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la grande bellezza

Published on

Sevilla

Non c’è cosa più amara che l’alba d’un giorno cui nulla accadrà.

Non c’è cosa più amara che l’inutilità.

                                                                                                                   CESARE PAVESE

Hoy, recordamos este Capo Lavoro en la semana en que el film se ha llevado el Oscar a la Mejor Película Extranjera. 

La Gran­de Be­llez­za, el re­tra­to de la va­cui­dad de la Jet Set ro­ma­na en de­ca­den­cia. Una es­té­ti­ca que re­cuer­da, y mucho, a Fe­lli­ni, con el sello per­so­nal de Paolo Sorrentino.​

En el Fes­ti­val de Cine Eu­ro­peo de Se­vi­lla ya tu­vi­mos un pe­que­ño ade­lan­to de su éxito in­ter­na­cio­nal, ganó el Pre­mio al Mejor Actor por la in­ter­pre­ta­ción de Toni Ser­vi­llo y en la sec­ción Eu­ro­ima­ges, a la Mejor Co­pro­duc­ción.

Hoy, re­cor­da­mos este Capo La­vo­ro en la se­ma­na en que el film se ha lle­va­do el Oscar a la Mejor Pe­lí­cu­la Ex­tran­je­ra con una re­se­ña de Juan Fa­jar­do

Se­sen­ta y cinco años. Ciu­da­dano ro­mano. Vive solo en un lu­jo­so ático con am­plia te­rra­za abier­ta al Co­li­seo. Alto, del­ga­do, ele­gan­te, re­fi­na­do, culto. Hace mucho tiem­po es­cri­bió un libro de éxito, pero hace mucho tiem­po. Se gana la vida, y se la gana muy bien a juz­gar por su vi­vien­da y su aliño in­du­men­ta­rio, como en­tre­vis­ta­dor de ce­le­bri­ties y re­dac­tor de una re­vis­ta del cuore. Es po­pu­lar, todo Roma le co­no­ce y, aun­que qui­zás no haya leído a Víc­tor Hugo, in­tu­ye que la po­pu­la­ri­dad es la glo­ria en cal­de­ri­lla. Sabe que ha des­pil­fa­rra­do su ta­len­to y tam­bién que su crea­ti­vi­dad como es­cri­tor se ha mar­chi­ta­do. Nos dice que la ven­ta­ja de cum­plir se­sen­ta y cinco años es la de con­su­mar su vida como guste sin tener que dar ex­pli­ca­cio­nes a nadie. Ya cree en muy pocas cosas y se li­mi­ta a vivir sus días igua­les, sin­tien­do en pro­pia carne los ver­sos de su com­pa­trio­ta, es decir, la amar­gu­ra de la ru­ti­na y de una vida inú­til. He aquí el re­tra­to de nues­tro pro­ta­go­nis­ta.

Pero es afa­ble y sen­si­ble y le gusta pa­la­dear la be­lle­za. Un de­li­ca­do canto llano a ca­pe­lla, a cua­tro voces mix­tas, es el nexo de unión entre las di­ver­sas es­ce­nas. La his­to­ria está muy bien con­ta­da, la fo­to­gra­fía es­plén­di­da, el guión muy in­te­li­gen­te, los diá­lo­gos bri­llan­tes. El mé­ri­to de esta pe­lí­cu­la ra­di­ca en algo muy sutil: la de­li­ca­de­za del matiz.

La es­ce­na cen­tral es so­ber­bia. El frus­tra­do es­cri­tor va mos­tran­do a su acom­pa­ñan­te los os­cu­ros y re­cón­di­tos sa­lo­nes de un viejo pa­laz­zo. Un solo de oboe, in­ci­si­vo y pun­zan­te, nos fas­ci­na con una me­lo­día com­pues­ta por un joven de die­ci­sie­te años (Sin­fo­nía en Do, de Geor­ges Bizet), me­lan­có­li­ca e in­ge­nua. 

La luz de una lin­ter­na va res­ca­tan­do de las som­bras una serie de es­ta­tuas y el canon se­cu­lar de la be­lle­za nos con­mue­ve. La in­ma­te­ria­li­dad del so­ni­do des­ve­la y en­vuel­ve la ma­te­ria­li­dad de la forma. De re­pen­te, todo se es­fu­ma ante el con­tras­te su­rrea­lis­ta y bru­tal de lo feo: en el úl­ti­mo salón, un corro de vie­jas damas aris­to­crá­ti­cas se dispu­ta a los nai­pes unas mo­ne­das mi­se­ra­bles. La mú­si­ca cesa. La be­lle­za des­a­pa­re­ce.

Agra­de­ce a su aman­te oca­sio­nal de una noche no haber hecho el amor. Pre­fie­re la me­ta­fí­si­ca de la amis­tad a la fí­si­ca del sexo. El con­sue­lo de la com­pa­ñía, el bál­sa­mo de la co­mu­ni­ca­ción, la ter­nu­ra que brota de la com­pa­sión pue­den más que el tedio, el has­tío y la tris­te­za in­he­ren­tes a la car­na­li­dad (omne ani­mal post coitum tris­te). Ya lo dije más arri­ba: la de­li­ca­de­za del matiz.

Sólo es él mismo cuan­do come en el des­pa­cho de su jefa y com­par­ten la co­ci­na ca­se­ra en un am­bien­te de com­pli­ci­dad y fran­que­za que sólo pue­den dar los mu­chos

años de tra­ba­jo en común. Ella es enana pero su es­ta­tu­ra se agi­gan­ta con la agu­de­za de su in­ge­nio y la bri­llan­tez de su in­te­li­gen­cia. 

¡Ah!, y los pa­seos diur­nos y noc­tur­nos de nues­tro hom­bre mien­tras la cá­ma­ra nos mues­tra, con de­lec­ta­ción, la be­lle­za de Roma, città eter­na.

En de­fi­ni­ti­va, una pe­lí­cu­la ma­ra­vi­llo­sa.

Ficha Téc­ni­ca

Di­rec­ción: Paolo So­rren­tino

Guion: Paolo So­rren­tino, Um­ber­to Con­ta­re­llo

Fo­to­gra­fía: Luca Bi­gaz­zi

Mon­ta­je: Cris­tiano Tra­va­glio­li

Mú­si­ca: Lele Mar­chi­te­lli

In­tér­pre­tes: Toni Ser­vi­llo, Carlo Ver­do­ne, Sa­bri­na Fe­ri­lli, Carlo Buc­ci­ros­so

Pro­duc­ción: Ni­co­la Giu­liano, Fran­ces­ca Cima, Fabio Con­ver­si, Jérôme Sey­doux