La batalla de los alimentos imperfectos
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Belén Burgos HernándezComemos con los ojos. Eso es verdad. Pero también es cierto que la belleza está en los ojos del que mira. Dos iniciativas, una alemana -Querfeld- y otra checa -Zachraň jídlo-, invierten esa tendencia y reivindican que las frutas y hortalizas "deformes" merecen un lugar en nuestros platos.
La industria alimentaria está obsesionada con la belleza. El 20% de las frutas y hortalizas que se recolectan en la República Checa y el 30% de las de Alemania jamás aterrizarán en nuestros platos. La única razón es que no cumplen las normas establecidas en cuanto a tamaño, forma y color. "Las frutas y hortalizas tienen que ser bonitas, si no nadie las come. Sin embargo, las que se descartan son igual de buenas", defiende la startup berlinesa Querfeld. En total, en Alemania se desperdician cerca de 18 millones de toneladas de productos alimenticios cada año, lo que equivale a un cargamento de 450.000 vehículos pesados.
"En los supermercados y otros establecimientos de alimentación, los consumidores estamos acostumbrados a ver frutas y hortalizas que responden a ciertos estándares. Los comerciantes sostienen que, de no ser así, no las comprarían", señala Anna Strejcová, miembro de la iniciativa checa Zachraň jídlo ("Salvemos la comida"). "Pero si vamos y observamos lo que ocurre en los campos, nos damos cuenta de que las frutas y las hortalizas no crecen todas de la misma manera, por lo que siempre habrá alguna persona encargada de clasificarlas", concluye Anna. Esto genera una enorme pérdida de productos agrícolas, puesto que se descartan las piezas que no cumplen con los estándares.
El ideal de belleza que tienen que seguir a partir de ahora los pepinos, las manzanas y compañía, no responde a un argumento estético: las frutas y hortalizas con una forma prácticamente idéntica ocupan menos espacio en el momento de transportarlas y almacenarlas y esta es la principal razón por la que los distribuidores han desarrollado una serie de normas internas que afectan al sector. Una de ellas es la famosa Norma de calidad para pepinos destinados al comercio interior. Amelie Mertin, de Querfeld, no es partidaria de hacer recaer la responsabilidad de esa homogeneidad en los reglamentos europeos: "Lo que muchos no saben es que esta norma sobre el arco del pepino ¡no existe desde el año 2009!". Pero el mal ya está hecho: los consumidores continúan fijándose solo en los pepinos rectos porque se les ha condicionado para que así sea, y los supermercados no ofrecen otras alternativas porquen parten del principio de que los pepinos torcidos no se venden. De este modo se evita que el cliente compre algo no habitual o se acostumbre a formas y tamaños diferentes. Lo que se pretende es hacerles olvidar que existen otras formas diferentes a las comunes.
¡La información es necesaria! ¡Exigidla y, luego, comprad!", recomienda Amelie. Este es un tema que le interesa especial y personalmente: durante sus estudios de Comercio optó por pasar los periodos de vacaciones trabajando en una granja ecológica y se sorprendió mucho por la cantidad de alimentos que se desechaban. "Mucha gente no tiene ni idea de todo lo que se tira".
Tomates con nariz
La checa Zachraň jídlo ha lanzado una campaña contra el desaprovechamiento: los firmantes se comprometen a comprar frutas y hortalizas "deformes" –y de ese modo apoyan la posibilidad de que esas frutas y hortalizas puedan estar a disposición del consumidor en los mercados. En la República Checa son ya más de 10.000 personas las que apoyan esta causa. El año pasado, Zachraň jídlo se reunió con representantes de diferentes supermercados: "Nos dijeron que los clientes no estaban dispuestos a comprar frutas y hortalizas no estandarizados", algo que también se podía leer en su página web. Es una de las razones por las que la campaña se llama Jsem připraven ('Estoy dispuesto'). Sus organizadores ya no pueden soportar que se dé más valor a la apariencia que al sabor.
