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Jordania entre muchos fuegos

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Hace siete días Ammán se levantó bajo los síntomas ya conocidos por neoyorquinos, madrileños o londinenses. La prensa local considera los atentados un hecho aislado en medio de dos batallas. Pero quizás haya algo más.

La pérdida deja siempre tristeza y vacío: una vela alumbra la ausencia para no olvidar. “Hay que informar de las raíces de la realidad que hemos vivido”, decía el príncipe jordano Al Hassan Bin Talal, amargo y dolido. ¿Cuál es esa realidad?

Jordania acoge a 13 agencias especializadas de Naciones Unidas. Embajadas, ONG y empresas se han trasladado de Irak a Jordania en los últimos años. La comunidad extranjera llega al 17%: tropas americanas haciendo escala, reuniones de gobiernos, diplomáticos, entrenamientos del ejército y policía iraquí. Todo tiene una misma sede: Ammán.

Los acontecimientos recientes

Mucho se han mencionado los ataques con misiles en agosto a dos embarcaciones americanas en el puerto de Aqaba. Sin embargo, poco se ha hablado de los muchos atentados abortados: en 2002, Al Zarqawi -el terrorista irakí más notorio- fue condenado por el asesinato de un diplomático americano; en abril de 2004 se detuvo un camión en la frontera siria cargado de explosivos y gases químicos que pretendía crear una nube tóxica en la ciudad, todo organizado supuestamente por Al –Qaeda; el 1 de noviembre, ocho días antes de los atentados, se desactivó una banda terrorista que planeaba atacar contra el ejercito americano y la policía iraquí. Era la décima que se desarticulaba desde principios de año, diez de sus quince miembros fueron detenidos según el diario local Al Ghad.

Contar la realidad

La Agenda Nacional Jordana contempla la seguridad y la estabilidad como uno de sus mayores intereses. En el complejo tablero de Oriente Medio, jugar el rol de la seguridad puede significar una enorme oportunidad política y económica: ¡se plantean reformas para alcanzar un crecimiento del PIB del orden del 10% de media durante la próxima década! Imaginemos el crecimiento que pueden experimentar Siria o Irak. Estas eran las expectativas jordanas hace menos de quince días. La prensa jordana llama a la unidad nacional y asume que es cuestión de tiempo volver a la normalidad. ¿Es esto cierto o sólo un modo de evitar el caos y complicar una situación ya de por sí difícil?

Los peores augurios señalan por un lado hacia una ramificación de Al-Qaeda que intenta desestabilizar un país que vive de ser el patio de descanso de EE UU respecto de Irak, el mirador occidental de Oriente Medio y un emplazamiento turístico visitado este año por 4,8 millones de personas que aportan el 10% del PIB nacional. Frente a esto, los más optimistas insisten en que la hipótesis del gobierno jordano es cierta y estemos ante un hecho aislado. Muchos son los intereses para que la primera hipótesis no cobre fuerza. Ranna Sabbagh, conocida periodista jordana, subraya en su último artículo aparecido el 13 de noviembre en el diario Arab Yawn cómo los dirigentes del gobierno han preferido no hablar en público sobre el radicalismo y el hecho de que el 60% la opinión pública jordana piense que Al- Qaeda es una organización de resistencia legítima. ¿Cambiarán estos horribles atentados perpetrados por terroristas esta visión?