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Irlanda… ¿un país de desagradecidos?

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Pedro Picón

¿El pequeño país de irreductibles irlandeses se ha beneficiado más que otros de las ayudas europeas? ¿Será que quieren escaquearse de pagar una cuenta demasiado hinchada? Análisis del milagro económico del ‘Tigre celta’.

Irlanda es uno de los triunfos más claros de la UE, dicen los especialistas. El país, beneficiario de más de 60.000 millones de euros en subvenciones provenientes de Europa desde su entrada en la Unión en 1973, se convertirá en contribuyente en 2013. ¿Podemos interpretar el ´no´ irlandés al Tratado de Lisboa como una renuncia hacia sus inversores, en el momento en que el país se prepara para pasar por caja? 

La Europa que ha permitido, en parte, transformar a Irlanda de país pobre en el Estado miembro que posee el segundo PIB por habitante de toda la UE, mola. 1973: el país entra en la CEE, y se libera a la vez de la dependencia económica del Reino Unido. Las subvenciones permiten a los paisanos irlandeses ajustarse a los precios agrícolas comunitarios, muy superiores a los impuestos hasta el momento por los importadores británicos. Pero estas también propician un verdadero desarrollo de las regiones, retrasadas en lo económico y en lo social. 

El ‘boom’ tecnológico

En los años ochenta, son las nuevas tecnologías las que se benefician de las ayudas de la UE. Se propiciaron muchas inversiones extranjeras en la electrónica, la informática y la industria farmacéutica. Estos son los tres ejes de subvenciones que han permitido a los irlandeses recolectar los frutos de sus esfuerzos a principios de los noventa y alcanzar hasta un 10,7% de crecimiento en 2001. Un récord no solo entre los países miembros, sino incluso dentro de la OCDE.

Irlanda ha sabido rentabilizar sus subvenciones invirtiendo en sectores clave

Esos resultados han sido posibles gracias a la adopción de una fiscalidad muy baja, aumentando las inversiones. Si bien es cierto que los irlandeses han recibido importantes remesas de dinero proveniente de la UE (hasta un 5% del PIB irlandés), también lo es que han sabido utilizarlas de forma eficaz y apostar por los sectores clave como el inmobiliario, motor esencial del crecimiento irlandés.

Fin del ‘Tigre celta’ y euroescepticismo

Pero para comprender el estado en el que se encontraban los irlandeses en el momento del voto, hay que tener en cuenta la situación económica actual del país. Un crecimiento del 3%, una tasa de paro del 4,7% de la población activa, cifras que desearían tener muchos países europeos. Sin embargo, el tigre celta tiene dificultades para encontrar el empuje de antaño y los expertos pronostican un crecimiento del 1,5 por ciento en 2008, 2% en el mejor de los casos. 

La inversión inmobiliaria, antes motor del crecimiento irlandés, está en crisis y ha llevado la inflación hasta el 5%, una cifra superior a la media europea. Y mientras que los precios no han dejado de aumentar, los salarios se han estancado. Un fenómeno debido principalmente a la llegada de trabajadores, en su mayoría polacos, con unas exigencias salariales más bajas. Irlanda se ha convertido por primera vez en un país receptor de inmigrantes tras la adopción del Tratado de Niza en 2001, que permitió la integración de los países del Este en la Unión. 

Miedos del trabajador irlandés

(Extra medium/flickr)Ahora bien, antes de adoptar dicho tratado, los irlandeses lo habían rechazado, aunque lo ratificaron finalmente antes de quedar como unos desagradecidos frente al resto de europeos. Hoy, con un contexto económico desfavorable, el miedo del trabajador irlandés de perder su empleo a favor de un inmigrante polaco ha tenido su respuesta en el imaginario popular, y la confianza en el futuro ha dejado lugar a un sentimiento de amenaza, personificada en la Europa. 

Por tanto, la amenaza provoca, como es natural, un deseo de protegerse, y conlleva un repliegue sobre sí mismos. Esos fantasmas han sido además alimentados por la falta de claridad del Tratado de Lisboa sobre la independencia fiscal de Irlanda frente al resto de países europeos. Como habíamos dicho, fue esta independencia fiscal la que permitió a Irlanda su desarrollo espectacular. 

Los franceses no son menos ingratos

Franceses y holandeses ya habían dicho ‘no’ al proyecto de Constitución Europea en 2005. Sin embargo, Francia ha sido la mayor beneficiaria de la Política Agrícola Común (PAC), sin ser obligada a importar productos alimenticios, mientras que se sitúa hoy en día entre los exportadores agrícolas más importantes del planeta. ¿Ingratos? ¿Los irlandeses? No mucho más que Francia. Cuando un país es presa de las dudas debido a sus resultados económicos, un sentimiento de amenaza y de repliegue se extiende entre la población, ya sea irlandesa, francesa o no importa de qué otra nacionalidad.

Translated from L’Irlande, ingrate envers l’Europe ?