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Jeff Israely: “Sarkozy es el político que querría ser Berlusconi”

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Laura Calvo

BrunchPolítica

Entrevista con el periodista norteamericano de 41 años corresponsal en el sur de Europa del diario Time y que actualmente vive en París. Acaba de publicar Stai a vedere che ho un figlio italiano (Y si resulta que tengo un hijo italiano). ¿Su resumen de la mentalidad italiana? “Jugar a empatar”. Charlamos de Saviano, de Sarkozy y, evidentemente, de Berlusconi

Si eres un italiano que vive en el extranjero tienes que soportar los chistes típicos sobre el país: la mafia, la pasta, la mamma, el teatro futbolero, la Iglesia, la bella vita... Todas ellas imperecederas y más o menos ciertas. En los últimos quince años este concentrado de lugares comunes se ha encarnado en Berlusconi, lo que desencadena toda una serie de bromas que van desde la compasión o la opinión crítica hasta la puesta en duda de la democracia misma del sistema italiano. El inmigrante se defiende del estereotipo pero, al mismo tiempo, su estancia en el extranjero se vive desde su identidad nacional. En otras palabras: nunca me he sentido tan italiana como desde que ya no vivo en Italia. Tan banal como cierto. Por casualidad me topo con el libro −Stai a vedere che ho un figlio italiano (Mondadori 2009)− de un personaje cuyos artículos leía en Internazionale: Jeff Israely es un periodista norteamericano, corresponsal primero de Associated Press y del Boston Globe y después de Time en Italia, donde ha vivido durante diez años, se ha casado con una italiana y ha tenido dos hijos. En esta conversación compara Italia con los Estados Unidos y los Estados Unidos con Europa.

“No solo de pan vive el hombre, y tampoco de deliciosas bruschette”

Utiliza el término ‘gracia europea’ para describir a su mujer. ¿Y qué será eso? “Inteligencia, el talento sencillamente de vivir y saber estar con la gente. El conjunto de culturas que os conforman resalta en lo cotidiano. Digamos que si el punto de vista estadounidense es la ambición, vosotros tenéis una ‘gracia’ para vivir el presente”. Lisonjero: que es más o menos el efecto que produce el libro. Te hace sentir orgulloso y decepcionado (aunque no avergonzado) de tu origen nacional. Cuando se trata, en cambio, de describir a los italianos, habla de soft power: “Es la forma en que consiguen hacerse querer con las cosas más bellas: la simpatía, la comida, el sentido del humor, la cultura. La otra cara de la medalla es que esta habilidad para ‘inspirar simpatía’ a menudo les parece suficiente”. Vista desde Nueva York y desde un país donde el inmovilismo es algo desconocido, esta ineptitud para el riesgo, que se convierte en un “jugar al empate” continuo, tiene como resultado el convencimiento de que “no hay que arriesgarse, que las cosas deben quedarse como están”. Dicho con otras palabras: “No solo de pan vive el hombre, y tampoco de deliciosas bruschette”.

El caso del Sur, de Saviano y de Italia

Hace un año, gracias a un ascenso de su mujer y a una oportunidad en el Time, Israely y familia se mudaron a París, también porque si los hijos fuesen “algo menos italianos” tampoco estaría mal. Hoy tengo la ocasión de reunirme con él en un restaurante del Marais, donde tengo la pésima idea de elegir la mesa junto a la puerta: la más fría y ruidosa. Pero volvamos al inmovilismo. Es visible en los grandes escándalos de la sociedad italiana: historias que los medios de comunicación explotan durante meses, debates infinitos, gritos... Para que al final todo se quede como está. Y esto vale para el terrorismo de los años setenta, para la política y, últimamente, para el ‘caso Saviano’. “Eh... en efecto, Saviano ha escrito un libro magnífico y hace bien en hacer lo que hace −explicar por todo el mundo lo que es el crimen organizado y el Sur− pero se corre el riesgo de que el Sur y las mafias queden reducidos a Saviano”. No obstante, la literatura sobre las ‘Mafias’ goza de una antigua tradición, “parece que esa sea la única manera de hablar de las cosas en Italia: todo es una polémica. El ‘caso Saviano’ continuará. Pero el auténtico problema es el ‘caso Sur’, no el de Saviano”.

Berlusconi y la democracia

Para un corresponsal en Italia, Berlusconi más Mafia y Papa –a quien Israely dedicó un libro: Benedetto XVI. L'alba di un nuovo papato, con Gianni Giansanti (WhiteStar 2007)– son el pan nuestro de cada día: “Nosotros los periodistas extranjeros hemos intentado comprender si Berlusconi significa algo para el resto de Occidente: un personaje mediático, hollywoodiano, que puede compararse con Ronald Reagan o con Schwarzenegger. Mientras Schwarzenegger ahora es un gobernador más o menos serio y Reagan está considerado como uno de los grandes estadistas del siglo XX, hasta el punto de que pocos recuerdan ya que empezó siendo actor, Berlusconi lleva quince años en política y ahora parece un cómico más que nunca. Al mismo tiempo, el sistema político y el país están en sus manos. Berlusconi ha logrado cambiar la cultura y la mentalidad italianas. Yo soy americano: no voy a criticar a Berlusconi por haber llevado la ‘cultura de lo privado’ al mundo televisivo. El problema es que después se ha lanzado a la política y ha seguido haciendo todo lo demás”.

Muchos en Italia y en el extranjero ponen en duda, justo por eso, los fundamentos democráticos del Estado italiano. Israely argumenta sonriendo (y caigo en la cuenta de que se parece a Peter Sellers): “Italia sigue siendo una democracia, pero digna de estudio. Está un poco bloqueada, especialmente por un sistema de la información que está lejos de ser ‘perfectamente democrático’. Seguramente depende de Berlusconi, pero antes de que él llegara, la RAI estaba dividida por la política en bloques ideológicos. Hay una parte del electorado que se desinteresa de la política y él consigue comunicar de forma sencilla, con chistes a veces ‘tremendos’. El fenómeno Berlusconi no se reduce al conflicto de intereses: es alguien que entiende la comunicación, en el sentido más amplio de la palabra”.

"Después de diez años en Italia, Francia da la idea de lo que podría ser Italia con un pequeño empuje hacia el futuro"

Y ya que estamos en Francia, y las comparaciones entre Sarkozy y Berlusconi son constantes (así como los debates acerca de quién de los dos es peor), lanzo la pregunta: “Después de diez años en Italia, Francia da la idea de lo que podría ser Italia con un pequeño empuje hacia el futuro, hacia el mundo. ¿Una comparación entre Berlusconi y Sarkozy? Podría decirse que Sarkozy es la versión acabada del hombre político que querría ser Berlusconi. ¿Acaso Sarkozy no está intentando transformar Francia a su imagen y semejanza y hacer penetrar el ‘sarkozysmo’ en la mentalidad de la gente? ¡Pero todavía le falta mucho para alcanzar al Cavaliere!”. De todas formas, todavía hay muchas cosas que entender acerca de Berlusconi: “Quería escribir un libro sobre él, pero tal vez es demasiado pronto. Para entender lo que ha ocurrido, tengo que esperar a que termine su aventura, al menos la política. Pero quizá no ha ocurrido nada...”.

Translated from Jeff Israely: «Sarkozy è l’uomo politico che Berlusconi vorrebbe essere»