La dimisión de Horst Köhler o la teoría de la frase de más
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CésarUn trueno ha sacudido Berlín. Para sorpresa de todos, Angela Merkel incluida, el Presidente de la República Federal de Alemania, Horst Köhler, anunció el pasado 31 de mayo que dimitía de su cargo tras haber cumplido escasamente la mitad de su mandato. ¿Cuál fue su error? Una frase
"Anuncio mi dimisión con efecto inmediato". Investido de unas funciones similares a las que desempeña el monarca del Reino Unido, aunque dotado de estrictas competencias de control democrático y elegido por un periodo de cinco años, ¿en qué grave falta ha podido incurrir Horst Köhler para causar una reacción tan irreversible y poner en jaque a un gobierno al que este revuelo era lo último que hacía falta? Una declaración ambigua, hasta el punto de que, en un inicio, ni siquiera suscitó reacción alguna.
La frase de más
El pasado 22 de mayo, durante un viaje a Afganistán, el presidente Horst Köhler declaró lo siguiente a la emisora de radio pública Deutschlandradio Kultur: " [...] Un país de nuestra talla y de nuestra orientación comercial, habida cuenta de nuestra dependencia del comercio exterior, también debe velar, en caso de necesidad, y a través de una operación militar de emergencia, por la protección de sus intereses, tales como las rutas de libre comercio, al objeto de evitar que, por ejemplo, cualquier inestabilidad regional, al suponer una reducción de la seguridad, menoscabe nuestras opciones en materia de comercio, empleo e ingresos".
Esta frase, una vez recogida en los medios de comunicación de mayor difusión, inflamó a quienes se oponen a la guerra de Afganistán, con el partido Die Linke ('La Izquierda', que se denomina a sí mismo como la única fuerza de izquierda y de carácter antimilitarista) a la cabeza, y causó consternación entre los socios de Angela Merkel. ¿Estaba Köhler justificando la guerra por razones económicas? En vista de que, en Alemania, el debate sobre el despliegue de tropas en el extranjero se mantiene vivo desde 2001, hubo quien quiso ver en la declaración un lapsus linguae que revelaba los verdaderos objetivos perseguidos: no lo serían la paz y la democracia, sino la subyugación económica y la protección de las rutas comerciales.
"Imperialismo". La palabra maldita no tardó en hallar eco en los principales medios de comunicación y el diario Süddeutsche Zeitung (en su edición de 27 de mayo) llegó incluso a entronizar al presidente, bautizándolo como "Kaiser Horst I". La resonancia de esta declaración llegó a asustar incluso a los que apoyan la acción de las Fuerzas Armadas alemanas en el extranjero. Ahora que Alemania ha vuelto a hacer acto de presencia en la escena diplomática y militar internacional, semejante salida de tono "entraña el riesgo de perjudicar la aceptación de la misión de la Bundeswehr en el extranjero ", recalcó Thomas Oppermann, presidente del grupo parlamentario del SPD (Partido Socialdemócrata) en el Bundestag. La propia CDU (la Unión Demócrata Cristiana, a cuyo frente se halla Angela Merkel), apoyo habitual de un presidente muy popular, ha juzgado torpes estas declaraciones.
Una dimisión obligada... para los alemanes
Nada va a disipar el revuelo causado ni a sosegar el debate, ni siquiera la rectificación aportada por los servicios de la Presidencia, en la que éstos explican que tales declaraciones no se referían a Afganistán, sino a las costas de Somalia, a las que tanto los países occidentales como China envían regularmente a patrullar fragatas, con la misión de disuadir a los piratas. Horst Köhler, de quien se decía estaba ya harto del poder, socavado por los ataques procedentes del ámbito político, se ha hallado en el centro de unas acusaciones que ha sido incapaz de soportar. Las reflexiones de Köhler, ex director del FMI, no habrían generado tanto revuelo en un país distinto de Alemania, donde se ha aprendido a desconfiar en grado sumo del uso de la fuerza y de la toma de libertades en materia de control democrático.
Conviene señalar que la dimisión del presidente, por excepcional que ésta sea, no es la primera desde la posguerra: Heinrich Lübke tuvo asimismo que dimitir, en 1969, a raíz de una campaña de desprestigio orquestada por el diario Der Stern a propósito de su pasado. ¿Cuál había sido su delito? Haber trazado, cuando tenía 25 años, los planos de los barracones que se utilizaron para construir los campos de concentración... Al cabo de cuarenta años, el mismo eco vuelve a hacer temblar el panorama político alemán.
Fotos: Principal y Köhler en Afganistán: ©isafmedia/Flickr; Köhler de perfil: tgoldkamp/Flickr
Translated from La démission d'Horst Köhler ou la théorie de la phrase en trop