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La hegemonía del inglés en la comunicación internacional

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Estamos tan conectados con la cultura inglesa que casi sin querer está subordinando la nuestra. Por muchas razones, la cultura es verdaderamente la única identidad que uno posee; y es el idioma, quien tiene la capacidad de adaptación para evitar la desconexión con la propia cultura.

La influencia del idioma y la cultura inglesa ha marcado un antes y un después en muchas otras culturas del mundo. Ya en tiempos del colonialismo e imperialismo británico los continentes de África y América fueron coaccionados con el fin de introducir la cultura y las costumbres anglosajonas. No obstante, la influencia no solo se expandió a través de la política, sino también a través del desarrollo y la difusión de la ciencia, la tecnología y la economía en los países desarrollados, que provenía, principalmente, de Estados Unidos.

Es importante destacar el hecho de que en el ámbito de la negociación, las finanzas o el comercio internacional la comunicación en este idioma es sustancial, dado que se calcula que más de la mitad del contenido de Internet está en inglés y, ya sea como primera o segunda lengua, la mayor parte de la población mundial habla en esta lengua. En este sentido, la falta de conocimiento de esta lingua franca puede ocasionar el fracaso de un empresa multinacional.

Por otro lado, con la globalización hemos acuñado un término lamentable que se denomina «americanización», aplicada en muchas culturas como la nuestra; de este modo, estamos sujetos a la estructura socioeconómica americana, puesto que gran parte de los productos y la información provienen del extranjero. Esta se propaga a través de los medios de comunicación e Internet y atenta contra la cultura y la lengua de otros países.

Así pues, en los últimos años se está intentando potenciar el aprendizaje del inglés en las aulas por razones pragmáticas y para tener oportunidades en el mercado global. Sí que es cierto que esta lengua vehicular rompe barreras lingüísticas entre aquellas lenguas que poseen un vocabulario y unas estructuras complejas, pero este hecho provoca la segregación de la cultura y los idiomas locales. Además, se procede a una jerarquización en la que el inglés prevalece sobre el resto de las lenguas. A modo de ejemplo, en la inmensa mayoría de las universidades españolas que ofertan Traducción e Interpretación es obligatorio cursar inglés como primera o segunda lengua extranjera.

«El inglés es la clave del éxito», anuncian muchas empresas y por consiguiente, muchos estudiantes de todo el mundo aúnan sus esperanzas en conseguir nuevas metas a través de su estudio. Por tanto, se da una situación aberrante y de desigualdad en la que si uno no sabe inglés puede, no solo encontrarse en desventaja, sino también ser objeto de discriminación. En este último aspecto cabe destacar un artículo publicado por la revista Time (Free at last, 1984) en el que una inmigrante china, residente en Estados Unidos, fue encerrada treinta y un años en una institución para enfermos mentales por hablar un inglés incomprensible para el resto de los anglófonos.

Por lo que respecta a la desigualdad, es necesario mencionar que  también se produce, por ejemplo, entre dos hablantes de lenguas distintas que utilizan el inglés para comunicarse; de esta manera, aquellos que hablan inglés creen inconscientemente que debe ser utilizada para la comunicación internacional. Hablaríamos, en un caso distinto, de igualdad comunicativa si la conversación se produjese, por ejemplo, entre un ruso y un alemán que hablan en francés. Asimismo, otro aspecto fundamental que promueve la igualdad lingüística es el fomento de lenguas auxiliares como el esperanto.

En definitiva, resulta arduo pensar en un multilingüismo y un multiculturalismo que impulse la igualdad comunicativa. Por lo tanto, sería conveniente que se amplíen las posibilidades de estudiar otras lenguas extranjeras en las aulas, proteger las soberanías nacionales y, sobre todo, la libertad y derecho individual de usar la propia lengua. Para esto, es preciso limpiar la conciencia imperialista de los que usan el inglés como primera o segunda lengua y que en ellos se refleje la sensibilidad y el respeto hacia los valores éticos de la comunicación internacional.