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La ineludible irrupción de las palabras

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[OPINIÓN] El inglés monopoliza el vocabulario sobre los negocios, la publicidad y las redes sociales. Su uso se expande como la espuma y esto, a lenguas como el español, el francés o el italiano, les quita el sueño. Historia de una (re)conquista lingüística. 

En España mezclar extranjerismos mientras se habla no es, necesariamente, sinónimo de inteligencia. Es curioso observar que si te sientas en una mesa con quienes comparten como tú el castellano y pronuncias 'brainstorming' cuando en realidad quieres decir 'lluvia de ideas', 'target' cuando te refieres a 'objetivo', o 'fashion' para recalcar que está a la moda, seguramente alguno de los allí presentes pensará que eres un tanto estirado y que quieres alardear de algo de lo que, en realidad, careces. O hablas en un idioma o hablas en el otro. Sin embargo, las lenguas están cambiando tan rápido como las personas. La libertad de movimiento trae consigo desplazamientos humanos pero también lingüísticos y, por eso, nuestra forma de hablar está mutando a la velocidad de la luz. Los españoles llevamos toda la vida peleándonos con la lengua de Virginia Woolf y, no obstante, incorporamos vocablos que no pertenecen a nuestro idioma y nos quedamos tan anchos. El monopolio absoluto de las nuevas adquisiciones pertenece al inglés, que domina en campos como la ciencia, la publicidad y las redes sociales, a veces por necesidad, algunas por comodidad y otras por pura tontería. Y esto a la RAE (Real Academia Española), que desde 1713 "limpia, fija y da esplendor" no le gusta un pelo.

Los 46 académicos de esta institución centenaria con sede en Madrid, de la que por cierto actualmente sólo 8 son mujeres, lo han visto claro: lengua madre sólo hay una. "El inglés está invadiendo la publicidad por dentro… y por fuera. Y todo porque nos han hecho creer que suena mejor que el español". ¿Su forma de contraatacar ? Una campaña audiovisual que incide donde más duele: la ignorancia. Se lanzaron al mercado dos productos falsos con anuncios en inglés, donde se invitaba a los consumidores a pedirlos gratis por internet. Uno ofrecía gafas "de ciego" y el otro un perfume "con olor a cerdo". Como era de esperar, más de uno cayó en la trampa, hipnotizado por su pomposa presentación. ¿Quién tiene la culpa, el que lo compra por su torpeza, o el que lo vende por abusar de poder?

Campaña de la RAE, realizada por la agencia Grey Spain, en la que se critica de forma ingeniosa la "invasión" de los anglicismos en el mercado laboral. 

Dentro de la UE, que no hay fronteras, pero sí 24 idiomas oficiales, la defensa de la lengua nacional sigue siendo la gran hazaña del siglo XXI. Los franceses, por ejemplo, que abusan del franglish y del lenguaje sms, han visto cómo el CSA (Conseil Supérieur de L’Audiovisuel) les llamaba la atención: "Dilo en francés. Nuestra lengua es bella. Utilízala".

"Dime, ¿por qué no eliges inglés o francés? Me aburro de hablar contigo"

En Italia existe el #Dilloinitaliano, una iniciativa de la bloguera Annamaría Testa para invitar al gobierno, a la administración pública, y los medios de comunicación a que "hablen, por favor, un poco más de italiano". En Alemania ocurre todo lo contrario. No solo adoran los anglicismos sino que también los inventan ellos mismos, adaptando palabras que suenan a inglés pero que, en realidad, no existen. Del jersey (pullover) sacan la versión sin mangas: el pullunder. Y de la mano (hand), revolucionan el mundo de la telefonía móvil con el handy. Bueno, en esto los españoles también somos expertos. No sin el 'footing', sin el 'puenting', y sin el 'alto standing'.

"Tan trendy, tan cool, tan ridiculous" 

Aunque a nadie se le niega que las lenguas deben ser fieles a su idiosincrasia, tal vez esta forma de mostrar los hechos sea un tanto exagerada y alarmista. No olvidemos que los idiomas están vivos y a menudo cruzan los límites, al igual que lo hacemos las personas. A veces, es inevitable emplear una palabra nueva sin por ello abocar a que otra desaparezca. Quizá lo que hoy parezcan intrusiones, mañana sean nuevas adquisiciones, como ocurrió con 'bulevar-boulevard', 'estatus-status', o simplemente se conviertan en un sinónimo más como ballet-danza clásica. La RAE lucha contra la invasión de aquellos nuevos términos que desplazan y marginan a otros que ya existen. Pero a fin de cuentas el español se ha ido apropiando a lo largo de la historia del vocabulario de sus vecinos y, para su alegría, no solo no ha desaparecido sino que además se ha convertido en la segunda lengua mas hablada del mundo. Al alemán le debemos la aspirina. Al griego la atmósfera. Y al árabe nuestro querido olé.

Lo más remarcable es que el español también está presente en la vida de los demás. Los anglosajones viven con aficionado, cojones, to go solo (ir solo), mi casa es su casa, qué será será, macho, guerrilla, going mano a mano, y mañana. Los francófonos, por su parte, se han acostumbrado ya a la siesta, al chorizo, al basta, al gazpacho, a la plancha, a las tapas, a la fiesta, al macho, y a faire la ola (hacer la ola). Y los italianos al golpe, a los desaparecidos, al goleador, a la movida, y al buen retiro (que para ellos es ese lugar secreto adonde se escabullen los amantes).

En resumen, dejemos que las lenguas vayan haciéndose camino, como el agua, y vivamos Życie jak w Madrycie (la vida como en Madrid). 

O eso dicen en Polonia.

Story by

Ana Valiente

Spanish freelance journalist based in Madrid. Currently exploring the boundless world of documentary filmmaking.