Participate Translate Blank profile picture
Image for La Bola de Cristal y la Movida: ¡Viva el mal, viva el capital!

La Bola de Cristal y la Movida: ¡Viva el mal, viva el capital!

Published on

Story by

Default profile picture JB JB

Cultura

“¡Adoro la economía, la plusvalía, y la disentería!” gritaba desde las pantallas una marioneta “fea, mala y electrocutante”. Era la Bruja Avería, la malvada del legendario programa de televisión La Bola de Cristal, emitido en España en los años 80 y que veinte años después del fin de su emisión, sigue sorprendiendo por su descaro y mala uva

“Si se ríe usted señor, romperá el televisor, no se ría usted señora, romperá la lavadora”

La Bola de Cristal nació en octubre de 1984 bajo la batuta de Lolo Rico. Concebido para un público infantil-juvenil, el programa se dividía en cuatro secciones dirigidas a franjas de diferentes edades, que fueron evolucionando a lo largo de los años: Los Electroduendes (para los más pequeños, protagonizado por marionetas); El librovisor (para fomentar la lectura entre los mayores); La banda magnética (sobre televisión y cine); y La cuarta parte (un noticiario para jóvenes, al principio emitido independientemente del resto).

La orientación infantil pronto dio paso a contenidos mucho más críticos, con mayor carga social, cultural y política. La propia directora ha insistido en repetidas ocasiones que La Bola no era simplemente un programa para niños, algo en lo que coincide también Francisco Quintanar, documentarista de la emisión desde sus inicios. “Nadie en este momento pondría algo como La Cuarta Parte en horario juvenil” nos cuenta por teléfono, en referencia a la sección presentada por Javier Gurruchaga sobre temas de actualidad como la censura o el Apartheid de Sudáfrica, “eso es algo para prime time nocturno”.

“¿Qué tiene esta Bola que a todo el mundo le mola?”

La Bola de Cristal reflejaba los cambios que atravesaba la sociedad española en la época de la Transición. Tras cuarenta años de dictadura, se garantiza la amnistía política total y la libertad de prensa, se legalizan los sindicatos y el derecho a huelga (1977) y el divorcio (1981), se eliminan las leyes contra el adulterio (1978). Y en la calle, se respira un ambiente de tolerancia, del que se nutren movimientos culturales rompedores como la Movida madrileña, encarnada por gente como el cineasta Pedro Almodóvar, el fotógrafo García Alix o la cantante y presentadora de la Bola, Alaska, hija de un militar republicano español exiliado y de una exiliada del régimen castrista en Méjico. Según Quintanar, la época fue clave para la creación del programa. En aquel momento, explica, la televisión en España gozaba de uno de los momentos con más libertad informativa de su Historia, debido a varios factores: un nuevo gobierno elegido democráticamente que debía legitimarse como democrático, y un cierto vacío de poder en la propia televisión, en parte originado como reacción a la censura de la dictadura franquista. “Sin embargo”, apostilla Carlos Fernández Liria, uno de los guionistas del programa, “hay que evitar mitificar la época”.

“Si por lo menos tuviese televisión soportaría mejor la explotación”

Foto: www.subterfuge.comDescribir La Bola como políticamente incorrecta es quedarse corto. “Aquello era terrorismo”, bromea Quintanar. El guionista y filósofo Fernández Liria nos confirma que el equipo tenía carta blanca a la hora de escribir y que solo en contadas ocasiones tuvieron alguna llamada de atención “por ejemplo de la embajada de EE UU o de la iraní, por críticas a Reagan o a Jomeini”. Un aspecto que Fernández Liria se cuida en señalar es el carácter político de los electroduendes, aquellos “duendes de la electrónica” que ridiculizaban a los “humanoides gilivatios”. En una temporada, nos explica, los electroduendes siguieron capítulo por capítulo el Libro Primero de El Capital. Fernández Liria señala el papel de su compañero Santiago Alba Rico para explicar el Marxismo y la economía a los niños, que permitió “abrir una brecha y contar por una vez algo diferente”. Para explicar la circulación del dinero, por ejemplo, los elecroduendes protagonizaban un Robin Hood sui géneris en el que un Bobín de los Bosques (“lucho contra el Estado y siempre salgo mal parado”) se veía obligado a robar a la única persona con dinero que tenía alrededor, casualmente su propia novia, para dárselo a los campesinos, a su vez extorsionados por el capitalista de turno.

Pero más allá de la política, hoy todavía asombra el tono atrevido y gamberro del programa. Así, una sección daba consejos para “no perder la dignidad durante las comidas” tales como “protestar enérgicamente por los platos que no te gusten”, “tirarle bolas de pan a tu hermano pequeño” o (por supuesto) “siempre limpiarte con la manga”. En otro, una chica explicaba didácticamente su embarazo al público infantil: “naturalmente, mi novio y yo tuvimos relaciones sexuales y por eso ahora tengo un humanoide creciendo en mí”. Y un tercero daba quince segundos para imaginar: “si no se te ha ocurrido nada, a lo mejor deberías ver menos la tele”.

La música, la Movida, y la Bola

A juicio de Fernández Liria, la música es otro de los elementos clave para entender el éxito del programa. En aquellos años, varios espacios televisivos dedicados a las vanguardias musicales, entre otros La Edad de Oro y La Bola de Cristal, dieron cabida a artistas y estilos hasta entonces escuchados solo por una minoría. Por La Bola pasaron muchos de los grupos ligados a la Movida, así como artistas extranjeros rompedores: Alaska, Radio Futura, Los Toreros Muertos, Nacha Pop, Gabinete Caligari, Mecano, Franco Battiato, etc. Tal ha sido la repercusión del programa en este sentido, que muchas de los temas que lo hicieron popular se han convertido en clásicos en los locales nocturnos, e incluso se han vuelto a editar en compacto.

Si bien gracias al programa “la Movida se puso de moda”, es preciso evitar una identificación total entre ambas cosas. Es cierto que La Bola de Cristal mantiene una estética afín y se nutre de muchos de los protagonistas de la Movida, pero su emisión no comienza hasta mediados de los ochenta, casi en los estertores del movimiento, y termina a finales de la década, en un contexto cultural y social radicalmente diferente. Y el propio programa, a su vez, se distancia de la Movida mediante episodios que son una crítica abierta a esta.

Fernández Liria concluye reflexionando sobre la imposibilidad de emitir un programa como La Bola de Cristal en la televisión comercial de hoy en día. Quintanar lo secunda: “Internet es quizás el único medio en el que podría repetirse algo así”.

Story by