmente a ese proyecto.
No solo los estudiantes se movilizan contra Fudan
«¡Claro que vengo a manifestarme en contra del proyecto de la universidad!», explica Edith (jubilada) en la explanada del imponente parlamento húngaro, y se lamenta: «¡El país se endeudará tanto que hasta mis nietos tendrán que pagar el préstamo durante toda su vida!». Pero ¿a qué se refiere?
El motivo por el que se armó tanto revuelo en torno a este tema es que se revelaron los términos del contrato para la instalación de la universidad. La construcción será financiada por un préstamo de casi 500 mil millones de florines (la moneda húngara, N. del E.) del Estado chino, que representa cerca de 1,4 mil millones de euros. De momento, el Estado húngaro desembolsará, de sus propias arcas, 100 millones de florines para iniciar los trabajos. Luego, el Banco Central chino concederá a Hungría un crédito de 450 mil millones, ya sea en yuanes o en euros (los detalles exactos aún no se han establecido), que el Estado húngaro deberá devolver en su totalidad en 10 o 15 años.
László (53 años) nos advierte: «¡Listo! China ha comprado el país y va a poder hacer lo que quiera». Además, insiste en el peligro que representa la implantación de la institución china: «El gobierno chino es muy agresivo y espía a todos los países del mundo. Esta universidad será una de sus bases de operaciones». Crisis de vivienda, endeudamiento del país, presencia de espías chinos... Sobran las razones para movilizarse en masa contra el proyecto.
La oposición, que controla sobre todo el ayuntamiento de Budapest, ha comprendido estos riesgos y ha convertido Fudan en su principal arma contra la mayoría. Antes de la manifestación, la oposición ya había dado a conocer su rechazo rebautizando las calles del lugar que albergará el gigantesco campus de Fudan: calle «ruta del dalái lama», «calle de los mártires uigures», o incluso una calle llamada «Hong Kong libre». Todos nombres que, sin ninguna duda, no serán del agrado de Pekín. Por el momento, el grupo opositor promete que no permitirá que Fudan se instale sin hacer antes un referéndum.
El contraataque del gobierno no se hace esperar
La manifestación del 5 de junio, que movilizó a cerca de 10.000 personas en cuanto se levantó el confinamiento, fue una advertencia para el gobierno. A pesar de haber mantenido un ambiente austero durante la marcha, con muy pocos cánticos o eslóganes, los opositores del gobierno de Orbán lograron transmitir un fuerte mensaje.
El primer ministro no tardó en lanzar su contraataque. Considerando que el tema de Fudan podría ser un asunto decisivo durante las elecciones legislativas de 2022, el Fidesz (partido político húngaro de derechas, cuyo presidente es Viktor Orbán, N. del E.) decidió atacar a toda la unidad opositora, ya que, por primera vez desde 2010, todos los partidos ajenos a la mayoría habían decidido unirse con el único objetivo de desplazar al Fidesz del poder. Y eso incluye a antiguos enemigos. De esta manera, los partidos de izquierda se han juntado con el Jobbik, un antiguo partido de extrema derecha, que desde entonces se ha reorientado ideológicamente.
La prohibición de «promover» la homosexualidad y la transidentidad de los menores
Desde hacía varias semanas, el parlamento estaba analizando un proyecto de ley que aspiraba a castigar con más dureza los delitos de pedofilia. El proyecto de ley fue aceptado, en un principio, por todos los partidos, pero, en el último momento, el Fidesz le añadió algunas modificaciones: en adelante, estará prohibido «facilitar el acceso» o «promover la homosexualidad» y el «cambio de sexo» a los menores. En las escuelas, estará prohibido mencionar («promover» según la ley) a los alumnos la homosexualidad o la transidentidad. Solo los organismos habilitados por el Estado tendrán derecho a intervenir en los centros escolares con el fin de actuar sobre temas relacionados con la sexualidad, las drogas o el uso de internet.
Estas modificaciones se conocieron el 11 de junio. En cuestión de días, dos ONG (Pride y Amnistía Internacional) lograron organizar, un lunes por la noche, una manifestación debajo de las ventanas del Parlamento. Gracias al inicio de las vacaciones escolares, miles de personas, encabezadas por estudiantes, respondieron a la convocatoria y se reunieron para expresar su rechazo al Fidesz y a la homofobia. Esta vez, el ambiente fue mucho más ruidoso que durante la manifestación anti-Fudan.
Dos días más tarde, el 16 de junio, centenares de jóvenes se reunieron en las cercanías del palacio presidencial para pedirle a János Áder (presidente de Hungría, N. del E.) que no promulgara el proyecto de ley. Los organizadores les pidieron a los manifestantes que enviaran cartas al presidente donde contaran cómo había sido su juventud como personas LGBTQ+. Las ONG animaron a los participantes a hablar, en concreto, del papel positivo que había podido jugar la escuela y sus diferentes miembros (profesores, psicólogos, consejeros) en el progresivo descubrimiento y aceptación de su identidad LGBTQ+. A pesar de todo, no tuvieron éxito.
Además de esta discriminación hacia los menores LGBTQ+, y el sufrimiento que les producirán el silencio y la condena, el gobierno ha logrado dar un buen golpe a nivel político. Por primera vez, ha conseguido dividir el frente opositor. Más allá de su nueva reorientación, el Jobbik continúa reivindicando su carácter «cristiano» y «conservador» y ha decidido votar a favor de esta ley porque supondría promover una educación conforme a los «valores cristianos» (pese a las promesas realizadas de deshacer esta ley en cuanto llegaran al poder). Esta votación ha reflejado la fragilidad del frente común anti-Fidesz, que se ve amenazado por unas profundas diferencias ideológicas.
Pero más allá de estas maniobras políticas, es una parte de la población húngara la que, de nuevo, se ve afectada. En la Hungría de Viktor Orbán, la juventud ha salido a la calle muchas veces: contra la exclusión del país de la Universidad de Europa Central, contra la reestructuración de la Universidad de Teatro y Artes Cinematográficas (SZFE), contra la ley «esclavista», y muchas otras veces. Sin embargo, como en todos los casos, siempre ha terminado imponiéndose la mayoría absoluta que tiene el Fidesz en el parlamento.
Este lunes 14 de junio, mientras se ponía el sol, los organizadores terminaron pidiendo a los manifestantes que se dispersaran, aunque no sin antes corear todos juntos: «Itt vagyunk!» (¡Aquí estamos!). Por suerte, la historia ha demostrado que la esperanza, la energía y el entusiasmo de la juventud no se apagan jamás.
Foto de portada: ©Thomas Lafitte
Translated from La jeunesse hongroise dans la rue pour ses droits et son avenir