Jóvenes húngaros en busca de radicalidad
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Pablo ÁngelEl Jobbik es un partido húngaro de extrema derecha que a menudo se remite a las discriminaciones antirromaníes y a las declaraciones antisemitas. Incluso el Frente Nacional, buscando credibilidad a nivel europeo, trata de eliminar los vínculos que lo unen a este partido radical. Sin embargo, los jóvenes húngaros lo perciben como un partido revolucionario. Desencriptando desde Budapest.
En las elecciones legislativas húngaras de abril de 2014, el Jobbik de Gábor Vona obtuvo el 20,46 % de los votos. Un mes más tarde, se convierte en las europeas en el segundo partido del país con un 14,7 % de los sufragios. El "Movimiento para una Hungría Mejor" le debe esos buenos resultados principalmente a los jóvenes, que constituyen su base electoral. Lejos de ser una generación de neonazis, estos jóvenes se sienten atraídos por la brisa fresca que el Jobbik aporta a la política húngara, alterando así a los partidos tradicionales.
Fútbol y karaoke
Antes de convertirse en 2002 en un partido político de pleno derecho, el Jobbik, fue fundado en 1999 por estudiantes como organización civil de jóvenes. “Conoce el funcionamiento de las universidades y ha sido el primer partido en utilizar las redes sociales, entre ellas Facebook”, señala Máté Hajba, estudiante de derecho y miembro de la asociación European Students for Liberty. Cortocircuitando los medios de comunicación tradicionales, Jobbik ofrece una respuesta y una cercanía capaz de seducir a una población conectada. Mantiene constantemente informado a sus simpatizantes sobre las actividades que organiza para ganar popularidad. La sección joven del partido, el Jobbik IT (Jobbik Ifjusabi Tagozat), contaba en junio de 2014 con más de 45.000 miembros en su página de Facebook. “Nostoros organizamos eventos cada semana: conciertos, reuniones patrióticas, karaoke, concursos de talentos o competiciones deportivas”, enumera Szabolcs Szalay, asistente de los diputados del Jobbik, al frente de la sección juventud, en su ciudad Dunakeszi.
Para orquestar estos acontecimientos y estar al tanto, el Jobbik se apoya en una miríada de equipos locales, donde la mayoría de los miembros tienen menos de 30 años. “No solo hacemos política, también nos reunimos para ver partidos de fútbol o para hablar. Es agradable estar todos juntos para compartir nuestras aficiones”, confía Georgina Bernath, jefa de prensa internacional del Jobbik. “El Jobbik está muy caracterizado en el ámbito cultural: se le dedican libros, está en contacto con artistas y tiene su propia marca”, confirma Búlcsu Hunyadi, analista en Political Capital.
Amigos de los animales
Atento a las quejas de los votantes, el Jobbik ha sido considerado poco a poco como la única alternativa. “La gente está decepcionada con la política, está harta de los otros partidos y los considera corrompidos”, explica Máté Hajba. El apoyo al Jobbik está acompañado sistemáticamente de un posicionamiento antiélite. Los afiliados lo han hecho un elemento central de su comunicación: “Los demás partidos han creado este sistema. Nosotros somos nuevos. También, los jóvenes votan a nuestro favor porque nos atrevemos a abordar los problemas que encuentra la sociedad húngara”, prosigue Szabolcs Szalay. Crisis económica, desempleo, integración de los gitanos son, entre otras, cuestiones para eliminar destacadas por el Jobbik, según refleja su programa: “40 años de comunismo y 24 años de mundialización neoliberal”. La estrategia del “decimos en voz alta lo que pensáis en silencio”, asociada a la radicalidad de las propuestas, es de una eficacia enorme. “No hay temas tabúes para nosotros, somos dinámicos y honestos”, precisa Georgina Bernath.
Ante todo, el Jobbik crea esperanzas para un futuro mejor. “Los jóvenes piensan que no tienen futuro en Hungría. 500.000 de entre ellos han dejado el país para irse a vivir al extranjero, esto supone un problema para nosotros. Por ello, queremos ofrecerles perspectivas”. Para los estudiantes que temen no encontrar empleo al terminar la universidad, en un país donde un cuarto de los jóvenes de menos de 25 años está en paro, este argumento ayuda. Por otra parte, para atraer a más gente, se llevó a cabo una campaña de desdemonización del partido en las últimas elecciones. «Por ejemplo, ellos posaron con sus animales en sus anuncios con el fin de parecer modernos y atractivos», anota Bulcsú Hunyadi.
El Jobbik también se distanció de la Magyar Gárda (la Guardia Húngara), una milicia paramilitar violenta y xenófoba, disuelta por primera vez en 2009. Georgina Bernàth lo afirma: “La Guardia Húngara no es la cara real del Jobbik. Los medios de comunicación muestran las imágenes de diferentes movimientos para estigmatizarnos pero no es verdad”.
Las personas que forman el Jobbik sienten un cierto orgullo y un sentimiento fuerte y comunitario. No es raro patrullar las calles de Budapest y ver a jóvenes que llevan camisetas del 'Movimiento para una Hungría Mejor'.
Un éxito que hay que relativizar
No obstante, la ascensión del Jobbik no es consecuente hasta el punto de ser la primera fuerza política de Hungría. Para Máté Hajba, el partido no es bastante poderoso para llegar un día al poder. "No logro imaginar que forme una coalición con otro partido", observa él. Aunque el Jobbik obtenga resultados elevados en las campañas de la zona este del país, donde los habitantes tienen más dificultades, aún estaría lejos de conquistar la capital. “Si el Jobbik logró ser el segundo partido, es porque la oposición está completamente dividida”, analiza Ferenc Robák, el representante permanente de Hungría ante el Consejo de Europa.
El Jobbik también se encuentra lejos de crear unanimidad. Lászlö Bödeus, estudiante en la universidad Eötvös, está a favor de su prohibición total en el terreno político. El cierre de las empresas y de las inversiones extranjeras por parte del país, la supresión de las ayudas a los gitanos, la lucha contra la “criminalidad gitana”, la promoción de milicias privadas, la restricción del derecho al aborto... Demasiadas medidas de carácter inquietante para las jóvenes de la zona Oeste y para la construcción europea. En la entrada del campus, Károly Tóth, de 19 años, reflexiona sobre las causas de su éxito. “Si atacaran los problemas de injusticias sociales con más seriedad, entonces el Jobbik no tendría nada sobre lo que apoyarse y perdería popularidad”. Una opinión que también comparte Ferenc Robák: “Hay que dar verdaderas respuestas a los problemas de sociedad porque la situación actual muestra una base al populismo.”
Los jóvenes, afiliados al partido extremista o no, solo quieren una cosa: que su país cambie.
Este artículo forma parte de una edición especial dedicado a Budapest y realizado en el marco del proyecto EU in Motion, iniciado por Cafébabel con el apoyo del Parlamento Europeo y de la fundación Hippocrène. Pronto encontrarás todos los artículos en la portada de la revista.
Translated from Une jeunesse hongroise en mal de radicalité