Inseguridad y "crisis permanente": Intento alemán de definir una generación borrosa
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María Montes VicenteDe la Generación X se pasó a la Generación Y o Generación Prácticas. Esas letras o nombres se pueden elegir, pero ¿podemos medirlo todo por el mismo rasero? Esta pregunta se la plantean los autores alemanes Manuel J. Hartung y Cosima Schmitt en su libro Die netten Jahre sind vorbei. Schöner Leben in der Dauerkrise ("Los buenos años se han terminado. La vida bella en crisis permanente").
En la obra, los autores intentan analizar el difícil futuro de una Generación Sin Nombre.
Quien haya nacido en los años 80 forma parte de esta generación. Una generación que ha sufrido todas las crisis del pasado reciente: siguieron la caída de las Torres Gemelas en la televisión, y, a consecuencia de la crisis económica, son incapaces de hacerse un hueco; son mártires del trabajo, eternos becarios que después de años con su título bajo el brazo aún trabajan por una miseria. Todos, tanto los que estudian como los que empiezan a trabajar, conocen el olor de la crisis. En Die netten Jahre sind vorbei. Schöner Leben in der Dauerkrise se muestran estadísticas y reconocidos investigadores aportan su opinión al respecto. Queda patente que los jóvenes reflexionan y que los estudiantes tienen influencias políticas.
El libro, que trata sobre la generación Grado (Bachelor en Alemania), describe a todos los alemanes poco antes o después de su entrada en el mercado laboral. En 196 páginas y ocho capítulos, se examina a los estudiantes y becarios como si se utilizase una máquina de rayos-x. Es un libro sobre niños de clase media que decubre secretos y aclara caricaturas.
Una generación dinámica, sin época
Ya se ha intentado miles de veces dar un nombre a esta generación de jóvenes. Se han dado cientos de ejemplos: Generación Facebook, Generación X, Generación Prácticas, etc. Lo que muestra que cada propuesta y cada efímero descubrimiento al que llegan los medios, estampa un sello en esta generación. En algunas épocas puede tener sentido, porque tratan de arte, arquitectura o literatura, y las generaciones se pueden limitar con un principio y un fin, pero las generaciones son dinámicas y difusas, se comportan de forma incontrolada. Algo que también han comprendido los autores de la obra.
Un ejemplo cualquiera podría ser el típico estudiante universitario, atrapado en las redes del nuevo y rápido sistema de estudios que, además de los alemanes, también siguen los italianos. Un sistema que forma parte de la reforma del plan Bolonia, que cambia radicalmente el sistema predecesor. Debido a que el mercado laboral cambia muy rápidamente hoy en día, los estudiantes deben actualizarse continuamente, como por ejemplo realizando prácticas de empresa durante los meses de verano. El fracaso académico atrapa a aquellos que estudian siguiendo los métodos antiguos. Con tantas inseguridades, los estudiantes de hoy en día caen enfermos o quedan fatigados a los 22 años. Los autores de la obra no perciben casos de estudiantes que hayan vivido la nueva política universitaria y que estén contentos con ella.
Yonquis de las redes sociales
Un ojeada a las fronteras alemanas muestra claramente dónde se agolpan mayoritariamente los estudiantes: en las universidades del país vecino. La europeización de los estudios no ha conseguido únicamente crear yonquis de los años de carrera y las notas, también unir la elección de una rama de estudios con un nuevo factor: la rentabilidad. Una ciudad debe poder ser escogida como lugar de estudios. Normalmente las razones que puede haber a favor o en contra de una ciudad suelen ser la abundancia de diferentes sectores económicos, redes sociales o el precio del alquiler; y la imagen es importante. Para muchos, estudiar en el extranjero es recomendable, sobre todo cuando se suprimen algunas carreras, como en Francia. Los autores de la obra centran su investigación en Alemania, aunque hace tiempo que la movilidad durante los estudios y la precariedad de los primeros trabajos se extienden por toda Europa.
Die netten Jahre sind vorbei realza el interés creciente de los jóvenes germanos en la política y en la democracia, así como el éxito de las ONGs. Esta apreciación basta para la conclusión inversa: ¿nos desarrollamos nosotros mismos hasta llegar a ser mayores de edad? El lector, que ya se ha acostumbrado al uso del plural para hablar en primera persona, olvida de repente la caída de la participación electoral en Alemania y el entusiasmo de sus ciudadanos por los programas de televisión que no tienen nada que ver con política, y creen al sociólogo Klaus Hurrelmann cuando dice que la política volverá a subir.
En vez de creer en los difusos programas de los partidos y en los pragmáticos políticos del Parlamento, la juventud se compromete con las ONGs para diseñar el mundo. Antítesis: Las ONGs serán hoy más habituales que un cuarto del sector económico; son sobre todo una perspectiva laboral. Pero si no es suficiente, le sigue otra conclusión equivocada tomada precipitadamente: el éxito de los productos 'bio' muestra que la generación de jóvenes intensifica su modo de consumo. Esto significaría que los estudiantes franceses muestran menos interés por la política que los alemanes, pues consumen menos productos 'bio' que sus vecinos. La razón del rechazo de los productos 'bio' en las grandes ciudades francesas es sobre todo debido a la gran diferencia de precio entre la alimentación convencional y la ecológica.
Finalmente y a pesar de todo, los autores intentan profetizar el origen de un movimiento de generaciones. La razón es el conflicto inevitable con los antecesores, el baby-boom de los años 60. Estos años fueron especialmente fuertes en Alemania en lo que respecta a la tasa de natalidad, y los trabajadores novatos actuales viven a su costa. Las generaciones antiguas intentarían atraer a los dirigentes para conseguir una buena jubilación. Por eso estamos preparados para defender nuestros intereses de forma colectiva por primera vez.
Esta teoría es dudosa. Las generaciones pueden existir en la presentación de la oficina federal del Estado y en los cálculos públicos, pero son inservibles como categoría cuando se trata de conflicto de intereses: estos conflictos no se sitúan en antiguas fronteras, sino donde se negocian los valores. Nuestros valores ya no dependen de los antiguos.
¿Se debería felicitar a los autores por haber conseguido caracterizar una generación? Sea como sea, es agradable encontrar en la lectura que somos rebeldes, que somos sensibles. Debemos defendernos contra las barreras. Die netten Jahre sind vorbei es, en sí misma, una especulación que, debido a su dependencia de las estadísticas, puede no contar con un gran porcentaje de verdad.
Ilustraciones: Caricatura: (cc)dalechumbley/flickr; Buchdeckel ©Campus Verlag; Generación (cc)adamscarroll/flickr; Vídeo (cc)pondscum77/Youtube
Translated from Generation was-denn-nun? "Die netten Jahre sind vorbei"