La juventud dorada de Casablanca: la primavera de la burguesía
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Eztizen Sánchez MontesCasablanca probablemente sea una de las pocas ciudades del mundo que puede mostrar en la misma postal una elegante discoteca junto a un barrio de chabolas. La jerarquía social esconde un cliché: el de la juventud dorada, que lleva el germen de la fractura social de todo un país. Veremos la ostentación, el sufrimiento existencial y las gigantescas botellas de vodka.
Como si fuese un fundido a negro, la luz se atenúa cuanto más nos acercamos al bar. Varias chicas en tacones, balanceadas por el tempo lounge de la música, mueven lentamente la nuca mientras fuman un cigarro, con la palma de la mano bien abierta. A lo lejos, en las mesas reservadas a quienes consumen mucho, dos chicas se ríen sujetando un vaso de vino Chablis y piden un plato de comida que ni tocan. Alrededor los chicos van de traje y las chicas con vestidos de fiesta, y se deslizan sobre el mármol italiano para desembocar en la sala en la que el DJ se dispone a comenzar su sesión de deep-house.
LOS HIJOS DEL PRIMER MINISTRO EN TRAINSPOTTING
Noche jeudeep en Casablanca. Frente al mar, el Skybar acoge a la clientela que acude allí con regularidad: jóvenes herederos, chavales ricos, expatriados adinerados, algunas modelos… Simo Sajid conoce bien a esta juventud dorada marroquí. Es él quien moviliza todos los jueves a la flor y nata de la capital económica de Marruecos, en el seno del lugar más moderno de lo que llamamos "Naïda", el punto de encuentro nocturno de Casablanca. Con sus collares enjoyados y sus brazaletes de perlas de madera, este DJ de 39 años tiene aspecto de gurú. Simo, también llamado "Seejay", tiene contactos en este mundo. Además del Skybar, es DJ de 25, otro lugar ineludible para la juventud mimada. Pero si Simo ha entrado en la élite es porque forma parte de ella. "Sajid” es también el apellido de Mohammed, el alcalde de Casablanca y tío de Simo. Su padre dirige una gran empresa familiar que se dedica a la industria textil e inmobiliaria. "Mi destino era ser el jefe de la empresa, y lo fui durante 10 años, pero después me convertí en DJ", comenta mirando por debajo de las gafas de sol.
Al volante de su Audi A6, Simo se toma su tiempo para reflexionar cuando se trata de caracterizar a la juventud dorada casablanquesa. "Se sienten incómodos", afirma con un pitillo en la boca mientras describe la situación. A través del cristal desfilan las calles del barrio de Anfa, el 4º distrito de la ciudad que, con sus palmeras y grandes pórticos, se parece a Beverly Hills. "A esa juventud dorada no le gusta que hablen de ella", comenta a la salida de una curva. "Les cuesta aceptarse como son". Como ya se sabe, la tendencia burguesa juvenil se define en primer lugar por todo lo que alcanza. Coches potentes, botellas de vodka de 6 litros, chicas de compañía… Es un cliché desmesurado. "¿Te acuerdas de la frase de Trainspotting? [Escoge un trabajo. Escoge un oficio. Escoge una familia…]. Pues bien, estamos en esa misma situación".
Hizo falta una película, Marock, dirigida por Laïla Marrakchi en 2005 y que habla de los chavales ricos de Casablanca, para que todo el país se diera cuenta del alcance del exceso. Drogas, sexo desenfrenado, carreras de coche… Después de estrenarse el film estalló la polémica. Durante la octava edición del festival de cine nacional de Tánger, un periodista reventó en plena conferencia de prensa y fustigó a la cineasta marroquí por haber mostrado la vida de jóvenes acaudalados mientras en la ciudad hay 6,3 millones de pobres que sufren. Esta anécdota la cuenta Sonia Terrab, periodista de profesión y autora de un interesante libro: Shamablanca. Al relatar la vida de Shama, una joven acomodada de 30 años de Mequinez, enfadó incluso a los suyos. ¿Por qué? "Porque disparo verdades". Dicho de otra forma, una juventud que tiene miedo de su sombra y que intenta, mal que bien, guardar las apariencias. "Me recuerda a la juventud de la alta sociedad estadounidense de los años 50", prosigue Sonia. "Justo la anterior a la revolución sexual, que disfrutaba de todo pero lo hacía a escondidas".
