La crisis en Creta: El trabajo, un asunto de familia
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Isabel Rivas GinelBajo el sol de La Canea, nada hace pensar que el país atraviesa la peor situación económica de su historia. Las tiendas del centro llaman la atención por sus escaparates elegantes, el casco antiguo seduce con la belleza de sus fachadas venecianas y, en las salas de fiestas, la juventud local desfila vestida de marca.
¿Testimonio de un país que ha vivido demasiado tiempo por encima de sus posibilidades o de Eldorado griego?
El viejo puerto de La Canea, en la isla griega de Creta, es el lugar turístico por excelencia. Cada visitante pasa por allí varias veces durante su estancia para probar las especialidades griegas y disfrutar de su ambiente festivo. Con todo, este verano, los restaurantes del puerto están a un tercio de su capacidad, forzando a los camareros a ir a buscar clientes a la acera. "Aquí en Creta, la crisis sigue ante nosotros", constata Marinos, un joven restaurador del viejo puerto. "En cuanto termine la temporada alta, tendremos que vivir hasta el próximo verano de lo que ahorremos", se lamenta.
¿El culpable? Para Giorgos, arquitecto de 27 años, es sólo uno: la demagogia mediática. "Se han exagerado de más las recientes protestas contra las medidas de austeridad por parte de los medios de comunicación. En primer lugar por los medios griegos y, a continuación, a nivel internacional". Las imágenes de piedras lanzadas contra las fuerzas del orden y coches en llamas que aparecieron una y otra vez en las cadenas de información seguramente disuadieron a más de uno de pasar sus vacaciones en Grecia. Pero en La Canea, a parte de algunas pintadas de protesta por aquí y por allá, nada traiciona el descontento del pueblo. "La gente viene aquí para pasar una buena estancia. Nosotros nos guardamos nuestras penas para no espantar a los turistas", nos confía Mariana, gerente de un hotel. Incluso han bajado los precios para atraer a la clientela.
Despreocupados como Dionisos
Lejos de las preocupaciones de los pequeños comerciantes, en las playas de La Canea, los golden boys (‘chicos dorados’) locales siguen de fiesta exhibiendo sus cuerpos esculpidos. En el orden del día: broncearse, tenis de playa y cócteles. ¿Un intento de olvidar el peligro por venir? Realmente no, responde Giorgos, ya que "aquí, no hay ningún problema. Los griegos son ricos. Es el estado griego el que es pobre", declara con un aire cómplice que me recuerda que la mitad del PIB griego proviene de la economía sumergida. Como muchos griegos, estos jóvenes privilegiados comenzarán a ganarse la vida hacia los 30 o 35 años, a menudo continuando con la empresa de sus padres. "Pocos tienen ambición suficiente como para intentar encontrar un lugar propio lejos del negocio familiar", puntualiza Christiana, una jóven profesora de inglés de 26 años. "Cuando se pasa una cuarta parte de la vida en la playa, es difícil cambiar las costumbres. Además, debe ser agradable comenzar la carrera profesional como jefe".
Pero la mayoría de los jóvenes de La Canea no son así y preferirán volar con sus propias alas, aún a riesgo de correr la misma suerte que Ícaro. Con la salvedad de que en vez de caer al mar, se hunden en las turbias aguas de los negocios familiares.
Una familia caritativa y sofocante
Según un estudio del profesor de la Universidad de Georgetown, Philomila Tsoukala, 75 % de las empresas griegas son negocios familiares, por lo que para los jóvenes la elección está clara: o trabajan para los suyos, o para otros. En el último caso, las posibilidades de acceder a un cargo de responsabilidad son escasas, por no decir nulas. En cuanto al salario, roza a menudo la indecencia ya que en las empresas de tipo familiar, la cultura de remuneración en función del mérito no existe. Los que eligen trabajar para sus padres no están mucho mejor y la ausencia de contratos, salario mínimo y las horas extras no contabilizadas son el pan de cada día. Convertirse en autónomo en estas condiciones resulta casi imposible. "Este modelo de vida mata la ambición y la capacidad de emprender", se queja Christiana.
Mata también el potencial de los jóvenes griegos que, aunque tienen el mayor índice de graduados de Europa, no consiguen hacer valer sus compentencias en su propio país . ¿Será el modelo social griego el principal enemigo del país en la lucha contra la crisis? Lo que está claro es que corre el riesgo de afrontar una dura prueba si la crisis empeora y las familias se ven obligadas a consumir su patrimonio en lugar de trasmitirlo a las futuras generaciones.
Lejos de los acontecimientos detallados por la prensa europea, los cretenses beben tranquilamente su café frappé frente al mar. "No vamos a dejar de vivir", protesta Andreas, profesor de informática de 28 años. "Una crisis no es una catástrofe", añade. Y sabe de qué habla. En griego, crisis significa "cuestionamiento violento del orden existente que abre la vía hacia un nuevo y mejor orden". Definitivamente, en Creta, la alegría de vivir no sustituye al mito.
Fotos: principal ©Jose Téllez/Flickr, restaurante vacío ©Matthieu Stankowski, vista de La Canea ©C.K.H/Flickr
Translated from La crise vue de Crète : le travail, une affaire de famille