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La capital mundial de la animación (y de Croacia)

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Translation by:

Mortimer Mourt

Cultura

Zagreb empezó a ganar visibilidad en el mapa mundial de la animación a partir de 1962. Fue en ese año cuando Surogat (El sustituto, 1961), creada por el pionero en animación croata (por entonces, de nacionalidad yugoslava), Dušan Vukotić, se convirtió en la primera película animada de habla no inglesa en ganar un óscar.

En la actualidad, el eslogan Z de Zagreb viene a identificar tanto la larga tradición en animación que la capital posee como el festival mundial que acoge. A continuación, un reportaje elaborado desde el Animafest.

Mandlek, un personaje animado con bombín, aparece de repente por las calles de Zagreb. Desde 1972, la mascota del Animafest ha sido el protagonista de los pósteres del festival. A la capital de Croacia se le concedió la licencia para crear este certamen en 1969 como resultado de su “tradicional gran reputación” en el mundo de la animación. Entre proyección y proyección, la encargada de la programación, Vanja Hraste, nos habla de su reciente viaje a San Francisco, donde promocionó la animación croata. Nos comenta que “fue una oportunidad muy buena para comprobar que la gente sigue interesada en esas películas de la década de los cincuenta, sesenta o setenta”. Asegura que “en realidad, para la mayoría era la primera vez que las veía”. Una improvisada conversación con Borivoj Dovniković, el pionero de la animación croata (para ser exactos, es de origen serbo-croata-búlgaro-inglés), también conocido como Bordo, y su mujer, Vesna, nos descubre que los últimos sesenta años han señalado un antes y un después en la historia de la animación hecha en su país.

La escuela zagrebiense antes y ahora

En 1956, las películas animadas independientes de Croacia fueron en aumento debido a la fundación de un departamento de animación en la productora Zagreb Film. En aquellos días, Dušan Vukotić y sus colegas mantenían una explícita actitud anti-Disney. “Este era el principal motivo por el que sus películas diferían ampliamente de la animación clásica a la que todo el mundo estaba acostumbrada”, aclara Bordo. Los críticos franceses George Sadoul y André Martin acuñaron esta tradición croata como la Escuela de animación de Zagreb. En la principal sala del festival, Kino Europa, que se conocía como Kino Balkan hasta la Guerra croata de Independencia (1991-1995), nos encontramos con Jurica Starešinčić. Este animador y editor de la Hrvatski filmski ljetopis (Revista de Cine Croata, en castellano) explica que la escuela zagrebiense se distinguía de la mayoría de la animación contemporánea debido a que cambiaba el enfoque de la experiencia personal por el estado general de la condición humana. 

Actualmente, se conoce a esta sala como “Kino Europa”.

En 1991, se introdujo la técnica computerizada en este campo. Según Bordo, ese es el motivo por el que ya no se puede hablar de la escuela clásica zagrebiense. Jurica alega que las nuevas generaciones de animadores croatas siguen esa tradición conceptual, pero no de manera estética. Tomemos como ejemplo las películas locales Ona koja mjeri (Veljko Popović, 2008), conocida por su título en inglés She Who Measures, en donde hileras de gente idéntica empujan carritos de la compra, y Cvijet bitke (Simon Bogojević Narath, 2011), Flower of Battle en inglés, en la que se presenta a un espadachín dentro de un confuso mundo. Las dos producciones “se comprometen con problemas filosóficos o sociales” tales como el consumismo de la sociedad contemporánea y las políticas que se llevan a cabo. Su objetivo, al fin y al cabo, es construir una sociedad organizada y privarla de su libertad.

No importa lo horribles, alegres o absurdos que sean: las producciones más laureadas en el mundo de la animación siempre han compartido esa característica esencial de querer experimentar con directrices creativas todavía por explorar.

Reputación mundial

Después del Animafest, la mayoría de los invitados viajaron a Francia para acudir al Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy. Aunque algunos certámenes en Japón y Canadá le siguen de cerca, “después de Annecy, Animafest es el segundo festival más viejo del mundo”, afirma el animador y músico, Daniel Šuljić. El evento croata sobrevivió a una crisis económica y bélica muy seria, y se mantuvo de manera regular incluso durante la guerra que sucedió a la separación de Yugoslavia. Bordo recuerda que “probablemente la edición de 1990 fue el único festival de cine mundial que se preparó en un estado (Yugolsavia) pero que tuvo lugar en otro (Croacia)”. Hoy en día, después de superar las diferencias marcadas por las fronteras y gracias a los avances técnicos, el certamen es testigo de una diversidad mucha más grande en cuanto a expresión, formas y enfoques creativos.

La abundancia de historias de tinte oscuro resulta ser una moda que Bordo recientemente percibe en el mundo de la animación. Comenta que “existen demasiados personajes y escenas desagradables”. De hecho, afirma que “hoy en día es una corriente creativa general en este campo”. Este estilo se aprecia claramente en el director británico, Robert Morgan, cuya película Bobby Yeah (2012) presenta a un muñeco de mirada diabólica que se dedica a robar. Por el contrario, This Is Love (2010) de Lei Lei, autor de origen chino, defiende completamente lo opuesto; es decir, los ideales “felices”. Otra “clara” tendencia en la animación señala que “las historias absurdas comienzan a ser bastante populares”, apunta Jurica Starešinčić. La cinta belga Oh Willy… (Emma De Swaef y Marc James Roels, 2011) es una de las historias más alabadas, “cálidas, humanas y absurdas” sobre un mundo habitado por muñecos de lana nudistas.

Este artista nunca fue aceptado en su país porque “en China te enseñan a formar parte de una gran máquina”, lo cual te priva del derecho a expresarte libremente.

La auténtica gente de Zagreb

El cineasta Simon Bogojević Narath enfatiza que “la sociedad croata aprecia enormemente la animación; además de ser el género de cine local con más éxito”. Otros croatas como Zvonimir Sabolek, quien comenta que se siente “orgulloso” de la historia de la escuela zagrebiense, coinciden en este punto. No obstante, mientras que el festival reúne a artistas y críticos de todo el mundo, curiosos por observar los últimos descubrimientos en animación, resulta muy difícil conocer a croatas que asistan por curiosidad.

Con su nuevo trabajo, pretende construir un “organismo surrealista” que “una vez finalizado, no pueda ser explicado a nadie verbalmente o de cualquier otra manera, incluido el propio autor”.

Zvonimir no está involucrado profesionalmente en la animación, pero destaca que la falta de equilibrio entre el reconocimiento local y global del festival es un problema mayor. “Los zagrebienses y la población croata en su mayoría no reconocen este acontecimiento como algo tan importante como lo es en realidad”, nos comenta en Galerija Ulupuh, mientras visita una exhibición sobre el cuarenta aniversario de este festival. “El público habitual suele estar compuesto por extranjeros, estudiantes locales y artistas. No hay muchos croatas interesados”. El estándar de vida hace que la gente se preocupe más por los problemas diarios y menos por su tiempo libre y ocio, concluye Zvonimir. Sin embargo, espera que con la mejora de la calidad de vida, el impacto local del Animafest pronto sea tan importante como su marca global.

Este artículo forma parte de Orient Express Reporter II, una serie de reportajes sobre los Balcanes que ha sido desarrollada por cafebabel.com entre 2011 y 2012. Este proyecto ha sido cofinanciado por la Comisión Europea y cuenta con el apoyo de Allianz Kulturstiftung.

Imágenes: cortesía del Animafest 2012, Nina Đurđević, Nikola Zelmanović y David Oguić; vídeo: MrMorgansOrgans/YouTube.

Translated from Zagreb, world capital of animation