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Irene Horejs: Mali cuenta con sus propios instrumentos de transparencia electoral

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Con una población de 13 millones y una superficie como tres veces Alemania, este país de mayoría musulmana es, junto con Senegal, el modelo democrático a seguir en toda África occidental.

El 27 de abril, Mali celebra la primera vuelta de sus elecciones presidenciales. Irene Horejs, Jefa de la Delegación de la Comisión Europea en Mali, nos da sus impresiones y contesta a las preguntas de Cafebabel.com sobre las elecciones en este país subsahariano.

Tomando como referencia elecciones en un país europeo, ¿cuáles son los puntos fuertes y debilidades en el caso de Mali?

Mali es un inmenso país con profundas carencias en infraestructuras, lo que dificulta mucho organizar cualquier evento a escala nacional como unas elecciones. Además, su amplia diversidad lingüística (con 15 idiomas ampliamente hablados) y el carácter nómada de una parte de la población, complica todo un poco más; dificultades en el registro de votantes y entrega de sus tarjetas a tiempo, formación de personal, distribución de cientos de urnas, etc. Hay que tener presente las enormes limitaciones del presupuesto electoral en un país como Mali. Otro factor que desconocemos en Europa y aquí está muy presente es el sentido de pertenencia a un determinado grupo étnico, un factor crucial en el momento de emitir el voto.

Desde un punto de vista más técnico, el hecho de que Mali fuese colonia francesa hasta 1960 determina no sólo que el modelo electoral sea muy similar al francés, sino también la estructura de los partidos a nivel nacional. A nivel local, que es el del contacto con la gente, la organización de elecciones mantiene características muy malienses.

¿Qué tipos de ayuda ha proporcionado la Unión Europea en el proceso electoral?

Nuestro papel se ha limitado a financiar proyectos locales de educación electoral. Se trata de que la población haga uso de su derecho a elegir y lo haga en libertad, así como de que integren pautas de comportamiento para el día del voto. Podemos decir que tras quince años de saludable democracia, Mali cuenta con sus propios instrumentos de transparencia electoral.

Mali es uno de los países más pobres de la tierra (figura en el puesto 175 sobre un total de 177 en el índice de desarrollo de la ONU). ¿Percibe la población estas elecciones con la esperanza de que el resultado alivie, de alguna manera, sus duras condiciones diarias?

La participación en las pasadas elecciones presidenciales de 2002 fue menor del 40% (tradicionalmente Mali tiene una de las tasas de voto más bajas del mundo). De ahí que uno de los principales retos sea aumentar la participación. Bamako (la capital), y con ella el gobierno, se perciben muy distantes para gran parte de la población. Además, el elevado grado de descentralización fomenta una relativa desconexión entre población y administración estatal.

¿Cuáles son las posibilidades de que Touré, presidente desde 2002, abandone el cargo?

Para ser sincera, muy pocas. Esto no tiene que hacer dudar de la madurez del relevo democrático en Mali, sino que responde al enorme apoyo popular con el que cuenta el presidente que, por cierto, no está adscrito a ningún partido. De hecho, el escenario político maliense está formado por más de cien partidos, aunque sólo cuatro son los que realmente cuentan en estas elecciones, que previsiblemente darán como resultado otro gobierno de coalición.

Esta pluralidad también se observa en los medios de comunicación. Si bien es cierto que durante la campaña, el gobierno se ha aprovechado un poco de su control sobre el canal televisivo estatal, es en la radio donde cada candidato tiene su oportunidad. Dado el menor coste del aparato de radio y la mayor cobertura y número de emisoras, cada candidato llega de esta forma a los hogares de Mali.

Fotos 2 y 3: Ángela Corbalán