La 15ª edición del Festival de Cine de Bruselas: homenaje al cine europeo.
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Esther Núñez SierraBruselas se puede considerar la capital del cine europeo si tenemos en cuenta la cantidad de festivales que se dan lugar en la ciudad. Entre otros, Cafébabel tuvo la oportunidad de asistir a la última edición del Festival de Cine de Bruselas y ¡disfrutamos de las proyecciones al mismo tiempo que aprovechamos el buen tiempo!
La quinta edición del Festival de Cine de Bruselas ya llegó a su fin, pero todavía podemos saborear el aire fresco que sentíamos en la cara viendo las proyecciones desde nuestras cómodas tumbonas. ¡Y el Festival de Cine de Bruselas no pudo elegir mejor semana para celebrarse! Del 10 al 23 de junio Flagey, el Cinematek, el Teatro 140 y las salas de cine White acogieron una selección de las mejores cintas europeas estrenadas en los últimos años para celebrar la riqueza de nuestra cultura cinematográfica.
Aparte de las salas de cine mencionadas, las proyecciones al aire libre fueron un gran acierto y tuvieron un éxito rotundo. Después de pasar nueve meses evitando el exterior por el frío, a nadie le apetece meterse en una sala de cine oscura y fría. Esta es una de las razones (¡además de las entradas gratis!) por la que los organizadores contaron cada noche entre mil y dos mil participantes en las proyecciones de la plaza Flagey. El ambiente relajado y acogedor que generaba la pantalla hinchable atrajo también la atención de estudiantes en bloqueo académico, ¡y a nuestro equipo de Cafébabel! ¡No podíamos dejar pasar esta oportunidad!
Durante la semana se organizaron talleres, conferencias y encuentros profesionales, pero, como no, las proyecciones eran la atracción principal. Algunas de las cintas seleccionadas eran ya conocidas pero a Cafébabel le llamó la atención otros títulos menos reconocidos.
Acudimos primero a la proyección de King of the Belgians, una road movie presentada en la 73ª edición del Festival de Venecia. Dirigida por Jessica Woodworth y Peter Brosens, la comedia comienza planteándonos la cuestión de «¿qué es Bulgaria?» para concluir con otra, «¿qué es Bélgica?». La acción se desarrolla en los Balcanes, región en estado inestable, y cuenta la historia de un rey en decadencia que se ve forzado a vivir por vez primera una vida ordinaria al intentar volver a su país y salvarlo de la desaparición. Este viaje tragicómico de Estambul a Albania revela los límites de la perspectiva del rey (que representa en general las perspectivas occidentales). Los personajes, interesados en unas medidas más igualitarias, plantean un número de preguntas muy interesantes. En cualquier caso, la audiencia no obtiene ningún tipo de respuesta, sino que, en su lugar, la película invita a reflexionar sobre algunos problemas como el concepto de la monarquía y la existencia de estados. Una cinta que resulta profunda e irónica, ¡si eres paciente!
La segunda película a la que acudimos en su proyección al aire libre fue Dogs de Bogdan Mirică. Presentada en el Festival de Cannes en 2016, la cinta transporta al público inmediatamente al centro de la acción, donde conoce al protagonista, Roman, y su historia, al mismo tiempo que llega a conocer a otros personajes que se cruzan en su camino. Poco a poco, despacio (muy despacio), el público empieza a comprender la trama de esta perturbadora y siniestra cinta. Una vez más, Dogs nos muestra la desconocida Europa del Este y la península balcánica, en la frontera entre Rumanía y Ucrania. Aquí es donde Roman, para vender sus tierras, tiene que enfrentarse al pasado de su abuelo que revela la naturaleza sangrienta de los hombres. En esta ocasión el público descubre las sorprendentes diferencias entre el campo y las ciudades modernas. La delincuencia es el centro de la historia, que revela mediante esta el conflicto presente en estas comunidades atrapadas entre lo moderno y lo tradicional.
Estas dos películas parecen estar conectadas por la región en la que se desarrollan. Ambas nos enseñan una breve panorámica de estas culturas, una muestra de las vidas ordinarias tan distintas a las nuestras, y el sentimiento de un tiempo paralelo. A través de escenas lentas y de impresionantes paisajes vacíos, polvorientos y secos, estas cintas nos transportan a la realidad (y no a nuestra imaginación subjetiva) de estos países. A través de las diferentes tramas y varios temas que desarrollan, estas dos películas nos proporcionan una visión general de estas culturas, que nos recuerdan a los sentimientos, las luchas y los desafíos que vimos en The Good Postman en el Festival de Cine de Millennium. De este modo la Región Balcánica parece más y más fascinante, frágil y aterrorizante.
Si el objetivo del Festival de Cine de Bruselas era celebrar la riqueza del cine europeo, entonces estas películas logran su propósito, y producen un gran impacto en el público y le permite descubrir la otra cara de Europa.
Translated from Brussels Film Festival in its 15th edition: celebrating European cinema