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Jamie Oliver y el fin del mundo

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[OPINIÓN]. El chef británico Jamie Oliver tiene muchas cualidades. Puede emocionarse por la sencillez de una patata hirviendo; puede cocinar un pollo que sepa al mismísimo Marruecos y puede enturbiar a todo un país por sus atrevimientos culinarios. ¿Está justificado el revuelo que se ha montado en España por su versión de la paella con chorizo? Es hora de hablar de nuestro temperamento.   

Para quienes aún no le conozcan, Jamie Oliver es un chef muy famoso en Reino Unido. Se podría decir que los británicos le adoran. Con apenas 25 años ya tenía su hueco en la BBC y un libro de cocina con llave a todas las casas de su país. Ha recorrido el mundo en busca de recetas y ha conseguido, gracias a sus programas de televisión y a su canal de youtube seguido por más de 2 millones de personas, que la cocina sea un asunto saludable, barato y revolucionario. Con su "Feed me better" alentó a los británicos a que dejaran de abusar de la comida basura. Pero no se quedó ahí. Asustado por la obesidad infantil y la indiferencia de los niños respecto a lo que comen, puso rumbo a Estados Unidos y avivó la "Jamie’s Food Revolution" en la que mostró colegio por colegio lo que es una fruta y lo que no. Pero esta vez, a Jamie, el joven de las camisas de cuadros y el pelo despeinado, no le han llovido aplausos. Al revés, las redes sociales se le han echado encima por su última ocurrencia. ¿El motivo de la discordia? Añadir chorizo a uno de los platos más internacionales de la gastronomía española: LA PAELLA. 

 

"En la comida española hay pocas cosas mejores que la paella. Mi versión combina pollo, chorizo y gambas. #Larecetadeldía". 

Su transgresión de los ingredientes podría haber pasado por una anécdota más. Pero no ha sido así. Ha dado de lleno en el orgullo nacional. En ese que nunca existe hasta que hablan de ti. Va a resultar que a estas alturas no soportamos que nadie toque nuestras tradiciones. Ni que las haga suyas ni que las interprete a su manera. Probablemente si tuviéramos una cámara para observar lo que cocinan las familias españolas los domingos nos llevaríamos alguna que otra sorpresa. Como que, por ejemplo, pocos españoles respetan ya la receta pura de la paella valenciana con conejo, caracoles y judías verdes. Más de uno muy castizo le echa costillas y se queda tan ancho. O salchichas. Los bares madrileños, por otro lado, llevan años fusionando la clásica tortilla española y aún nadie se ha quejado. ¿Por qué entonces este corazón malherido?

Hay una pregunta que deberíamos hacernos. ¿Habríamos reaccionado igual si hubiera sido Ferran Adrià el que cambia los ingredientes de la receta? ¿O es que el problema está en haberlo llamado "paella" y no "arroz con cosas", como han explicado algunos? Al final, la culpa se la vamos a echar como siempre a la lengua, que por otro lado ya bastante peso carga. Todo este asunto del "pero es que si se le echa chorizo a una paella no puede llamársele paella", recuerda mucho al "pero es que a un matrimonio de dos personas del mismo sexo no puede llamársele matrimonio". Al final la esencia de las cosas es siempre la misma. Igual que la creatividad de los españoles, que no se ha hecho esperar ni un momento. 

Están los dolidos

"Gracias por destuir nuestra receta más famosa. Por favor, no uses la palabra 'paella' para describir 'arroz con cosas'". 

Los hay comprometidos con la política actual

 

Y por supuesto los artistas

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra

Para no hacer de esto un asunto mayor, basta con recordar que todo el mundo ha "destrozado" alguna vez la receta de otro. Antes de entrar en cólera es bueno respirar dos veces y rememorar algunos de los casos más inquietantes.   

Los italianos, por ejemplo, nunca han entendido por qué los españoles ahogamos la pasta carbonara con nata líquida, cuando en realidad, en esta receta italiana no se usa un gramo. Sin duda, una de nuestras grandes españoladas. 

¿Qué decir de esa mezcla española explosiva de coca cola y vino bautizada como calimocho? Más de un enólogo llora sin confesarlo. 

¿Y qué pasa con los espaguetis boloñesa? Nos la hemos sacado de la manga. Esa invasión de tomate en un plato de carne picada con espaguetis, en Italia, no tiene cabida. "Espaguetis a la boloñesa no. Tallarines o lasaña con carne sí, pero por favor no espaguetis", explican los habitantes de Bolonia en este vídeo. Uno de los platos italianos más repetidos en el mundo entero que, en Bolonia, simplemente, no existe. Bueno saberlo. 

La cocina escocesa también podría sentirse dolida ante las innumerables interpretaciones que hacemos del tikka massala. Un plato que no procede del mismísimo Taj Mahal, sino de Escocia, gracias al invento de un paquistanés. "La contribución de Glasgow a la cocina popular se merece ser reconocida ampliamente", reclamaba un miembro del parlamento escocés. Asimismo, a los japoneses se les caería el alma a los pies si supieran que los alemanes en la región de Thuringia son expertos en el Kloß-Sushi, hecho a base de patatas e ingredientes que encuentran por casa. ¿Y el famoso goulash ? En Hungría siguen soportando en silencio que el resto de Europa haga un guiso de carne cuando en realidad se trata de una sopa.  

Los belgas también tienen mucho que decir al respecto. Sus famosísimas patatas fritas quedan catapultadas por el mundo anglosajón bajo la denominación de french fries, algo que también podría hacerles romper un plato. Pero todavía no lo han hecho porque... son muy buena gente. 

 

Todos estos ejemplos vienen a decir una cosa.  Si algo tiene la paella es que, nos guste o no, es un plato tan internacional que ya es un poco de todos. Así que cada uno lo seguirá haciendo según le dicte la conciencia. Y es precisamente por eso por lo que es maravilloso. 

Jamie Oliver, bravo.

Has conseguido que España sea trending topic y como bien dice Yusuf aquí abajo, nos has puesto de acuerdo en algo. Lovely!

"Un gran aplauso a Jamie Oliver por conseguir lo que un gobierno tras otro no ha logrado, hacer que los españoles se unan por la misma causa. #paellagate".

Story by

Ana Valiente

Spanish freelance journalist based in Madrid. Currently exploring the boundless world of documentary filmmaking.