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La ingenuidad de los guerreros de Bush

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Default profile picture omar abuzid

La democratización violenta de Irak amenaza con ser un fracaso. Los EEUU deben reflexionar sobre su modelo de política exterior.

Una frase muy popular entre los políticos es “quien tenga visiones que vaya a un psiquiatra”. Bien, no hay que compartir esa opinión, sin embargo, un año después de la liberación de Bagdad, surge la pregunta de si la política exterior visionaria de George W. Bush realmente ha fabricado un mundo mejor. Las armas de destrucción masiva no se encontraron, confirmándose así la opinión muy extendida en el mundo árabe de que los EEUU y Gran Bretaña hicieron una guerra colonial contra Irak, y que en vez de combatir encauzadamente a los grupos terroristas, la guerra ha conferido a éstos la posibilidad de actuar en Irak.

Una construcción de la paz difícil

¿Y qué pasó con el augusto objetivo de la democratización? Los combates sangrientos que en estos momentos la coalición lleva a cabo contra grupos radicales chiítas y sunitas muestran que Irak aún está muy lejos de convertirse en una democracia estable. Pero esto no sorprende, ya que como muestra la experiencia en países como Somalia, Camboya y en Kosovo la construcción de la paz, la reconstrucción de estructuras democráticas estables en países antes violentos y subdesarrollados es un proceso difícil y rara vez culmina con el éxito.

¿De veras se creyó en Washington que se podría democratizar en un breve plazo con la ayuda de una intervención militar un país, cuya historia política en el siglo XX está marcada únicamente por la dictadura y la violencia? Desgraciadamente la realidad es otra, ya que incluso si se bombearan en Irak cantidades de dinero superiores a la suma de las que se bombearon en Somalia o en los Balcanes, el país tardaría años -si no décadas- en estabilizarse.

También la iniciativa de un “Oriente Medio más importante” de los EEUU peca de la misma inocencia visionaria. Se le quiere imponer desde fuera al mundo árabe un modelo de sociedad que es rechazado por la mayoría de la población. Junto a Irak también en Egipto, si se dieran elecciones libres, no ganaría el candidato complaciente con occidente sino que con toda probabilidad llegarían al poder movimientos islamistas. Éstos quizás no instaurarían una dictadura pero en caso de una victoria electoral jamás instalarían una democracia complaciente con los americanos según un modelo occidental.

Ilusiones neoconservadoras

Desgraciadamente parece que George Bush no se ha podido recuperar de sus visiones durante sus vacaciones de Semana Santa. Su declaración del martes, en la que decía que ha de mantenerse el itinerario original del traspaso de poder el 30 de junio y de elecciones libres a más tardar en enero de 2005, evidencian más bien su pérdida aguda de la realidad. Europa debe acudir a la ayuda de su aliado americano y suministrarle un antídoto contra sus ilusiones neoconservadoras.

La celebración de las elecciones debe ser aplazada en vista de la situación aguda y la ONU ha de estar más implicada. La iniciativa de un “Oriente Medio más importante” tiene que ser consensuada con los países árabes.

Pero quizás se resuelva por sí mismo el problema de una reestructuración de la política exterior de EEUU a saber, después de las elecciones presidenciales de noviembre.

Translated from Die Naivität der Bush-Krieger