Israel: Una reflexión sobre las armas, contada por quienes las manejan
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Una organización de antiguos soldados reflexiona sobre la ocupación de los territorios palestinos y el precio moral que se paga por ella. A través de las fotografías y los testimonios de los combatientes, tratan de mostrar una imagen clara de lo que allí sucede
"Esto es lo que estamos haciendo en vuestro nombre". Un grupo de soldados y ex combatientes del ejército israelí en los territorios ocupados palestinos ha decidido mostrar a los ciudadanos de su país y al resto del mundo una imagen real de la ocupación, de lo que supone y de sus costes morales y humanos. A través de testimonios y fotografías, la organización Breaking the Silence ('Rompiendo el silencio') se plantea un objetivo básico: que la sociedad vea lo que está pasando y asuma su responsabilidad al respecto.
Breaking the Silence ha arrancado una campaña en España para presentar un libro con testimonios de un centenar de soldados israelíes y una exposición de sus fotografías en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el pasado mes de junio. Uno de sus miembros, Itamar Shapira, que formó parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes entre 1999 y 2002, habló en una conferencia convocada por Amnistía Internacional en la Universidad de Sevilla y aunque no entró a valorar el papel de Europa en el conflicto, apuntó que igual debería plantearse si tiene “su parte de responsabilidad”.
Las cosas que no se dicen
“Un soldado entra al ejército muy convencido, para proteger a su país y a su pueblo, sabiendo mucho sobre el terrorismo palestino y muy poco de la violencia israelí hacia los palestinos”. Shapira, como muchos de sus compañeros, se encontró en los Territorios Ocupados una realidad que no esperaba y que muchos prefieren olvidar y callar una vez que vuelven a casa. Después de su experiencia tiene una cosa clara: “No hay posibilidad de mantener la ocupación de una manera moral, sin brutalidad y agresividad. Al final, los derechos humanos van a ser violados”.
Este ex combatiente opina que “muchas veces los israelíes intentan justificar la situación con excusas”. Y así, cuando salen a la luz sucesos de violencia vergonzosos aseguran que se trata de casos aislados. Esto alimenta el silencio. Porque cuando se muestra la verdad de lo que se hace allí, en lugar de cuestionarse el sistema, se buscan culpables concretos, explica.
Shapira mostró como ejemplo un vídeo que se filtró a la prensa en el que se ven imágenes del puesto de control de Hawara y aparece un soldado pegando a un palestino. La población lo criticó duramente y al soldado se le condenó a seis meses de cárcel. “Es una manera de mentirnos a nosotros mismos y pensar que todo está bien”, opina. “¿Es que no saben que eso funciona así?”. De hecho, 60 compañeros del soldado condenado firmaron una carta en la que denunciaban la “hipocresía” de esta postura y advertían que todos lo hacían, que los superiores lo sabían y que no se podía hacer de otra forma. “Así es una ocupación”, resume Shapira.
Con 18 años y un arma en las manos
Tanto en el vídeo como en los testimonios recogidos en el libro, los soldados argumentan la violencia como algo necesario. En el puesto de control de Hawara, uno de ellos dice que los palestinos tratando de cruzar la frontera pueden llegar a ser cientos en algunos momentos, mientras que hay sólo cuatro soldados israelíes para controlar el paso: “Si no nos temen, nos matarán”. “Te sientes amenazado”, afirma uno. “Se tiene que notar quién manda”.
Algunos llegan allí con 18 años y les ponen un arma entre las manos. “Tienes un poder enorme”, dice un soldado, mientras que el que aparece en el vídeo golpeando a un palestino reconoce que no actuó con juicio. “A veces entras en una confusión en la que tienes que demostrarte de vez en cuando que sigues siendo humano”, reflexiona uno de ellos.
La espiral de la violencia
Alguien le pregunta a Shapira cuándo se dio cuenta de que aquello no estaba bien. El ex soldado relata cómo cuando estaba en el ejército fue con otros compañeros a tomar a una persona que había enviado a un niño a inmolarse. “En estas situaciones siempre hay personas cercanas que se oponen y se resisten a que se lo lleven. Siempre hay disparos para defendernos. Siempre hay muertos, al menos uno o dos”, cuenta. “Cada cosa estaba muy justificada para mí y cuando alguien te está disparando sientes que es justo matar a quien está intentando matarte”, argumenta.
Sin embargo, un tiempo después volvió al mismo lugar a tomar a otro palestino que de nuevo había enviado a otro niño a suicidarse. Esta vez era un familiar de una de las personas que habían muerto en el anterior tiroteo. En ese momento Shapira se dio cuenta de la trampa en la que estaba metido. “Yo estoy creando más enemigos”, se dijo a sí mismo. Pensó en la gente que moría en esos enfrentamientos, en los ojos que veían esas muertes, en sus familias, en sus amigos. Y lo vio claro: “Yo estoy creando terroristas que van a matar a civiles”.
Fotos: cortesía de Breaking the Silence; Itamar Shapira, por ©Nigel Thomas, Amnesty International