La generación del Europa: el 9 mayo celebrado por la Parisina
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En vísperas de le Fiesta de Europa, la Parisina ha investigado por las calles de Paris para testar la dedicación de gente de todas edades y nacionalidades a este Europa que ocupa un espacio más y más importante en nuestras sociedades del siglo XXI. Equipadas con una cámara, un grabador MP3 y su buen humor primaveral, sus periodistas dedicadas tomaron por asalto la loma de Montmarte.
Es a los pies de este sitio muy parisino pero también muy turístico que empieza nuestro viaje de investigación generacional.
Fenómeno bastante revelador: los intercambios, el viaje y el turismo, son las primeras referencias que vienen a las mentes de los que entrevistamos cuando les hablamos de la Europa, sin diferencia entre edades.
El primer pequeño grupo que abordamos esta compuesto de chicos y chicas jóvenes. Al habernos presentado e introducido nuestro tema, y ya que ha pasado la sorpresa inicial, aprendemos que estos cuatro chicos y tres chicas de más o menos 20 anos, están de visita turística en la capital francesa. Una del grupo estudia en la Escuela europea de Luxemburgo; sorprendente para un primer intento, ¿no?
Divertidos, dos de ellos se meten al juego: « Y si yo le digo Europa, ¿que significa eso para usted? » Claro, por estos jóvenes que estudian en institutos donde se pueden mezclar estudiantes de hasta 27 nacionalidades diferentes, el Europa esta en evidencia. Instintivamente Morgane y ???? hacen referencia al programa de Erasmus.
Nuestro segundo miembro del publico, la treintena, es bastante menos entusiasta con respecto a está Unión Europea que ella considera predominantemente como una agrupación económica y política, dice que no se siente europea porque no viaja mucho. El movimiento parece entonces ser un factor determinante del « perfil europeo ». Es lo que también nos dice el joven agente inmobiliario, apoyado contra su agencia, un cigarrillo en la mano: El Europa, es también un espacio de comunicación. Poder circular, cierto, pero también poder comunicar los unos con los otros, es darse la posibilidad de intercambiar nuestras visiones del cotidiano y de enriquecer nuestras culturas respectivas.
El beneficio no es entonces solamente comercial y financiero, es ante todo humano. Pero que se queda de la política…
Simultaneamente vasta y cercana, ella ha salido adelante de la apuesta de los anos 1950: volverse un espacio de libre circulación y libre intercambio. Para los jóvenes, la Europa sin frontera es una ganancia. Una ganancia geográfica, una ganancia psicológica. Pero hay también en esta joven generación europea el sentimiento innato que su futuro será plural. Por lo tanto, esta bondad no adormece el espirito critico de los jóvenes que llama a atención la falta de unidad política. Mientras que el suceso del proyecto funcional ya no se tiene que probar, conviene preguntarse si es posible llegar a un real Europa político. Incluso ¿es esto deseable? La joven generación se queda relativamente escéptica hasta si, según los últimos sondeos de opinión Eurobaromètre e Ispos, los de 20-35 anos tienen más confianza en la UE.
El ingles: es el lazo que nos deja entendernos…?
Para poder comunicarse entre ellos, no se puede negar que los Europeos se reúnen tras el ingles. Es esto que también caracteriza la censura de las generaciones de nuestros abuelos, y hasta de nuestros padres, por los cuales aprender el ingles era un lujo guardado para el Élite. Y es también esto que a veces refuerza las reacciones de desconfianza.
Nuestro joven treinteno y su amigo reconocen que esto permite el intercambio entre los jóvenes pero dicen que esto no se debe hacer al detrimento de la multiplicidad cultural ni de la diferencia. Será el ingles un denominador común indispensable para aprobar la ecuación europea? No es tan seguro cuando vemos que los ingleses, quienes deberían sentirse galvanizados por su posición dominante en el campo lingüístico, ven Europa con el más grande desinterés. Aquí otra vez no nos basamos sobre ideas recibidas sino que vividas. Hasta aquí no hemos pasado nuestros varios fracasos sufridos durante nuestra encuesta, pero no puedo resistir el placer de compartir un anécdota que confirma esta realidad europea: Nos encontramos una pareja recientemente retirada marcada con el sello del turista – calcetines, sandalias, gorro de pesca para el señor, gafas de sol de Abba, short bermuda para la señora, sin olvidar la cámara en bandolera. Se ve que no son franceses cuando se ponen a hacer muecas incrédulas en respuesta a nuestra primera pregunta. Sin embargo, un término de lo que decimos parece entenderse: « Europa ». Y allí se levanta el escudo. El señor se voltea, sin parecer tener pena de no haber podido respondernos y la señora lo sigue tímidamente (hay tabús que no se disturben). Claro que nuestros turistas poco colaboradores son británicos! Pues, sin querer hacer el « English-bashing », se tiene que reconocer que nuestros amigos del otro lado de la mancha no son los más agradables cuando se trata de los europeos.
Si nuestra conducta ha a veces sorprendido, nosotros también hemos sido sorprendidos.
Como por los dos jóvenes « free huggers » parados con su pancarta al pie del Sacre Cœur. Después de un abraso amical nos contestan que la Europa esta bien. Una comunidad que se conecta, que se abraza, es quizás allí que se encuentra la real identidad europea. Y porque no desarrollar un movimiento transeuropeo de free-hug para simbolizar todo esto? La idea se ha lanzado; esperemos que ella sea relevada por parte de nuestros dos compinches…
También fue sorprendente el banquillo de septuagenarios.
Tienen más que 400 anos entre todos! Y de hecho son todos de nacionalidades diferentes: Italianos, Españoles, Franceses se encuentran diariamente en ese lugar para pasar unos momentos juntos en ese Paris efervescente. Fue con ellos que pasamos el más tiempo hablando – quien lo hubiera creído?! Hasta si los discursos llegaron rápido. « Es demasiado abierto » nos dice una de entre ellos. Llego en Francia hace un poco mas de cuarenta anos para escaparse de una España con una economía, un trabajo y unas condiciones de vida difíciles, ahora ella se siente completamente francesa. Es entonces al mismo momento cuando la Europa de la libre circulación de bienes y de personas se pone en marcha que nuestra Española Francesa de corazón puede aspirar a nuevos horizontes. Por lo tanto, se tendrían que cerrar las fronteras, interiores y exteriores de Europa, según ella. La inmigración, el proteccionismo, la inseguridad, el « laisser faire »; allí está lo que caracteriza el mundo al rededor de ella. Un punto de vista que no comparte su compatriota sentada a su lado. « Es como resulta del hecho que hayamos podido partir y trabajar en Francia que hemos podido salir adelante; no podemos reprochar o impedir a otros de querer mejorar sus vidas diarias. »
Esta oposición de puntos de vista al centro de una misma generación y de gente con una situación parecida es interesante. Nos muestra que no hay una comunidad de destinos lanzados por la generación, pero que al centro de cada generación las experiencias individuales mantienen una multitud de destinos individuales. La Europa no anula nada, ni suma todo tampoco; pero permita la unificación, tras un mismo vocablo, esa alteridad que es la llave por su futuro.
¡Felices fiestas Europa!
Sophie Helbert