Islandia: próxima parada, Bruselas
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Tras las elecciones en Islandia el 25 de abril, la próxima ampliación de la Unión Europea podría ser hacia el norte, en lugar de hacia el este
El pasado 26 de enero caía el gobierno liderado por los conservadores en Islandia, la última víctima de la crisis financiera internacional que ha asolado esta pequeña isla-estado del Atlántico Norte. Este hecho ha provocado mucha especulación sobre si Islandia va a solicitar pronto la adhesión a la Unión Europea al objeto de adoptar el euro y recuperar la estabilidad monetaria perdida con la crisis.
La hasta ahora coalición de conservadores y social-demócratas ha sido re-emplazada por una nuevo gobierno de transición liderado por los segundos, y con la participación de los Verdes, hasta la celebración de elecciones anticipadas el próximo 25 de abril (sólo un año después de los últimos comicios). Al contrario que los conservadores del Partido de la Independencia, los socialdemócratas están a favor de la adhesión, mientras que el Partido Progresista, pequeña formación centrista, acaba de cambiar su posición contraria en su último congreso en enero.
Verdes: te veo y no te veo
En cambio, el Partido de la Izquierda Verde se mantiene en contra de la adhesión, a pesar de que entre un 60 y un 80 por ciento de la población se manifiesta a favor, según los sondeos de opinión. No está claro cómo se va a resolver esta contradicción, ya que el Partido Socialdemócrata podría pagar su colaboración de antaño con los conservadores, el cual se podría convertir en el socio menor de una coalición con los Verdes tras las elecciones de la primavera, si como apuntan algunos sondeos pre-electorales, estos se convierten en la fuerza más votada. Con todo, el debate sobre la integración se ha abierto de par en par en Islandia, y si la isla decide al final solicitar la adhesión, esta se podría producir tan pronto como 2011, según declaraciones de Ollin Rehn, comisario de ampliación.
Un pesca de gran calado para la Unión
Si Islandia se decide a solicitar la adhesión, las negociaciones con Bruselas tendrán también cierta complicación, sobre todo con relación al asunto de la pesca. La política pesquera común de la Unión Europea requiere permitir “acceso equitativo” a los pescadores de otros estados miembro, lo que obligaría a Islandia a relajar el control exclusivo de sus ricos caladeros. Islandia ha librado ya dos “guerras del bacalao” para impedir que pescadores británicos entren aguas islandesas. La cuestión de los derechos de acceso a los caladeros no es baladí si se tiene en cuenta que la pesca representa más del 70 por ciento de las exportaciones de Islandia, y que es este sector uno de los pocos que va a seguir proporcionando ingresos. Con todo, es posible encontrar un compromiso. Existe el precedente de Malta, pequeña isla mediterránea a la que se otorgó una zona exclusiva más amplia, lo que también se puede aplicar al caso islandés. Por otro lado, la aplicación de la política pesquera común puede desarrollarse a lo largo de un período de transición de varios años de duración.
¡Qué frio hace fuera de la Unión!
Desde 1995, el gobierno islandés, del Partido de la Independencia, ha presentado a este país como el último bastión de soberanía estatal, haciendo caso omiso a la oposición europea al dumping fiscal o a los derechos de pesca para crear un recinto de prosperidad en medio del Atlántico, y demostrando su política exterior independiente al incorporarse unilateralmente a la coalición liderada por Estados Unidos en Irak. Al tomar el camino hacia la integración en la Unión Europea, Islandia estaría admitiendo lo que el resto del mundo ya sabe: que el “modelo vikingo” ha naufragado. El país se enfrenta a una caída del 9,6% del PIB per cápita en 2009, uno de los mayores descensos en tiempos de paz en Europa. La moneda se ha desplomado a una cuarta parte de su valor anterior en relación con el euro. No sólo han dejado el país los inversores estadounidenses, sino también las tropas, después de que se cerrara en 2006 la última base militar norteamericana en Keflavik. Pero quizás la señal más evidente del aislamiento de Islandia es el hecho de que este país, que se unió con orgullo a la lucha por la democracia en el Medio Oriente en 2003, se encontró el año pasado teniendo que solicitar un préstamo de emergencia nada menos que a la Rusia de Medvedev y Putin.
La crisis financiera ha mostrado que, para un país pequeño como Islandia, hace mucho frío fuera de un bloque económico como la UE, con su propia unión monetaria, cierto grado de coordinación política y un sistema de transferencias regionales. Y si la probable candidatura de Islandia a la UE anima a otros países voluntariamente excluidos, como Noruega, que tiene fuertes lazos con Islandia, y Groenlandia, que dejó la Unión Europea en 1985, a reconsiderar la adhesión, quizás la próxima fase de ampliación de la UE sea, no hacia el este, sino hacia el norte.