Querfeld nació en un vivero de empresas berlinés con la intención de llegar al mayor número posible de gente: "Nuestra intención no es convencer u obligar a nadie a comprar nuestras hortalizas, pero queremos concienciarles a través de nuestras campañas", explica Amelie. La comunicación es importante, las campañas tienen que ser divertidas y actuales. Tomates con nariz u hortalizas con multitud de formas transmiten simpatía. "Mediante el humor, se llega a mucha más gente", añade Amelie.
Zachraň jídlo juega también con la estética de los nombres según la forma. El año pasado, en Praga, los activistas exhibieron carteles con las fotografías del artista alemán Uli Westphal, quien desde el 2006 se ha dedicado a fotografiar frutas y hortalizas con formas inusuales. Westphal explica: "La gente piensa que todos los tomates, todos los pepinos y todos los pimientos tienen el mismo aspecto. Eso se debe exclusivamente a que la agricultura industrial los produce así. Se han convertido en productos de diseño. Juzgamos nuestros productos alimentarios desde criterios de belleza. Cuando algo se sale de la norma, desconfiamos de ello".
La exposición trata de mostrar que los productos "imperfectos" no solo son deliciosos sino que también tienen su propia estética. "Nos damos por satisfechos si los consumidores ven en ello algún interés, pero no hay que quedarse ahí", insiste Anna. Una cadena de supermercados ha comenzado recientemente a vender en la República Checa hortalizas "torcidas", pero solo es una estrategia de márketing. Zachraň jídlo se esfuerza en conseguir cambios profundos que lleguen a transformar el sistema de producción. "Por eso es por lo que organizamos mesas redondas a las que acuden representantes del Ministerio de Agricultura, agricultores, comerciantes y otros expertos con el fin de discutir qué medidas concretas se pueden tomar para transformar esa parte de la producción", explica Anna.
Resaltar la belleza interior
Querfeld ha encontrado cómo hacerlo: la entrega a domicilio de los productos en el caso de que los clientes sean empresas –caterings, bares y cafeterías, grandes cocinas– a las que les importa un bledo a qué se parecían los pepinos antes de su transformación. Por el momento, los supermercados no son el objetivo de Querfeld, "pero llegaremos a ellos", señala Amelie. Al principio, Querfeld tuvo que llevar a cabo un duro trabajo de persuasión hablando uno a uno con productores y comerciantes. Los agricultores, y es natural, se muestran escépticos cuando ven aparecer de improviso a jóvenes urbanitas que han puesto en marcha una startup. "Lo importante era que nuestro proyecto fuese duradero", explica Amelie. Mientras tanto, establecieron buenas relaciones con los productores, pero estos tienen que ser pacientes: "Por el momento, no se puede reducir el desperdicio tanto como ellos desearían", lamenta Amelie. Para los agricultores también es difícil desechar esos productos y asumir las pérdidas económicas que eso conlleva.
La prioridad es salvar esos alimentos: poco inporta la forma que tengan frutas y hortalizas, debe primar la calidad. "Para nosotros es muy importante potenciar los productos regionales y los productos ecológicos", señala Amelie. "No estamos proponiendo consumir productos viejos o enmohecidos, solo productos con un aspecto diferente", explica. Así se reduce el desperdicio de alimentos, así es como los productores obtienen unos ingresos extra y así es como los clientes pueden comprar calidad ecológica a mitad de precio. Zachraň jídlo también se ha metido en esa batalla por razones ecológicas. "Se consume un gran número de recursos naturales en el proceso de producción de frutas y hortalizas: el agua para regar, los nutrientes para abonar la tierra, el carburante y la mano de obra. La agricultura influye enormemente en el cambio climático", explica Anna. "Por eso es por lo que no se pueden perder esos alimentos", concluye.
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Christine Bertschi - Jádu | Revista on line del Instituto Goethe de Praga
Translated from Krummes Gemüse gegen Food Waste