Trailer de Marock, de Laïla Marrakchi (2005)
"EL LOBO DE WALL STREET, PERO SIN COCA"
Anis no bebe en el Skybar. Está en pleno centro de la pista de baile, pero solamente para "beber un vaso de Coca-Cola y disfrutar de la música". Esmoquin negro, camisa rosa y pañuelo a juego, este joven emprendedor casablanqués de 28 años vive entre París y Casablanca. Está a punto de convertirse en notario en el 16º distrito de París, uno de los más ricos de la capital, mientras que en Marruecos vende lámparas de araña de lujo. Resopla mucho al hablar del estupor que le rodea. "Francamente, el 60% de esta gente no da palo al agua y se contenta con vivir de la fortuna de sus padres".
Al día siguiente, cuando Anis El Hamzi nos recibe en su tienda Cristolux, situada en el barrio ligeramente chic Mers Sultan, está más fresco que la víspera. Bien afeitado y vestido de Armani de la cabeza a los pies, Anis sube a su Renault mientras susurra: "Podría haberme comprado un Panamera, pero ya ves que no despilfarro. Preferí invertir en un negocio". Negocio que le permitió comprar una casa de 650.000 € con su madre, a dos calles del palacio real de Mohammed VI. Mientras hace los honores, el joven dueño insiste en los valores que le inculcó su familia, al contrario de aquellos que transmitieron a los jóvenes colmados de privilegios: "trabajo, determinación y saber vivir". Si la mitad de su éxito se lo debe a su educación, la otra mitad se lo debe a Francia. Sus modelos a seguir son Sarkozy, Manuel Valls y Xavier Niel, pero también Jordan Belfort, el broker venido a menos al que Leonardo Di Caprio interpretó en la gran pantalla. "¿Conoces al Lobo de Wall Street? Me identifico mucho con él, pero sin la coca ni chulear". Anis El Hamzi se resume a sí mismo en una frase inscrita en una placa situada en el salón de su chalé: "Think rich, look poor".
UNA BURBUJA HERMÉTICA
La verdad es que Anis es el único que promueve la cultura del self made man, la de "construirse su propio éxito". En Casablanca la norma sigue siendo el conformismo, consolidado por las especificidades que implican un país monárquico. "No olvidemos que hablamos de un país en el que el Rey sigue siendo una estrella de rock entre los jóvenes", comenta Anis entre dos bocados de un relámpago de vainilla, comprado en la pastelería parisina Fauchon. "¡Y que ocupa su cargo de por vida!". Esto provoca que muchos sigan un camino profesional que les lleva a "irse de juerga en el extranjero mientras se finge currar de cara a la familia", prosigue Simo. "Y para las chicas también incluye encontrar curro y un buen marido". "Cuando hablo con los jóvenes privilegiados sobre temas como la sociedad, me doy cuenta de que son más cerrados que sus padres", remata Sonia.
¿De qué se les acusa? No de ser privilegiados ni de estar colocados, sino de formar parte de un grupo que tiene medios para cambiar las cosas pero no lo hace. "Espero de ellos que sean abiertos de mente, que se preocupen por lo que les rodea, porque la mayoría de ellos ha vivido en el extranjero, ha leído. En muchos países los jóvenes burgueses son el motor de la sociedad, pero en Marruecos no es así", continúa Sonia. En Casablanca, donde "el lugar más moderno" está junto a uno de los 500 barrios chabolistas de la ciudad, la "ignorancia" sigue siendo la palabra clave al resumir las relaciones que mantienen los niños ricos con el mundo exterior. "Hay una verdadera barrera física”, explica Sonia a través de las volutas de humo de su cigarro. "Y esa barrera es el cristal del coche". Anis vuelve a distanciarse de la masa. Afirma que él "ayuda a los pobres de la ciudad" al pagar "cierta suma de dinero" a personas discapacitadas de las 111.500 familias que pueblan los barrios chabolistas. De todos modos, este golden boy dice que "es gracias a este contraste que somos parte de los 10 países más estables del planeta". Por lo tanto, para la juventud dorada todo lleva a creer que Marruecos sigue siendo un país indescifrable donde la vida de los ricos consiste, según Sonia, en "ver los toros desde la barrera, sin darse cuenta de los problemas que les rodean, y no tener intención de cambiar. O sí".
Este artículo forma parte de una edición especial dedicada a Casablanca y realizada en el marco del proyecto "Euromed Reporter", lanzado por CaféBabel en colaboración con I Watch Organization, Search for Common Ground y la fundación Anna Lindh. Pronto encontraréis todos los artículos en nuestra revista.
Translated from La jeunesse dorée de Casablanca : le printemps des bourges