La Europa del café: sexo, revolución y estrés
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Soraya Garcìa BernardoDel pendiente (sospeso) de Nápoles a la fika sueca, pasando por el nube de Málaga, sin olvidar el sentido afrodisiaco en Bielorrusia. Las mil y una tradiciones ligadas a la bebida europea por excelencia
¿Si Europa fuera una bebida? Sería el café. Y no solo porque su consumo oscila entre los doce (Finlandia) y los dos (Reino Unido y República Checa) kilos anuales por persona. Si bien es cierto que su cultivo no comenzó en Europa sino en Etiopía, llegó a Arabia en el siglo trece y después, en torno a 1517, pasó a la actual Turquía, donde todavía hoy es conocido como kahve. De allí, el viaje fue corto hasta desembarcar en 1615 en Venecia y, finalmente, extenderse por toda Europa. El italiano Procopio lo llevó a París, donde fundó el Procope, café donde solían darse cita los artífices de la Revolución Francesa. Sí, sí, porque el café, bebida estimulante por excelencia, estaba asociado a las ideas progresistas tal como muestra la concepción, en 1764, de los fundadores milaneses de la revista de la Ilustración Il Caffé.
Pero, ¿qué representa hoy en día el café para nosotros, los europeos? Gracias a la comunidad de cafebabel.com, hemos podido confirmar que el café está asociado a un comportamiento social. Así, si en Atenas te proponen salir a tomar un café, prepárate para entre dos y cuatro horas de cháchara y cotilleos. En Amberes, como en toda Europa, 'tomar un café juntos', quiere decir ir a charlar, hasta sin haber café de por medio. En Suecia, al café se le llama fika, que es también un verbo, y que sirve para expresar el hacer una pausa o quedar con alguien…
En Turquía, esa cita puede ser determinante: el café es la bebida que la prometida debe servir durante la presentación de las familias para decidir si se celebrará el matrimonio. En Bielorrusia, en cambio, el sentido del encuentro es mucho más ‘picante’: el café es considerado una bebida afrodisiaca para… 'mantenerse despierto'.
Aunque el café se ha extendido por toda Europa, no todos lo toman de la misma manera. Los italianos, como muestra este vídeo del dibujante Bozzetto, además de ser los únicos, junto con los portugueses, en beber el café largo, son un poquito complicados. En Roma, un genovés es un café manchado con cacao, o sea, un capuchino en miniatura, porque… los genoveses son conocidos por ser especialmente tacaños. En Nápoles, existe la costumbre del sopeso (pendiente): un café que se paga para el próximo cliente que lo pida, normalmente indigentes.
Muchos nombres para... ¿la misma cosa?
También en Málaga el café tiene infinidad de nombres según la proporción usada al mezclarlo con la leche. Basta con mirar este anuncio de la marca Santa Cristina.
En Grecia, además del café caliente, como en Bulgaria, parecido al turco, está arrasando la manía del café frappé (de ahí el nombre del babelblog) y, también como en Bulgaria, se pueden encontrar ancianitas que leen el futuro en tu taza de café. Como en Nápoles. También en Francia el café está muy a la moda y a menudo se le asocia al estrés de la vida parisina, como en este vídeo de Oldelaf y el Señor D. Pero (palabra de napolitano en París) es dificilísimo, para un italiano, encontrar un verdadero café largo.
Receta: Café americano
Cómo preparar un café y… cómo estropearlo. Agradecimientos a Pierpaolo di Pozzetto, que tiene el mejor café de París.
Mil gracias (una por cada tipo de café existente) a los babelianos :Elina (Grecia), Waldemar (Suecia), Lotte (Bélgica), Pedro (España), Jane(Francia), Hana y Marysia (Polonia), Christiane (Alemania), Ozcan (Turquía), Andrea (Italia), Michael (Austria), Milos (Serbia), Anna(Holanda), Sergei (Bielorusia), Zlatimira y Mina (Bulgaria), Zuzana(Eslovaquia), Joshua (USA), Jo (Gran Bretaña).
Translated from L’Europa del caffè: rivoluzione, sesso e stress